PALABRA DE DIOS 
 

 

PRIMERA LECTURA
Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7

La lectura pertenece a lo que llamamos el tercer Isaías.
      ¿Dónde está aquel Dios de los padres, el Padre y redentor?
     ¿Por qué ya no les gobierna?
     ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!
     Porque tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero.

 

PRESENTACIÓN

Esta primera lectura pertenece al tercer Isaías, compilación de textos perteneciente a los años comprendidos entre el 530 y 475 a. C., después del destierro.

Isaías 63,7 - 64, 11, a la que pertenece esta perícopa, es una meditación sobre la historia de Israel en un tono de lamentación, al estilo de los salmos.

Comienza con una acción de gracias y el recuerdo del pasado. Reconoce que Dios mismo los rescató (v9),

A partir del v 15, cambia el tono: ¿Es que tus entrañas se han cerrado para mí? (v15)

Y aquí designa a Dios con dos títulos acuñados en esa época: "Padre" y "Redentor". Si los padres (Abraham y Jacob-Israel) no les reconocen, Él debe ser el Padre; si los suyos no pueden salvarles, rescatarles, El debe ser el Redentor (v16)

Sin embargo, ¿qué está pasando? ¿porqué Dios les permite salirse de sus caminos? ¿porqué no les gobierna?

Y tras el análisis de la situación, el gran deseo: "¡Ah si rompieses los cielos y descendieses!"

Todos verían las obras de su bondad, porque "jamás oído oyó ni ojo vio un Dios... que hiciera tanto por el que espera en él" (64,3)

Estábamos llenos de pecado, te habíamos abandonado y tú, Señor, eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; somos todos obra de tus manos".

ISAÍAS 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7

Tú, Señor, eres nuestro padre,
tu nombre de siempre es "nuestro redentor".

Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos
y endureces nuestro corazón para que no te tema?

Vuélvete por amor a tus siervos
y a las tribus de tu heredad.

¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia!

Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia.

Jamás oído oyó ni ojo vio
un Dios, fuera de ti,
que hiciera tanto por el que espera en él.

Sales al encuentro del que practica la justicia
y se acuerda de tus caminos

Estabas airado y nosotros fracasamos:
aparta nuestras culpas y seremos salvos.

Todos éramos impuros,
nuestra justicia era un paño manchado;
todos nos marchitábamos como follaje,
nuestras culpas nos arrebataban como el viento.

Nadie invocaba tu nombre
ni se esforzaba por aferrarse a ti;
pues nos ocultabas tu rostro
y nos entregabas al poder de nuestra culpa.

Y, sin embargo, Señor,
tú eres nuestro padre,
nosotros, la arcilla, y tú el alfarero:
somos todos obra de tu mano.

No te excedas en la ira, Señor,
no recuerdes siempre nuestra culpa:
mira que somos tu pueblo.

Palabra de Dios

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 79

PRESENTACIÓN

El Salmo 79 tiene un tono de lamentación y súplica.

Utiliza para designar a Dios el título de pastor y para el pueblo el de rebaño.

Él guía a José como a un rebaño; Él guía a su pueblo desde el Arca de la Alianza, sentado entre querubines.

"Pastor de Israel, escucha
tú que te sientas sobre querubines, resplandece"

Pero, ahora, parece ausente, como adormilado y, sin embargo, lo necesitan.

"Despierta tu poder
y ven a salvarnos"

Y la súplica se intensifica cuando se sienten humillados por sus enemigos,

"¿Hasta cuándo vas a estar airado
mientras tu pueblo te suplica?

cuando experimentan el dolor y el sufrimiento.

"Les a comer pan de llanto,
les haces beber lágrimas a tragos...
nuestros enemigos se burlan de nosotros"

Con la imagen de la viña, rememora las etapas principales de la historia y pide que todo vuelva a ser como antes.

"Ven a visitar la viña,
la cepa que tu mano plantó"

También ellos se comprometen a la fidelidad.

"No nos alejaremos de ti
danos vida para que invoquemos tu nombre"

 
SALMO 79

R/. Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos
R/ Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.
R/ Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
R/ Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

 

SEGUNDA LECTURA
1ª Corintios 1, 3-9

El comienzo de la carta a los corintios: el saludo y la oración por ellos en la Acción de Gracias.
      Les recuerda que los dones y carismas que tiene la comunidad no son fruto de su inteligencia.
     La salvación es pura gratuidad de Dios, que, por Cristo muerto y resucitado, nos ha concedido. Ese Cristo que un día volverá glorioso.

