CAMBIANDO
EL CORAZÓN
Un
lobo habitará con el cordero y una pantera se tumbará
con el cabrito.
Tanto
el león como el novillo comerán hierba juntos y las
crías de vaca y oso estarán una al lado de otra.
Y
el niño los pastoreará, y al niño no le hará daño
la serpiente.
Y
será un tiempo de justicia, sobre todo, para los pobres
y los que sufren.
¿Dónde
está este país de las maravillas?, pues lo que vemos y
experimentamos es todo lo contrario. La visión de
Isaías, ¿no será un sueño bonito de una noche
estrellada?
De
momento, muchas veces vemos cómo el hombre se ha
convertido en lobo feroz para otros hombres y sus
relaciones acaban en guerras y violencia, en críticas y
descalificaciones, en pisarse unos a otros para ver
quién sube más arriba y domina a los demás.
También
los cristianos estamos metidos en esto; también somos
pecadores. Y es que, aunque la Iglesia sea santa, porque
santo es la Cabeza, Cristo, y grandes santos han crecido
en ella, la Iglesia acoge a los pecadores en su seno, es
decir, nos acoge a nosotros, aunque, por nuestra culpa,
quede manchada.
De
hecho, nuestra falta de testimonio, nuestras críticas,
nuestras descalificaciones y faltas de unidad, aun fuera
de los ambientes de la Iglesia, escandalizan a más de
uno.
Por
eso siempre necesitamos que nos llamen a la conversión,
ya que, si no nos convertimos cada uno en nuestro
corazón, el mundo no cambia.
Si
en el mundo hay guerra y división, es porque en el
corazón hay guerra y división. Si no hay solidaridad y
justicia es porque tampoco la hay en el corazón.
Si
yo soy mejor, el mundo es un poco mejor y está más
cerca del país de las maravillas, descrito por Isaías,
que es el cielo, el Reino de Dios, que esperamos y al
que vamos caminando.
"Dad
el fruto que pide la conversión", dice Juan
Bautista.
¿Qué
fruto de conversión me piden las personas que viven
junto a mí? ¿Qué espera de mí mi familia, mi
parroquia, mis compañeros de trabajo, mis amigos, los
pobres, los que sufren...? Posiblemente la lista sea
larga. Elijamos lo que nos parece más importante y
hagamos de ello nuestro camino de conversión en este
Adviento.
Así
celebraremos el nacimiento del Señor renacidos, nuevos,
mejores.
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