(Mons. José Manuel Lorca Planes: "Enraizados en
Cristo")

LAS VELAS DE ADVIENTO
La
luz va ensanchándose, iluminando nuestros caminos, con frecuencia
erróneos y callejones sin salida.
Debemos
ponernos en el buen camino, en la familia, en los lugares de trabajo, en
la comunidad cristiana.

Cuando el señor tenía que emprender un viaje era costumbre, en aquel
tiempo, mandar por delante a
los criados para que le preparan el camino y anunciaran su llegada.
Con
medios de comunicación de entonces tan rudimentarios, se hacía
necesario allanar el sendero,
quitar los abrojos y espinas, apartar las piedras y los riscos,
enderezar lo que estaba torcido,
suavizar y abajar lo que podía ser una pendiente peligrosa, y ver el
modo de cruzar y superar un barranco
o una zanja peligrosa.
Cuando
llega Juan el Bautista, retomando las palabras de Isaías y urge a
aquellas gentes preparar el camino
al Señor; está también dirigiéndose a cada uno de nosotros, ya que en nuestra vida hay grandes obstáculos que
hacen difícil el encuentro con el Señor; y al mismo
tiempo anuncia a voces la premura de su llegada.
Es
muy clara la razón por la que el Bautista se dirige a nosotros:
Tenemos
en nuestro corazón las piedras las rocas de nuestro orgullo, nuestras
ambiciones, nuestra soberbia, nuestro empeño de querer ser como Dios y decidir por nuestra cuenta lo que está
bien y lo que está mal.
Tenemos
torcidas de nuestras intenciones, deseos.
Nuestros
desánimos, cansancios, pereza, inconstancias, impaciencia, desilusiones
son los valles y zanjas que hemos de rellenar. …
Nuestra
prisa y nuestra tozudez de que el Señor haga las cosas pronto y como a
nosotros nos gusta, son obstáculos que hemos de evitar.
Esforzarnos
por ir haciendo desaparecer esos obstáculos es una tarea y una responsabilidad
que nos incumbe a nosotros, porque son obstáculos que hemos puesto nosotros. No echemos culpas
responsabilidades a los demás para justificar lo que no hacemos.
¿Estamos
en el buen camino?
Juan el Bautista, el mensajero que envió por el Señor por delante para
gritar: "El Señor está cerca!
Convertíos; pedid perdón por vuestros pecados! "…era admirado
por sus discípulos y por cuantos le
escuchaban. Podía haber aprovechado la situación para convertirse
en líder de un movimiento revolucionario que saciara las ansias de
salvación y de libertad que
entonces tenía el pueblo d Israel.
Pero
no fue así. Repetía constantemente: No soy yo. Viene Otro.
Su
misión era gritar: ¡Ya está ahí! Y señalarlo.
A
nosotros nos resulta fácil caer en la tentación de creernos salvadores
de todos y de todo. Incluso del
mundo. No nos resulta fácil tener la actitud humilde de Juan y señalar
a Jesús como el verdadero salvador.
Y sin embargo esa es nuestra misión; la misión de todos cuantos
están comprometidos en la misión evangelizadora: Los pastores de la
Iglesia, los misioneros, los
catequistas, los educadores cristianos, los padres de familia…
Esta segunda
semana de Adviento podemos proponernos
como objetivo remover alguno de los
obstáculos de impiden la presencia del
Señor en nosotros, y revisar cómo
llevamos a cabo nuestra misión
evangelizadora, suplicando que nos
conceda la humildad de ser instrumentos
en sus manos, y que sólo seremos
instrumentos eficaces si estamos llenos
de Él.