REFLEXIONES  
 

 

REFLEXIÓN - 1

"BAUTIZADOS EN EL ESPÍRITU SANTO"

No creemos en un charlatán, en un político de turno, en un comerciante que nos vende en las rebajas.

Creemos en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.

Dios es el único, el Absoluto; sólo Dios marca el camino verdadero a los hombres.

Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Para un verdadero cristiano, todas sus opciones personales, familiares, sociales, políticas..., deben cotejarse con la palabra y la vida de Jesucristo y de su Iglesia, antes de tomar decisiones.

En el bautismo de Jesús, el Padre ratifica la identidad y la misión del Hijo, que comienza su vida pública.

Juan Bautista nos presenta a Jesús como el que "tiene poder" y él, Juan, no es digno ni de hacer el signo de sumisión que es desatarle las sandalias.

Por eso, el bautismo de Juan es un símbolo, es un signo de conversión para prepararse a la llegada del Mesías.

También Jesús se acerca a ese bautismo y el Padre, con su voz y el Espíritu Santo, descendiendo en forma de paloma, ratifican que Él es el Mesías esperado, que ya no hará falta el bautismo de Juan, que el Mesías bautizará con Espíritu Santo.

Y, así, el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es la puerta de entrada para ser de los de Jesús.

Y si el bautismo de Juan era "para el perdón de los pecados", el de Jesús, en el Espíritu Santo, los perdona desde su raíz original y nos hace criaturas nuevas.

El bautismo nos injerta en esa vid, que es Cristo, y desde ese momento, nos alimentamos de su savia, de su vida, de manera que podamos dar los mismos frutos de Cristo.

"Dar frutos de Cristo" es pasar por el mundo haciendo el bien, liberar a los oprimidos por el diablo, presente en tantas situaciones de egoísmo, odio y violencia, y que hace que muchísimas personas vivan en situaciones inhumanas.

"Dar frutos de Cristo" es ser luz de un mundo que parece caminar en tinieblas, porque rechaza a Dios y se llena de ídolos, personas y cosas en las que se pone el corazón y la vida; frutos de Cristo es "dar la cara" por Él, para que, quienes van como ciegos por la vida, puedan ver; para que, quienes se sienten esclavos de sus propias situaciones o a causa de los demás, puedan experimentar en Jesús a aquel que viene a liberarles de sus esclavitudes; para que aquellos que han perdido el sentido de sus vidas y todo lo ven negro, en Jesús, encuentren una puerta a la esperanza.

Bautizados en el Espíritu Santo y, como consecuencia, dar los frutos de Cristo.

¡Qué lejos de algunos bautizos que se hacen en nuestras parroquias!

 

 

 

REFLEXIÓN - 2

VIENE EL QUE PUEDE MÁS QUE YO

Comienza la noticia, difundida por Juan Bautista, de la llegada de alguien con más derechos que él. El segundo domingo de adviento tuvimos la ocasión de comentar esta noticia propagada por Juan. Veíamos entonces que desatar las sandalias a alguien es una imagen jurídica para simbolizar el derecho sobre alguien.

Afirmando Juan que él no es digno de agacharse para desatar las sandalias del que está para llegar, está formulando su sumisión y dependencia del que está por llegar. La fuerza de éste radicará en su capacidad para introducir a las gentes en la genuina atmósfera de Dios.

La segunda parte del texto (vs. 9-11) comienza con la noticia del bautismo de Jesús por Juan en el río Jordán. Para Marcos esta noticia no es significativa en sí misma, sino en cuanto ocasión para lo siguiente. En los dos versículos finales Marcos quiere dejar claro que Jesús es el más fuerte, cuya llegada ha sido anunciada por Juan. Para la descripción de esta llegada Marcos se sirve de imágenes y situaciones que la literatura judía, bíblica y no bíblica, relaciona con la venida del Mesías. Más allá del hecho, tal y como éste pudo tener lugar, el autor quiere ofrecer la realidad de un Jesús Mesías e Hijo de Dios. Esta realidad responde en parte a las expectativas judías y en parte las supera.

Comentario. Comenzando como estamos la andadura cristiana de este año litúrgico, bueno es conocer a quien va por delante marcando esa andadura.

Se trata de uno que es fuerte. Cualidad imprescindible en un guía para que pueda ser seguido. Jesús posee la fortaleza capaz de generar seguridad en sus seguidores. Se trata de uno que responde a las expectativas de un pueblo ansioso de un mundo mejor. Esto viene a significar sustancialmente la afirmación de que Jesús es el Mesías. Se trata, por último, del Hijo de Dios. Es esta la razón última y fundamental de la fuerza de Jesús. La realidad divina de Jesús no es una impresión o un deseo de los seguidores; es algo que está en Jesús y que le hace ser Jesús; real con la realidad de lo divino y misteriosa con el misterio de lo divino. Esta realidad divina da sentido a todo lo que Jesús es y significa.

ALBERTO BENITO
Mercabá

 


REFLEXIÓN - 3

OTRA VEZ A EMPEZAR

Una vez que, terminadas las fiestas navideñas, tanta gente se dispone a volver al faenar de cada día, la liturgia nos regala esta fiesta del Bautismo del Señor que tanto puede decirnos al respecto. Jesús con su Bautismo inaugura su quehacer público. Deja el anonimato en el que ha vivido hasta entonces para zambullirse en la misión salvadora para la cual vino. Con el Bautismo de Jesús, Dios se inserta en esa historia de la que jamás dejó de estar presente, para estar de un modo más palpable y audible.

En estos días hemos recordado que Jesús es la Palabra que el Padre Dios acampó en nuestra tierra, pero Palabra que ha asumido hasta el final la condición humana, y por lo tanto, ha querido aprender a hablar nuestros lenguajes. Esta Palabra de nuestro Dios no tiene un sabor revanchista, como si Él se hubiera enojado ante nuestra pertinaz dureza e incomprensión de tantos mensajes y tantos mensajeros como nos ha ido enviando desde que decidimos desoir la primera palabra que nos dirigió en el umbral de la creación. No, no es Jesús la "palabra enfadada", la palabra "despadrada" del Padre Dios. Vuelve a ser una palabra llena de misericordia entrañable.

Ahora vuelve aquella escena que recuerda la primera voz de Dios: el Espíritu de Dios que aletea como una paloma sobre nuestra tierra y nuestra historia. Es una Palabra que nos devuelve la felicidad perdida o pendiente de estreno. Jesús es una Palabra en la que podemos reconocer el lenguaje de nuestro corazón, porque Él pondrá la mejor "letra" a tantos tarareos que nos gastamos con esfuerzo desmedido e ineficaz. Él se ha humanado para enseñarnos a ser humanos, Él ha aprendido a decirse en nuestras lenguas para que nosotros comencemos a balbucir la suya, la que se habla en el hogar trinitario al que estamos destinados felizmente todos nosotros.

Después de las navidades volvemos al faenar de cada día, como Jesús reemprendió su presencia entre nosotros de un modo nuevo tras su Bautismo. Se nos invita a mirarle, a escucharle, porque en Él está nuestro espejo intuido y nuestro eco mejor. La alegría que está donde siempre estuvo y que no depende de consignas de grupo ni de guión de festejos, el gusto por la vida que llena de pasión cada cosa que se hace. Para esto ha venido Jesús, para esto ha comenzado su ministerio. En Él, la creación vuelve a ser pura, creíble, apasionante. Dios nos da su Palabra más amada y preferida... y nuestras voces encuentran finalmente el sentido de su hablar.

+ Jesús Sanz Montes, ofm