EL
DIOS-CON-NOSOTROS
Jesús,
el Hijo de Dios, se hace hombre y así cumple las
promesas e inaugura el tiempo de la salvación, que es
el que nosotros estamos viviendo hasta el final de la
historia. El salmo nos ha hecho decir: "va a entrar
el Señor, el Rey de la Gloria". Ya hace dos mil años
que vino, pero ahora de nuevo quiere entrar en nuestra
existencia, hoy y aquí. Su nombre, según la profecía
de Isaías que acabamos de escuchar, es "Emmanuel,
Dios-con-nosotros". ¿Podemos gozarnos de un nombre
y de un acontecimiento más esperanzador? También Pablo
nos ha asegurado que Cristo Jesús, en cuanto hombre, ha
nacido de la estirpe de David: es el misterio de un niño
cuyo nacimiento celebramos, que es a la vez hombre de
nuestra raza y el Hijo eterno de Dios. Y viene, nos ha
dicho, "a salvar a todos", para "que
todos los gentiles respondan a la fe".
El
evangelio de Mateo también nos revela cuál es el
nombre del que nace en Belén. El ángel se lo dice a
José: el hijo de María se llamará "Jesús",
que significa "Dios salva", y también
"Emmanuel, Dios-con-nosotros", anunciando así
que la profecía de Isaías se cumple en Jesús de
Nazaret.
En
la víspera de Navidad los cristianos de todo el mundo
nos alegramos de esto, por encima de otros varios
aspectos de la fiesta, amables pero más románticos y
superficiales. Celebramos que Dios es Dios-con-nosotros,
un Dios Salvador. Es la fiesta mejor que podemos
imaginar.
Pero
hoy nuestra celebración está impregnada de un recuerdo
entrañable: el de la Madre del Mesías, la Virgen María.
Ya
Isaías anunciaba que "la virgen dará a luz un
hijo, y este hijo será el Emmanuel, el
Dios-con-nosotros".
En
María se cumple como ha dicho Mateo en el evangelio, la
profecía de Isaías, una virgen que da a luz un hijo,
que es el Dios-con-nosotros. María es la nueva Eva: en
el prefacio (el IV) glorificaremos a Dios "por el
misterio de la Virgen Madre. Porque si del antiguo
adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de María,
la hija de Sión, ha brotado para todo el género humano
la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató
nos ha sido devuelta en María..." El recuerdo de
María es muy oportuno para que terminemos bien el
Adviento y celebremos con fe y profundidad la Navidad.
En esta fiesta, en unión con todas las comunidades
cristianas del mundo, miramos a la Madre del Señor, la
Virgen María, nos gozamos con ella y aprendemos de ella
a acoger al Salvador con fe y con amor, abriendo nuestra
existencia a su gracia.
Al
lado de la Virgen está también José, su esposo. Un
joven humilde, trabajador de pueblo, que nos da un
ejemplo de actitud abierta hacia Dios y sus planes. Él
no entiende del todo el papel que Dios le asigna en la
venida del Mesías. El evangelio nos ha contado sus
dudas: no porque sospeche nada de María, o porque
ignore lo que en ella ha pasado.
Precisamente
porque José ya conoce el misterio sucedido y sabe que
el hijo que va a tener María es obra de Dios, por eso,
en su humildad, no quiere usurpar para sí una
paternidad que ya sabe que es del Espíritu y se quiere
retirar: no comprende que él pueda caber en los planes
de Dios. Es el ángel el que le asegura que sí cabe: va
a ser esposo de María y por eso va a hacer que el Mesías
venga según la dinastía de David. José acepta los
planes de Dios. Como tantos otros en la Historia, que se
encuentran desconcertados, pero se fían de Dios. José
acepta lo que se le encomienda y vive la Navidad desde
una ejemplar actitud de creyente.
Junto
con María, también José es un modelo para todos
nosotros, abierto a la Palabra de Dios, obediente desde
su vida de cada día a la misión que Dios le ha
confiado. También de él podemos decir como de su
esposa: "feliz tú porque has creído".
En
la Navidad celebramos un acontecimiento siempre nuevo:
Dios que se hace Dios-con-nosotros, Dios-Salvador. El
recuerdo de María y de José nos ayudará a que esta
fiesta no sea vacía, una Navidad sin Jesús. Sino una
Navidad en la que gozosamente celebramos que Dios se ha
hecho de nuestra familia, que ilumina toda nuestra
existencia, y que nos pide una acogida de fe y de amor.
J.
ALDAZABAL (+)