GUIADOS POR LA PALABRA DE DIOS |
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NOVIEMBRE |
MARTES - 29 |
DICIEMBRE |
JUEVES
- 1 |
VIERNES - 2 |
SÁBADO - 3 |
REFLEXIONES
TESTIGOS DE LA FE HOY
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Si queremos ser hoy
* En Europa hay
signos
* Para muchos es
difícil
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LAS VELAS DE ADVIENTO
Las velas de Adviento
son,
UN NUEVO
AÑO LITÚRGICO Comenzamos de nuevo el Año Litúrgico con este tiempo que llamamos Adviento; tiempo de esperanza y de encuentro con el Señor, que se hizo hombre para buscarnos a todos los que andamos dispersos y desorientados a causa del pecado. Mi vida es Cristo dice San Pablo y también nosotros queremos afirmar lo mismo en este comienzo del año. Por poco que reflexionemos, descubrimos en todos los rincones del mundo una realidad, tanto personal como social, que nos lleva al desaliento, al enfado, a la desesperanza.
Se dan situaciones frecuentes y graves que nos desbordan, nos hacen
sentir impotentes, nos
irritan, nos llenan de oscuridad, desánimo e impotencia, y que nos plantean una
pregunta muy
seria ¿Dónde está Dios? ¿Es que se ha olvidado de nosotros? ¿Es que nos
ha dejado, cansado de nuestras torpezas? |
Esas situaciones deben hacernos descubrir nuestros pecados y nuestras culpas, como lo hiciera el Pueblo de Israel; porque hemos sido y somos nosotros quienes destrozamos el mundo y provocamos la muerte masiva de seres humanos. Porque somos nosotros quienes vivimos amargados y hacemos sufrir –a veces mucho- a quienes tenemos junto a nosotros. Y el descubrimiento de nuestros pecados debe provocar en nosotros el arrepentimiento y la oración: ¡Ojalá rasgases el cielo y bajaras! ¡Ojalá salieras a nuestro encuentro y fuéramos salvados. Estamos en camino. Buscamos constantemente. Ojalá levantemos nuestros ojos y encontremos al Señor, que es el final de la búsqueda. La oración esperanzada que brota del corazón arrepentido, se apoya en la promesa de salvación que hizo Dios a los hombres después del primer pecado. Promesa que cumplió en Jesús de Nazaret viniendo así al encuentro de los hombres. Pero los humanos seguimos dormidos y olvidamos que vino a nuestro encuentro, o estamos tan dormidos que no somos capaces de descubrir que ya está aquí, a nuestro lado. La Palabra de Dios intenta sacarnos de nuestra modorra diciéndonos: ¡Vigilad! Pues no sabéis cuándo vendrá el Señor. Y el Señor se hace presente en nuestra vida en muchos acontecimientos pequeños y grandes a los que no somos capaces de mirar con ojos limpios para descubrir la presencia del Señor; porque andamos ocupados con nuestras cosas, nuestras pequeñeces, o con nuestras miserias que hacen presente el pecado y el mal allá donde nosotros estamos. ¡Velad para que el Señor no os encuentre dormidos! El tiempo de Adviento, como tiempo de preparación a la Navidad, es tiempo de conversión y arrepentimiento; es tiempo de oración y súplica confiando en la misericordia del Señor. Es tiempo de esperanza porque el Señor es el que más interés tiene de encontrarse con nosotros y espera encontrarnos despiertos. Propongámonos esta primera semana dedicar tiempo a la oración suplicando al Señor que venga a nosotros y llene nuestra vida de su presencia y su esperanza.
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LUNES -
5 |
MARTES
- 6 |
MIÉRCOLES
- 7 |
JUEVES
- 8 |
VIERNES
- 9 |
SÁBADO
- 10 |
REFLEXIONES
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Tenemos que hacer un alto
* Mirar al Señor como modelo y Maestro; ponernos en camino
* Es necesario saber guardar
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La luz va ensanchándose, iluminando nuestros caminos, con frecuencia erróneos y callejones sin salida. Debemos ponernos en el buen camino, en la familia, en los lugares de trabajo, en la comunidad cristiana.