 

PRESENTACIÓN

Comienza la carta a los Corintios al uso de San Pablo. Tras el saludo y el deseo de la gracia y la paz del Padre y de Jesucristo, su oración en la Acción de Gracias es por esa comunidad de Corinto, que está pasando por momentos difíciles, sobretodo en cuanto a la comunión.

La comunidad ha sido enriquecida por dones y carismas, pero sólo la centralidad de Cristo en ella y en cada uno de sus miembros, dará fuerza a una Iglesia que tiene la tentación de creer que los dones y carismas que posee son sólo fruto de su inteligencia y de su sabiduría humana.

La salvación no es más que pura gratuidad de parte de Dios. El testimonio de Cristo que Pablo ha dado a la comunidad, no se ha apoyado en los materiales frágiles de la sabiduría humana, sino en la acción de Dios y el poder de la resurrección de Cristo, que un día volverá glorioso.

Y mientras llega ese día, con la fuerza del Señor, hay que mantenerse firmes, hay que recorrer el largo camino de hacer crecer la semilla de la vida divina depositada en nosotros, sin desánimos y con confianza, pues Dios nos "llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡Y Él es fiel!

 

1ª CORINTIOS 1, 3-9

Hermanos:

La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo sean con vosotros.

En mi Acción de Gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.

Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.

De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor nuestro.

Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo. Jesucristo Señor nuestro. ¡Y El es fiel!

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
(Sal 84, 8)

 Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación

 

EVANGELIO
Marcos 13, 33-37

 Acompañados por el Evangelio de San Marcos 


Hoy estamos celebrando con gozo y alegría la Fiesta de San Marcos,  evangelista. Era primo de Bernabé, acompañó… | Ícones ortodoxos, Ícone  ortodoxo, Ícone bizantinoEvangelio según san Marcos

Introducción

El Evangelio según san Marcos es un escrito de estilo narrativo que presenta la figura de Jesús de Nazaret, pero no como una mera biografía, sino que el objetivo es proclamar la fe de la comunidad en Cristo muerto y resucitado. Por ello, los episodios suelen estar relatados de manera general. Jesús no es descrito en profundidad. Los acontecimientos son narrados de manera esquemática y no hay referencias a la infancia de Cristo.

El autor podría ser Juan Marcos, más conocido como Marcos. Nació en Jerusalén y evangelizó activamente durante los primeros tiempos del cristianismo. Marcos es citado en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 12,12.25; 15,37.39), la tradición cristiana primitiva lo relaciona con el apóstol Pedro (1Pe 5,13) y es mencionado también en los escritos paulinos (Col 4,10; 2Tim 4,11; Flm 24).

Según la opinión tradicional, el evangelista Marcos habría escrito en Roma el evangelio que lleva su nombre. La fecha de redacción se situaría alrededor del año 70 dC, aunque algunos, también con buenas razones, proponen una fecha anterior. El relato de Marcos se dirigía originariamente cristianos o futuros cristianos de origen pagano.

Estructura

Durante mucho tiempo se pensó que no se tenía que buscar en el evangelio de Marcos una estructuración lógica, sino que los diferentes materiales estaban reunidos de manera más o menos casual, sin mucho orden. Pero en tiempos recientes muchos autores han descubierto una notable coherencia interna en la obra de Marcos y han sido propuestas varias estructuras.

Vemos que la primera frase del evangelio (1,1), identificada como «título», resume todo el contenido: la buena noticia de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios. El tema dominante es la persona de Jesús y su actividad, que se despliega básicamente en dos grandes áreas geográficas: Galilea y Jerusalén.

