PALABRA DE DIOS 
 

 

PRIMERA LECTURA
Isaías 61, 1-2a. 10-11

El texto de Isaías que se proclama este domingo tiene dos partes: la primera, el profeta da una buena noticia al pueblo, sobretodo a los que sufren, y esta buena noticia es que llega el Año de Gracia del Señor; en la segunda, el pueblo se alegra como si las promesas anunciadas se hubieran cumplido ya.

 

PRESENTACIÓN

El texto que se nos presenta este domingo tiene dos partes bien diferenciadas. La primera, Is 61, 1-2a, en la que el profeta da una buena noticia al pueblo; en la segunda, el pueblo, por boca del profeta, se alegra como si las promesas anunciadas en la primera parte ya se hubieran cumplido.

"El Espíritu del Señor me ha enviado a anunciar una buena noticia a los de corazón afligido, la libertad a los prisioneros y cautivos..." ¿Cómo puede sentirse el pueblo de Dios así si ya han vuelto del destierro y están ya en su casa?

Y es que las cosas no fueron como esperaban. Creían que todo iba a ser maravilloso, como la luz que ciega a quien ha estado a oscuras en un calabozo.

Descubren que existen en la vida otras cadenas, otras prisiones, menos materiales, pero tan opresoras.

Vuelven del exilio con alegría, esperanza y grandes proyectos y se encuentran que allí no les espera nadie, que sus tierras han sido ocupadas por extranjeros, que la práctica religiosa va por caminos muy diferentes a la ley de Moisés.

Y otra vez la eterna pregunta: ¿Dios nos ha abandonado?

Y la eterna respuesta: Dios es fiel y cumple sus promesas.

El profeta anticipa con imágenes el "año de gracia del Señor".

Dios mismo les envuelve como manto de gala; Dios mismo es el mejor adorno, la más bella joya y diadema.

Que no cunda el desánimo, de la misma manera que germinan las semillas, brotan los tallos y florecen las plantas en el jardín, Dios cumplirá sus promesa, hará brotar la justicia.

 

ISAÍAS 61, 1-2a. 10-11

El Espíritu del Señor está sobre mí
porque el Señor me ha ungido.

Me ha enviado para dar
la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos
y a los prisioneros, la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor.

Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.

Palabra de Dios

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo - Lucas 1, 46-50. 53-54

PRESENTACIÓN

Hoy en lugar del salmo, la respuesta a la primera lectura está tomada del evangelio de San Lucas 1, 46-50. 53-54, el Magníficat.

María, que ha recibido del ángel Gabriel el anuncio de que va a ser la madre del Hijo de Dios, va a visitar a su pariente Isabel, pues el ángel también le ha revelado que, en su ancianidad, va a tener un hijo.

A los saludos de Isabel, María responde con el Magníficat. Una acción de gracias construida con textos del Antiguo Testamento, tomados de oraciones, salmos o libros de los profetas.

María da gracias con las expresiones de la oración de su pueblo

En la oración de María encontramos los grandes temas de las oraciones bíblicas:

- La alegría de la fe:

"Proclama mi alma la grandeza del Señor
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador".

- La admiración ante la fidelidad de Dios a sus promesas:

"Desde ahora me felicitarán todas las generaciones".

- La acción de gracias por las obras de Dios:

"...porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí".

- La predilección de Dios por los pequeños y los pobres:

"A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos".

El Magníficat, una oración enraizada en la fe del Pueblo de Dios, hecha en nombre y para el Pueblo de Dios.

 
SALMO -  Lc 1, 46-50. 53-54

R/. ME ALEGRO CON MI DIOS

Proclama mi alma la grandeza del Señor
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
R/. ME ALEGRO CON MI DIOS

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
R/. ME ALEGRO CON MI DIOS

A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia.
R/. ME ALEGRO CON MI DIOS

 

SEGUNDA LECTURA
Tesalonicenses 5, 16-24

San Pablo llama a la alegría, pero a la alegría profunda de una comunidad creyente que acoge la Buena Noticia de la Palabra de Dios, que va leyendo en su vida los signos del Espíritu, que vive en comunión fraterna.
     Y todo ello porque el Señor está cerca.

