
DICIEMBRE, EL MES DE MARÍA
La presencia de María llena el mes de diciembre y esto es muy
normal, puesto que es el mes del Adviento, de la espera.
¿Quién espera, realmente, más que una madre? Incluso es el
mejor modelo de la espera cristiana, de la espera del Adviento:
esperar lo que se posee y poseer lo que se
espera.
No se debe admitir que una tradición tan antigua en la
Iglesia como la veneración de la Virgen durante el Adviento
permanezca en al sombra y casi en la ignorancia. Si el "mes
de Mayo" frecuentemente corre el riesgo de ofrecernos una
piedad sentimental, anecdótica y sin base bíblica, la liturgia
del Adviento de a nuestra piedad mariana una sólida trama.
Muchos cristianos están todavía tan inconscientes de esta
presencia de la Madre de Dios durante el Adviento que viven su
devoción a la Virgen prescindiendo del Adviento como fundamento
de la misma.
Aunque para una madre el nacimiento de su hijo supone una
fiesta, que marca su alma para siempre, también es cierto que la
preparación de este nacimiento es un tiempo privilegiado en el
que la madre desarrolla con su hijo una intimidad muy
particular. Aunque la Navidad es para María la fiesta más
señalada de su maternidad, el Adviento, que prepara esta fiesta,
es para ella un tiempo de elección.