Cuando el señor tenía que emprender un viaje era costumbre, en aquel tiempo, mandar por delante a los criados para que le preparan el camino y anunciaran su llegada. Con medios de comunicación de entonces tan rudimentarios, se hacía necesario allanar el sendero, quitar los abrojos y espinas, apartar las piedras y los riscos, enderezar lo que estaba torcido, suavizar y abajar lo que podía ser una pendiente peligrosa, y ver el modo de cruzar y superar un barranco o una zanja peligrosa. Cuando llega Juan el Bautista, retomando las palabras de Isaías y urge a aquellas gentes preparar el camino al Señor; está también dirigiéndose a cada uno de nosotros, ya que en nuestra vida hay grandes obstáculos que hacen difícil el encuentro con el Señor; y al mismo tiempo anuncia a voces la premura de su llegada. Es muy clara la razón por la que el Bautista se dirige a nosotros: Tenemos en nuestro corazón las piedras las rocas de nuestro orgullo, nuestras ambiciones, nuestra soberbia, nuestro empeño de querer ser como Dios y decidir por nuestra cuenta lo que está bien y lo que está mal. |
Es muy clara la razón por la que el Bautista se dirige a nosotros: Tenemos en nuestro corazón las piedras las rocas de nuestro orgullo, nuestras ambiciones, nuestra soberbia, nuestro empeño de querer ser como Dios y decidir por nuestra cuenta lo que está bien y lo que está mal. Tenemos torcidas de nuestras intenciones, deseos. Nuestros desánimos, cansancios, pereza, inconstancias, impaciencia, desilusiones son los valles y zanjas que hemos de rellenar. … Nuestra prisa y nuestra tozudez de que el Señor haga las cosas pronto y como a nosotros nos gusta, son obstáculos que hemos de evitar. Esforzarnos por ir haciendo desaparecer esos obstáculos es una tarea y una responsabilidad que nos incumbe a nosotros, porque son obstáculos que hemos puesto nosotros. No echemos culpas responsabilidades a los demás para justificar lo que no hacemos. ¿Estamos en el buen camino? Juan el Bautista, el mensajero que envió por el Señor por delante para gritar: "El Señor está cerca! Convertíos; pedid perdón por vuestros pecados! "…era admirado por sus discípulos y por cuantos le escuchaban. Podía haber aprovechado la situación para convertirse en líder de un movimiento revolucionario que saciara las ansias de salvación y de libertad que entonces tenía el pueblo d Israel. Pero no fue así. Repetía constantemente: No soy yo. Viene Otro. Su misión era gritar: ¡Ya está ahí! Y señalarlo. A nosotros nos resulta fácil caer en la tentación de creernos salvadores de todos y de todo. Incluso del mundo. No nos resulta fácil tener la actitud humilde de Juan y señalar a Jesús como el verdadero salvador. Y sin embargo esa es nuestra misión; la misión de todos cuantos están comprometidos en la misión evangelizadora: Los pastores de la Iglesia, los misioneros, los catequistas, los educadores cristianos, los padres de familia… Esta segunda semana de Adviento podemos proponernos como objetivo remover alguno de los obstáculos de impiden la presencia del Señor en nosotros, y revisar cómo llevamos a cabo nuestra misión evangelizadora, suplicando que nos conceda la humildad de ser instrumentos en sus manos, y que sólo seremos instrumentos eficaces si estamos llenos de Él.
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LUNES - 12 |
MARTES - 13 |
MIÉRCOLES - 14 |
JUEVES 15 |
VIERNES 16 |
SÁBADO 17 |
REFLEXIONES TERCERA SEMANA
EL CENTRO DE NUESTRA VIDA ES CRISTO
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En las
tinieblas se encendió una luz,
Adornad
vuestra alma como una novia que se engalana el día de su boda. |
Juan no es el Mesías, sino la Voz que grita: "Preparad el camino al Señor. Él no es la Luz, sino el testigo de la Luz". Desconciertan a sus oyentes estas afirmaciones porque no son capaces de discernir dónde se hace presente un profeta y la importancia de su misión. Siempre un profeta habla en nombre de Dios para invitar a la conversión poniendo al descubierto el pecado y la infidelidad de los hombres, y anunciando a la vez la salvación que Dios ofrece a todos. La misión profética la ha recibido la Iglesia con el mismo objetivo que Juan: Invitar a la conversión y señalar a Jesús como el Salvador, como el que quita el pecado del mundo. Cristo es la meta y en Él encontramos también el camino para llegar a la misma. La Iglesia existe para evangelizar, para dar a conocer al Señor al mundo entero. No debe tener excesiva preocupación por ella misma ni encerrarse en pequeñas cuestiones internas de organización o de lugar público. Cuando actúa así, la Iglesia no cumple su misión porque no habla de Jesús ni lo señala a Él como el Salvador, sino que habla en exceso de ella misma considerando que todo cuanto dice es salvación para los demás. Esa manera de actuar y de hablar no transmite nada ni convence a nadie. Crea más bien desazón e inquietud. No genera alegría |
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LUNES
- 19 |
MARTES
- 20 |
MIÉRCOLES
- 21 |
JUEVES
- 22 |
VIERNES
- 23 |
SÁBADO
- 24 |
REFLEXIONES LA VIRGEN MARÍA, DISCÍPULA SIEMPRE EN SALIDA
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Al
encender estas cuatro velas, en el último domingo, Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. ¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos
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1. Es obvio que la figura central de este domingo es María, como lo ha sido el Bautista el domingo pasado. Ella es ejemplo de tener el corazón abierto para recibir al Señor, encontrarse con Él y hacerse una misma cosa con Él. Y la apertura de su corazón está apoyada en la fe, el amor y la esperanza La fe y la confianza en la Palabra de Dios que siempre se cumple, porque las promesas de Dios son fruto del amor a su pueblo. El amor al Dios de las promesas, que es el centro de su corazón, al que ama sobre todas las cosas y a quien ha entregado su vida. La esperanza en que las promesas de Dios se cumplen siempre. Sólo hay que saber esperar el momento que Dios considere oportuno. Para su sorpresa, las promesas se van a cumplir en Ella. En su diálogo con el ángel le manifiesta su desconcierto y sus miedos, y su no entender lo que se le dice. Y todo ese diálogo lo podemos resumir con la sencillez de dos frases: "Aquí está la esclava del Señor", "Hágase en mí según tu palabra". Y esas promesas también se cumplieron en S. Pablo en Damasco cuando, derribado del caballo dice: Señor ¿qué quieres de mi? Y desde entones cambió su vida convirtiéndose de perseguidor en anunciador y defensor de la Buena Noticia. 2. Cuando está ya próxima la celebración del nacimiento de Jesús, la Palabra de Dios nos invita a poner nuestros ojos en María para encontrar en Ella las actitudes y la disponibilidad que hemos de tener en Navidad: - Ella debe ser ejemplo de nuestro encuentro con el Señor, al que hemos de llegar desde la oración confiada y humilde. - Dios viene a nuestro encuentro porque nos quiere y nosotros descubrimos la alegría de ese amor que nos llena y nos trasfigura en el perdón y en su misericordia. - Dios quiere que seamos personas de fe y de confianza teniendo los cimientos en la seguridad del amor d Dios. Y desde ese amor, amar a los demás.
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