"BAUTIZADOS
EN EL ESPÍRITU SANTO"
No
creemos en un charlatán, en un político de turno, en
un comerciante que nos vende en las rebajas.
Creemos
en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.
Dios es
el único, el Absoluto; sólo Dios marca el camino
verdadero a los hombres.
Jesucristo
es el Camino, la Verdad y la Vida.
Para un
verdadero cristiano, todas sus opciones personales,
familiares, sociales, políticas..., deben cotejarse con
la palabra y la vida de Jesucristo y de su Iglesia,
antes de tomar decisiones.
En el
bautismo de Jesús, el Padre ratifica la identidad y la
misión del Hijo, que comienza su vida pública.
Juan
Bautista nos presenta a Jesús como el que "tiene
poder" y él, Juan, no es digno ni de hacer el
signo de sumisión que es desatarle las sandalias.
Por
eso, el bautismo de Juan es un símbolo, es un signo de
conversión para prepararse a la llegada del Mesías.
También
Jesús se acerca a ese bautismo y el Padre, con su voz y
el Espíritu Santo, descendiendo en forma de paloma,
ratifican que Él es el Mesías esperado, que ya no
hará falta el bautismo de Juan, que el Mesías
bautizará con Espíritu Santo.
Y,
así, el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, es la puerta de entrada para ser de los
de Jesús.
Y si el
bautismo de Juan era "para el perdón de los
pecados", el de Jesús, en el Espíritu Santo, los
perdona desde su raíz original y nos hace criaturas
nuevas.
El
bautismo nos injerta en esa vid, que es Cristo, y desde
ese momento, nos alimentamos de su savia, de su vida, de
manera que podamos dar los mismos frutos de Cristo.
"Dar
frutos de Cristo" es pasar por el mundo haciendo el
bien, liberar a los oprimidos por el diablo, presente en
tantas situaciones de egoísmo, odio y violencia, y que
hace que muchísimas personas vivan en situaciones
inhumanas.
"Dar
frutos de Cristo" es ser luz de un mundo que parece
caminar en tinieblas, porque rechaza a Dios y se llena
de ídolos, personas y cosas en las que se pone el
corazón y la vida; frutos de Cristo es "dar la
cara" por Él, para que, quienes van como ciegos
por la vida, puedan ver; para que, quienes se sienten
esclavos de sus propias situaciones o a causa de los
demás, puedan experimentar en Jesús a aquel que viene
a liberarles de sus esclavitudes; para que aquellos que
han perdido el sentido de sus vidas y todo lo ven negro,
en Jesús, encuentren una puerta a la esperanza.
Bautizados
en el Espíritu Santo y, como consecuencia, dar los
frutos de Cristo.
¡Qué
lejos de algunos bautizos que se hacen en nuestras
parroquias!