REFLEXIONES  

 

 

REFLEXIÓN - 1

"FIESTA DE LA ALEGRÍA "

Solemos decir que la Navidad es la fiesta de la alegría; y así, si nos fijamos en aspectos externos de nuestras ciudades, encontramos una ambientación especial, hecha de símbolos y luces, que llaman a la alegría.

Si analizamos los anuncios de las televisiones, nos ofrecen un mundo fantástico y alegre de vida social, familiar, de relaciones interpersonales... eso sí, ese mundo fantástico te vendrá si compras esos productos.

Y la Navidad, para algunos, no va más allá de unos símbolos, muchas veces vacíos de contenido: el Belén, el árbol de Navidad, los Reyes Magos y "Papá Noel", la Nochebuena en casa, la Nochevieja fuera, los compromisos familiares y sociales, comidas, bebidas, regalos...

Al final, también para muchos, la alegría es de opereta, únicamente dura mientras dura la representación. Acabada la Navidad, se acaba todo, ya no toca; ahora toca otra cosa: la cuesta de Enero y las Rebajas.

No es de esta alegría forzada y superficial de la que nos habla el tercer domingo de Adviento.

La razón fundamental de nuestra alegría es que el Señor está en medio de nosotros, que no está lejos, que es un Dios cercano; nuestra alegría es la de quien sabe que, aun en los momentos duros, en el sufrimiento y la incomprensión, no estamos solos. San Pablo está en esa situación cuando escribe a los Filipenses animándoles a estar alegres y poniendo por delante su alegría.

Y esta alegría no es superficial, sale de dentro, de las convicciones profundas, de la fe.

Esta alegría, aunque se exprese con gestos externos, éstos no son necesarios para producirla.

Esta alegría proviene de sabernos guiados y cuidados por Dios en la peregrinación a la casa del Padre, que es nuestra vida y nuestra meta.

Y es causa de nuestra alegría el saber que en los tropiezos y caídas, hay quien nos tiende una mano y no nos deja tirados en la cuneta.

Esta alegría interior, profunda, de quien se sabe envuelto en el amor de Dios, se va exteriorizando, no en risotadas fáciles, sino en unos comportamientos que lleven esa alegría a los demás: la acogida y cercanía, sobretodo a aquellos a los que la vida únicamente le ha deparado momentos de tristeza; una actitud de servicio; vivir con paz y serenidad en un mundo revuelto; ser testigos de quien es la fuente de nuestra alegría.

El camino de la verdadera alegría está en vaciarse de uno mismo y llenarse de Dios. Eso significa los que nos dice San Juan Bautista en el Evangelio: el que tiene pan, comparta con el que no tiene; el que tenga vestido lo comparta con el desnudo; el que puede engañar y estafar, que no lo haga; el que tiene la fuerza en su mano, que no la emplee y busque la paz.

Sólo así entenderá el mundo nuestra alegría y, sobre todo, entenderá que el Señor está en medio de nosotros.

Y lo más importante, como dice el profeta Sofonías: "Dios se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta".

 

REFLEXIÓN - 2

" INVITACIÓN A LA ALEGRÍA "

Las lecturas de hoy nos han invitado insistentemente a la ALEGRÍA. En el mundo de hoy, con tantos quebraderos de cabeza para la sociedad y para cada  persona, no deja de ser extraño que se nos proclamen unas palabras tan optimistas y llenas  de esperanza.

Pero es que estamos oyendo en verdad la Buena Noticia, el Evangelio de Cristo Jesús,  en la preparación de la Navidad.

SOFONÍAS, con un lenguaje poético, ha entonado un canto a la alegría, que hoy  escuchan miles y miles de comunidades cristianas en todo el mundo: "regocíjate, Hija de  Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén..." El motivo es  claro: "el Señor estará en medio de ti, y no temerás... el Señor tu Dios, en medio de ti, es un  guerrero que salva: El se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, como en  día de fiesta" Lo que el profeta veía como promesa, nosotros lo celebramos con la  convicción de que Dios nos ha mostrado su cercanía y su amor enviándonos ya, hace dos  mil años, a su Hijo como nuestro Señor y Salvador.

