EVANGELIO
Marcos
13, 33-37
Acompañados
por el Evangelio de San Marcos
Evangelio
según san Marcos
Introducción
El Evangelio según san Marcos es un escrito de
estilo narrativo que presenta la figura de Jesús
de Nazaret, pero no como una mera biografía,
sino que el objetivo es proclamar la fe de la
comunidad en Cristo muerto y resucitado. Por
ello, los episodios suelen estar relatados de
manera general. Jesús no es descrito en
profundidad. Los acontecimientos son narrados de
manera esquemática y no hay referencias a la
infancia de Cristo.
El autor podría ser Juan Marcos, más conocido
como Marcos. Nació en Jerusalén y evangelizó
activamente durante los primeros tiempos del
cristianismo. Marcos es citado en el libro de
los Hechos de los Apóstoles (Hch 12,12.25;
15,37.39), la tradición cristiana primitiva lo
relaciona con el apóstol Pedro (1Pe 5,13) y es
mencionado también en los escritos paulinos
(Col 4,10; 2Tim 4,11; Flm 24).
Según la opinión tradicional, el evangelista
Marcos habría escrito en Roma el evangelio que
lleva su nombre. La fecha de redacción se
situaría alrededor del año 70 dC, aunque
algunos, también con buenas razones, proponen
una fecha anterior. El relato de Marcos se
dirigía originariamente cristianos o futuros
cristianos de origen pagano.
Estructura
Durante mucho tiempo se pensó que no se tenía
que buscar en el evangelio de Marcos una
estructuración lógica, sino que los diferentes
materiales estaban reunidos de manera más o
menos casual, sin mucho orden. Pero en tiempos
recientes muchos autores han descubierto una
notable coherencia interna en la obra de Marcos
y han sido propuestas varias estructuras.
Vemos que la primera frase del evangelio (1,1),
identificada como «título», resume todo el
contenido: la buena noticia de Jesús, el Mesías,
el Hijo de Dios. El tema dominante es la persona
de Jesús y su actividad, que se despliega
básicamente en dos grandes áreas geográficas:
Galilea y Jerusalén.
En la primera parte, tras hacerse bautizar por
Juan, Jesús regresa a Galilea y comienza a
anunciar la buena noticia de Dios (1,14). El
periodo de Galilea está formado por tres
secciones (1,14-3,6; 3,7-6,6a; 6,6b-8,26). Cada
una de estas secciones alterna, de manera
regular, un resumen de la actividad de Jesús
(1,14-15; 3,7-12; 6,6b), una escena referida a
los discípulos (1,16-20; 3,13-19; 6,7-13),
diversos episodios relacionados con enseñanzas y
actuaciones de Jesús (1,21-3,5; 3,20-5,43;
6,14-8,13) y la presencia de actitudes o bien
contrarias a Jesús -por parte de los
adversarios, de la gente de su pueblo y de
algunos sus familiares (3,6; 6,1-6a)- o bien
ausentes de cualquier comprensión -por parte de
los discípulos (8,14-21). En el centro del
evangelio, encontramos la confesión de fe en
Cesárea de Filipo (8,27-30), en la cual Pedro
reconoce a Jesús como Mesías.
La segunda gran etapa del ministerio de Jesús,
tal como Marcos la presenta, se desarrolla en el
camino hacia Jerusalén y en la misma ciudad
(8,27-16,8). En una primera sección
(8,27-10,52), Jesús, ya reconocido por los
discípulos como el Mesías, manifiesta en tres
anuncios de la pasión (8,31; 9,31; 10,32-34)
cuál es su camino como Hijo del hombre (como es
referido el Mesías en el libro de Daniel). Ante
la dificultad de los discípulos para comprender
el camino de Jesús (8,32-33; 9,32-34; 10,35-37),
él continúa ofreciéndoles sus enseñanzas
(8,34-38; 9,35-50; 10,38-45). La segunda sección
tiene lugar en Jerusalén mismo (11,1-13,37),
donde Jesús lleva a cabo su ministerio mediante
algunas actuaciones en el templo (11,11.15-19) y
con distintas enseñanzas (11,27-13,37).
Finalmente, el evangelio llega a su punto
culminante en el relato de la pasión (14-15) y
el anuncio de la resurrección (16,1-8).
La primera redacción del evangelio de Marcos
acababa de manera precipitada en el versículo 8
del capítulo 16: «Ellas salieron huyendo del
sepulcro, pues estaban temblando y fuera de sí.
Y no dijeron nada a nadie, del miedo que
tenían.» Siguen unos cuantos versículos
(16,9-20) que contienen relatos de apariciones
de Jesús. Este apéndice, inspirado en los
evangelios de Lucas y de Juan, fue escrito,
probablemente, en el primer tercio del s. II d.C.
El final original del evangelio (16,8), está
abierto a la respuesta activa de los lectores.
Hay un claro mensaje del ángel («¿Buscáis a
Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha
resucitado. No está aquí.», 16,6), que contiene
una invitación a los discípulos a reunirse con
Jesús en Galilea, donde él ahora les espera
(«allí lo veréis, como os dijo», 16,7). Allí,
fortalecidos con la luz de la resurrección,
seguirán de nuevo al Señor.
(Tomado de "Iglesia Archidiocesana de Barcelona) |
Jesús
habla a Pedro, Santiago, Juan y Andrés del fin de
Jerusalén (destruida en el año 70), del fin del mundo
y la vuelta del Señor.
Y les dirá que hay que
estar preparados y, cumplir, mientras tanto, el encargo
que se nos hace. Al portero le encarga la vigilancia.
Y a todos nos dice:
"Velad", para que, cuando llegue, no nos
encuentre dormidos. |
PRESENTACIÓN
Ante
la grandeza del Templo de Jerusalén, un discípulo pondera
a Jesús las piedras y las construcciones. Jesús le dirá
que de esas construcciones no quedará piedra sobre piedra.
Ya
en privado, Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntan a
cerca del tiempo en el que sucederá esa destrucción.
Y
Jesús comienza a hablarles del fin, tanto del de
Jerusalén, como del final de los tiempos, usando Marcos el
género literario que llamamos apocalíptico.
Y
les hablará de guerras y persecuciones (los lectores de
Marcos las están padeciendo ya), pero no hay que temer, el
Espíritu está con ellos; y de una destrucción total que
dejará a la vista al Hijo del Hombre, que viene entre nubes
en su gloria.
Hay
que estar preparados porque nadie sabe cuándo será el día
y la hora.
Por
lo tanto, concluye Marcos este discurso a cerca del final de
los tiempos, vigilad, velad porque no se sabe cuándo viene
el dueño.
Tanto
el tema de la parábola de la higuera, que precede a esta
del hombre que se marcha y deja la tarea a los criados, se
repiten con frecuencia en los sinópticos.
Podríamos
resumir diciendo: el Señor está cerca, estad preparados,
vigilad y no esperéis de brazos cruzados.
MARCOS 13,
33-37
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
—Mirad,
vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es
igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó
su casa y dio a cada uno de sus criados su
tarea, encargando al portero que velara.
Velad
entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño
de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o
al canto del gallo, o al amanecer: no sea que
venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo
que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!
Palabra
de Dios
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