En la primera parte, tras hacerse bautizar por Juan, Jesús regresa a Galilea y comienza a anunciar la buena noticia de Dios (1,14). El periodo de Galilea está formado por tres secciones (1,14-3,6; 3,7-6,6a; 6,6b-8,26). Cada una de estas secciones alterna, de manera regular, un resumen de la actividad de Jesús (1,14-15; 3,7-12; 6,6b), una escena referida a los discípulos (1,16-20; 3,13-19; 6,7-13), diversos episodios relacionados con enseñanzas y actuaciones de Jesús (1,21-3,5; 3,20-5,43; 6,14-8,13) y la presencia de actitudes o bien contrarias a Jesús -por parte de los adversarios, de la gente de su pueblo y de algunos sus familiares (3,6; 6,1-6a)- o bien ausentes de cualquier comprensión -por parte de los discípulos (8,14-21). En el centro del evangelio, encontramos la confesión de fe en Cesárea de Filipo (8,27-30), en la cual Pedro reconoce a Jesús como Mesías.

La segunda gran etapa del ministerio de Jesús, tal como Marcos la presenta, se desarrolla en el camino hacia Jerusalén y en la misma ciudad (8,27-16,8). En una primera sección (8,27-10,52), Jesús, ya reconocido por los discípulos como el Mesías, manifiesta en tres anuncios de la pasión (8,31; 9,31; 10,32-34) cuál es su camino como Hijo del hombre (como es referido el Mesías en el libro de Daniel). Ante la dificultad de los discípulos para comprender el camino de Jesús (8,32-33; 9,32-34; 10,35-37), él continúa ofreciéndoles sus enseñanzas (8,34-38; 9,35-50; 10,38-45). La segunda sección tiene lugar en Jerusalén mismo (11,1-13,37), donde Jesús lleva a cabo su ministerio mediante algunas actuaciones en el templo (11,11.15-19) y con distintas enseñanzas (11,27-13,37). Finalmente, el evangelio llega a su punto culminante en el relato de la pasión (14-15) y el anuncio de la resurrección (16,1-8).

La primera redacción del evangelio de Marcos acababa de manera precipitada en el versículo 8 del capítulo 16: «Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenían.» Siguen unos cuantos versículos (16,9-20) que contienen relatos de apariciones de Jesús. Este apéndice, inspirado en los evangelios de Lucas y de Juan, fue escrito, probablemente, en el primer tercio del s. II d.C. El final original del evangelio (16,8), está abierto a la respuesta activa de los lectores. Hay un claro mensaje del ángel («¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí.», 16,6), que contiene una invitación a los discípulos a reunirse con Jesús en Galilea, donde él ahora les espera («allí lo veréis, como os dijo», 16,7). Allí, fortalecidos con la luz de la resurrección, seguirán de nuevo al Señor.

(Tomado de "Iglesia Archidiocesana de Barcelona)

 

Jesús habla a Pedro, Santiago, Juan y Andrés del fin de Jerusalén (destruida en el año 70), del fin del mundo y la vuelta del Señor.
      Y les dirá que hay que estar preparados y, cumplir, mientras tanto, el encargo que se nos hace. Al portero le encarga la vigilancia.
      Y a todos nos dice: "Velad", para que, cuando llegue, no nos encuentre dormidos.

 

PRESENTACIÓN

Ante la grandeza del Templo de Jerusalén, un discípulo pondera a Jesús las piedras y las construcciones. Jesús le dirá que de esas construcciones no quedará piedra sobre piedra.

Ya en privado, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntan a cerca del tiempo en el que sucederá esa destrucción.

Y Jesús comienza a hablarles del fin, tanto del de Jerusalén, como del final de los tiempos, usando Marcos el género literario que llamamos apocalíptico.

Y les hablará de guerras y persecuciones (los lectores de Marcos las están padeciendo ya), pero no hay que temer, el Espíritu está con ellos; y de una destrucción total que dejará a la vista al Hijo del Hombre, que viene entre nubes en su gloria.

Hay que estar preparados porque nadie sabe cuándo será el día y la hora.

Por lo tanto, concluye Marcos este discurso a cerca del final de los tiempos, vigilad, velad porque no se sabe cuándo viene el dueño.

Tanto el tema de la parábola de la higuera, que precede a esta del hombre que se marcha y deja la tarea a los criados, se repiten con frecuencia en los sinópticos.

Podríamos resumir diciendo: el Señor está cerca, estad preparados, vigilad y no esperéis de brazos cruzados.
 

 MARCOS 13, 33-37

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

—Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.

Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.

Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.

Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!

Palabra de Dios