 

PRESENTACIÓN

Si analizamos la marcha del mundo, las palabras de San Pablo. "estad siempre alegres", se quedan en un deseo lejano.

Pero si nos adentramos en el pensamiento de San Pablo, nos damos cuenta de que no se trata de una alegría vacía, tonta, sin fundamento.

Pablo habla de la alegría en la comunidad creyente; la alegría de acoger la Buena Noticia de la Palabra de Dios; la alegría de ir leyendo en nuestra vida los signos del Espíritu; la alegría de la comunión fraterna.

Y la razón profunda de la alegría es que el Señor está cerca. Esta espera de la vuelta del Señor era una de las características de las primeras comunidades cristianas.

Para Pablo, la meta es el establecimiento del Reino de Dios al final de los tiempos.

El Señor es fiel y cumplirá sus promesas.

Aquí podríamos decir: primero, que Dios es el primer empeñado en la construcción del Reino, segundo, que es fiel y cumplidor, algo que los judíos entendían bien, pero para los de procedencia pagana era era una novedad extraordinaria, tercero, él nos llama a colaborar con Él en la construcción del Reino.

Y dos recomendaciones: no despreciéis el don de profecía, aunque habrá que saber discernir, quedaos con lo bueno, con lo que construye el Reino.

 

TESALONICENSES 5, 16-24

Hermanos

Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la Acción de Gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.

No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno.

Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Isaías 61, 1

 El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

 

EVANGELIO
Juan 1, 6-8. 19-28

 

La figura central de este domingo es Juan Bautista, presentado según el prólogo de san Juan.
     A la pregunta: ¿Tú quién eres?, él dice:  Yo no soy ni el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Yo soy "la voz que grita" que hay que preparar el camino al Señor; él es testigo de que la Luz ha llegado. Él es la lámpara. 

 

PRESENTACIÓN

"¿Tú quién eres?", le preguntan a Juan Bautista; y él responde enseguida:"Yo no soy el Mesías".

Y es que, en la época en la que vivió Jesús, había una una gran sensibilidad en lo referente a la proximidad de la venida del Mesías.

¿Eres Elías?, ¿eres el Gran Profeta?. Se creía que antes de la llegada del Mesías, vendrían Elías o un gran profeta como Moisés.

Él no es ninguno de esos; él es la voz que grita en el desierto, aquel del que ya había hablado el profeta Isaías. El Mesías está cerca y él es la voz que lo anuncia.

El evangelista San Juan insiste mucho en la humildad de Juan Bautista.

El no atrae a la gente para él, eso que muchos le siguen y van a que los bautice, él los dirige hacia el Mesías; él no se presenta como el portador de la verdad, sino el que orienta los corazones hacia el que es la Verdad; él mismo se siente indigno de desatar la correa de sus sandalias.

El ha venido a dar testimonio de que llega la Luz, para que los demás crean en ella, pues el Verbo es la verdadera Luz que, viniendo al mundo, ilumina a todos los hombres. Ya lo dirá Jesús en otro pasaje del Evangelio de San Juan: Juan Bautista es la lámpara.

Zacarías no se equivocó al decir: "Y a ti niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos" (Lc 1, 76).

 

 JUAN 1, 6-8. 19.28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:

—¿Tú quién eres?

El confesó sin reservas:

—Yo no soy el Mesías.

Le preguntaron:

—Entonces ¿qué? ¿Eres tú Elías?

El dijo:

—No lo soy.

—¿Eres tú el Profeta?

Respondió:

—No.

Y le dijeron:

—¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?

El contestó:

—Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor" (como dijo el Profeta Isaías).

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:

—Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías ni Elías, ni el Profeta?

Juan les respondió:

—Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra de Dios