SAN PABLO lo ha dicho con más fuerza todavía: "estad siempre alegres en el Señor: os  lo repito, estad alegres... El Señor está cerca. Nada os preocupe... y la paz de Dios  custodiará vuestros corazones".

Os he repetido esta frases que habíamos escuchado ya en las lecturas, porque en  verdad éste es un mensaje que vale la pena proclamar en medio de una comunidad  cristiana y de una sociedad tan falta de esperanza. Hoy y aquí, a nosotros, Dios nos ha  dirigido una Palabra de ánimo, diciéndonos que no tengamos miedo, que nuestro corazón  esté en paz, porque El nos está siempre cerca.

La celebración de la Navidad, a la que nos estamos preparando, es todo un pregón de  confianza y optimismo: nos asegura que Dios perdona, que ama. No estamos solos en  nuestro camino, aunque muchas veces nos lo parezca.

La situación de cada uno, o de la humanidad, puede ser preocupante. Al igual que la del  pueblo de Israel en tiempos de Sofonías o la de la comunidad cristiana en los de Pablo. Y  sin embargo a ellos y a nosotros nos ha sido proclamada una palabra de amor y de alegría.  Cristo Jesús, desde su nacimiento en Belén, está con nosotros, en medio de nosotros,  aunque no le veamos. El día de la Ascensión se despidió de los suyos con una promesa: yo  estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo... Por eso lo que celebramos en  estos días nos llena de serenidad y de esperanza.

-JUNTO A LA ALEGRÍA, EL ESFUERZO

Pero a la vez hemos escuchado OTRA VOZ MAS SERIA.

El profeta precursor de Jesús, Juan el Bautista, que también "anunciaba la Buena  Noticia" al pueblo, les propuso, y nos propone hoy a nosotros, un programa de vida  exigente para preparar la venida del Mesías.

El Bautista, a orillas del río Jordán, ha sido muy concreto en su exigencia: "el que tenga  dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene, y el que tenga comida, haga lo mismo...  no exijáis más de lo establecido... no hagáis extorsión a nadie..." Muchos esperan la  Navidad por las vacaciones, por los regalos, por la fiesta; ojalá sea en verdad tiempo de  felicidad para todos. Pero los cristianos vemos esos días con unos ojos especiales:  celebramos la venida del Hijo de Dios a nuestra historia, y eso da una profundidad nueva a  la fiesta. Y a la vez, esta mirada cristiana nos hace pensar: si queremos celebrar bien la  Navidad, hemos de acoger a Cristo Jesús en nuestras vidas, en nuestro proyecto  existencial. Algo tiene que cambiar en nuestro estilo de vida.

¿No nos convendría pensar cómo cumplir estos días el programa del Bautista? ¿cómo  compartiremos nuestros bienes con el más necesitado, cómo seremos más amantes de la  justicia y de la verdad? Hoy se nos invita a la alegría, pero también al trabajo y a la  seriedad en nuestro camino, como cristianos que quieren vivir conforme al evangelio de  Cristo Jesús.

-EUCARISTÍA Y VIDA

Que se note este tono de esperanza alegre EN NUESTRA EUCARISTÍA, elevando a  Dios, con más convicción que nunca, nuestra acción de gracias y nuestro canto de  alabanza.

Que se note también EN NUESTRA VIDA este mayor optimismo, esta alegría y esta paz  interior que nos da al sabernos salvados por Dios. Que se note sobre todo en nuestra  actitud de mayor comprensión y cercanía para con los demás, como nos ha dicho el  Bautista.

Entonces, seguramente, la Navidad del año 85 será para todos una gracia y una felicidad  verdadera. 

J. ALDAZABAL

(mercabá)