Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a
leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has
leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les
ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los
acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así,
la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza,
apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la
Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en
las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros,
como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la
fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que
Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de
fraternidad, de justicia y de paz.
Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has
revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago
y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte
alto.
Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se
volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que
ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos
de ese modo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con
Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es
estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías»; -pues no sabía qué
responder ya que estaban atemorizados-.
Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra,
y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado,
escuchadle.»
Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie
más que a Jesús solo con ellos.
Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie
contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del
hombre resucitara de entre los muertos. Ellos observaron
esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de
«resucitar de entre los muertos.»

Un momento de silencio orante para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en
la oración.
a) ¿Cuál es el punto de este texto que te ha gustado más
y que ha llamado más tu atención?
b) ¿Cómo sucede la transfiguración y cuál es la reacción
de los discípulos ante esta experiencia?
c) ¿Por qué el texto presenta a Jesús con vestidos
resplandecientes mientras habla con Moisés y con Elías?
¿Qué significan para Jesús Moisés y Elías? ¿Y qué
significan para los discípulos?
d) ¿Cuál es el mensaje de la voz del cielo para Jesús?
¿Y cuál es el mensaje para los discípulos?
e) ¿Cómo transfigurar hoy, la vida personal y familiar,
y la vida comunitaria en nuestro barrio?

En este segundo domingo de cuaresma, la Iglesia medita
sobre la Transfiguración de Jesús delante de tres de sus
discípulos que con Él subieron a la montaña.
La Transfiguración acontece después del primer anuncio
de la Muerte de Jesús (Lc 9,21-22). Este anuncio había
dejado confundidos a los dos discípulos y sobre todo a
Pedro.
Observemos de cerca, en sus mínimos detalles, el texto
que nos describe la transfiguración de modo que nos
demos cuenta cómo esta experiencia diversa de Jesús ha
podido ayudar a los discípulos a vencer y superar la
crisis en la que se hallaban.
En el curso de la lectura tratemos de estar atentos a
cuanto sigue:¿Cómo sucede la transfiguración y cuál es
la reacción de los discípulos ante esta experiencia?
Una división del texto para ayudarnos en su lectura:
Marcos 9,2-4: La Transfiguración de Jesús delante sus
discípulos
Marcos 9,5-6: La reacción de Pedro ante la
transfiguración
Marcos 9,7-8: La palabra del cielo que explica el
sentido de la Transfiguración
Marcos 9,9-10: Mantener el secreto de lo que vieron
Para quien quiera profundizar más
El anuncio de la pasión sumergió a los discípulos en una
profunda crisis.
Ellos se encontraban en medio de los pobres, pero en sus
cabezas todo era confusión, perdidos como estaban en la
propaganda del gobierno y en la religión oficial de la
época (Mc 8,15).
La religión oficial enseñaba que el Mesías sería
glorioso y victorioso. Y es por esto por lo que Pedro
reacciona con mucha fuerza contra la cruz (Mc. 8-32)
Un condenado a la muerte de cruz no podía ser el Mesías,
al contrario, según la Ley de Dios, debía ser
considerado como un “maldito de Dios” (Dt 21,22-23).
Ante esto, la experiencia de la Transfiguración de Jesús
podía ayudar a los discípulos a superar el trauma de la
Cruz. En efecto, en la Transfiguración, Jesús aparece en
la gloria, y habla con Moisés y con Elías de su Pasión y
Muerte (Lc 9,31). El camino de la gloria pasa por tanto
por la cruz.
En los años 70, cuando Marcos escribe su evangelio, la
cruz constituía un gran impedimento para la aceptación
de Jesús como Mesías por parte de los judíos. ¿Cómo
podía ser que un crucificado, muerto como un marginado,
pudiese ser el gran Mesías esperado por siglos de los
pueblos? La cruz era un impedimento para creer en Jesús.
“La cruz es un escándalo” decían (1Cor 1,23).
Las comunidades no sabían cómo responder a las preguntas
críticas de los judíos. Uno de los mayores esfuerzos de
los primeros cristianos consistía en ayudar a las
personas a comprender que la cruz no era un escándalo,
ni locura, antes bien, era la expresión del poder y de
la sabiduría de Dios (1Cor 1,22-31).
El evangelio de Marcos contribuye a este esfuerzo. Se
sirve de textos del Viejo Testamento para describir la
escena de la Transfiguración. Ilumina los hechos de la
vida de Jesús y muestra que en Jesús se ven realizadas
las profecías y que la Cruz es el camino que conduce a
la gloria.
¡Y no sólo la cruz de Jesús era un problema!. En los
años 70 la cruz de la persecución formaba parte de la
vida de los cristianos. En efecto, poco tiempo antes,
Nerón había desencadenado la persecución y hubo muchos
muertos.
Hasta hoy, muchas personas sufren porque son cristianos
y porque viven el evangelio. ¿Cómo afrontar la cruz?
¿Qué significado tiene? Con estas preguntas en la mente
meditemos y comentemos el texto de la Transfiguración
.
Oración de un
Salmo: Salmo 27 (26)
El Señor es
mi luz
Yahvé es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Yahvé, el refugio de mi vida, ¿ante quién temblaré?
Cuando me asaltan los malhechores ávidos de mi carne,
ellos, adversarios y enemigos, tropiezan y sucumben.
Aunque acampe un ejército contra mí, mi corazón no teme;
aunque estalle una guerra contra mí, sigo confiando.
Una cosa pido a Yahvé, es lo que ando buscando:
morar en la Casa de Yahvé todos los días de mi vida,
admirar la belleza de Yahvé contemplando su templo.
Me dará cobijo en su cabaña el día de la desgracia;
me ocultará en lo oculto de su tienda, me encumbrará en
una roca.
Entonces levantará mi cabeza ante el enemigo que me
hostiga;
y yo ofreceré en su tienda sacrificios de victoria.
Cantaré, tocaré para Yahvé. Escucha, Yahvé, el clamor de
mi voz,
¡ten piedad de mí, respóndeme!
Digo para mis adentros: «Busca su rostro».
Sí, Yahvé, tu rostro busco: no me ocultes tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi
auxilio.
No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan, Yahvé me acogerá.
Señálame, Yahvé, tu camino, guíame por senda llana, pues
tengo enemigos.
No me entregues al ardor de mis rivales,
pues se alzan contra mí testigos falsos, testigos
violentos además.
Creo que gozaré de la bondad de Yahvé en el país de la
vida.
Espera en Yahvé, sé fuerte, ten ánimo, espera en Yahvé.

Señor Jesús, te damos
gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la
voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine
nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir
lo que Tu Palabra nos ha hecho ver.
Haz que nosotros como
María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también
poner en práctica la Palabra.
Tú que vives y reinas con
el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los
siglos de los siglos. Amén
TOMADO DE:
Página Oficial Orden de Carmelitas
SITIO WEB: http://www.ocarm.org