Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a
la verdad toda entera, abre nuestra mente a la
inteligencia de las Escrituras.
Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la
convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo
germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que
opone resistencia a la Palabra.
Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón
bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la
vida y en la Escritura, para custodiarla y producir
fruto con nuestra perseverancia.

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a
Jerusalén.
Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes,
ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del
Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el
dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a
los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis
de la casa de mi Padre una casa de mercado.»
Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El
celo por tu casa me devorará.
Los judíos entonces replicaron diciéndole: «Qué signo
nos muestras para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruid este santuario y en tres
días lo levantaré.»
Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se ha
tardado en construir este santuario, ¿y tú lo vas a
levantar en tres días?»
Pero él hablaba del santuario de su cuerpo.
Cuando fue levantado, pues, de entre los muertos, se
acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y
creyeron en la Escritura y en las palabras que había
dicho Jesús.
Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la
Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver los signos
que realizaba.
Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a
todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio
acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el
hombre.

Un momento de silencio orante para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en
la oración.
a) ¿Soy capaz de confiarme a Dios completamente en un
acto de fe o pido siempre signos?
b) Dios me proporciona muchos signos de su presencia en
mi vida ¿soy capaz de acogerlos?
c) ¿Me contento con el culto exterior o trato de ofrecer
a Dios el culto de mi obediencia en la cotidianidad de
la vida?
d) ¿Quién es Jesús para mi? ¿Soy consciente de que sólo
en Él y por medio de Él es posible encontrar a Dios?

Nuestro pasaje sigue inmediatamente al primer signo de
Jesús en Caná de Galilea (2, 1-12).
Existen algunas expresiones y frases que se repiten en
las dos escenas y hacen pensar que el autor haya querido
crear un contraste entre las dos escenas.
En Caná, una aldea de Galilea, durante una fiesta de
bodas, una mujer hebrea, la madre de Jesús, demuestra
una confianza ilimitada en Jesús e invita a la acogida
de su palabra (2, 3-5).
Por otra parte, "los Judíos" durante la celebración de
la Pascua en Jerusalén rechazan el creer en Jesús y no
acogen su palabra.
En Caná Jesús hizo el primer signo (2,11), aquí los
Judíos piden un signo (v.18), pero no aceptan el signo
que Jesús les da (2,20).
El desarrollo de nuestra pequeña historia es muy
sencilla.
El v. 13 la encuadra en un contexto espacial y temporal
bien preciso y significativo: Jesús sube a Jerusalén por
la Pascua.
El v. 14 introduce la escena que hace desencadenar una
fuerte reacción por parte de Jesús.
El v 15 La acción de Jesús viene descrita en el v.15
El v 16 y motivada por el mismo Jesús en el v. 16.
El v 17 La acción y la palabra de Jesús suscitan dos
reacciones. La primera, la de los discípulos, es de
admiración (v. 17);
El v 18 la segunda, aquélla de los "judíos", es de
desacuerdo y confrontación (v.18).
El v 19 Ellos reclaman una explicación por parte de
Jesús (v. 19),
El v 20 pero no están abiertos a acogerla (v.20).
El v 21 En este momento interviene el narrador para
interpretar auténticamente la palabra de Jesús (v.21).
El v 22 "Los Judíos" no pueden entender el verdadero
significado de la palabra de Jesús. Pero ni siquiera los
discípulos, que lo admiran como un profeta lleno de celo
por Dios, la pueden entender ahora:
El v 22 sólo después de su cumplimiento creerán en la
palabra de Jesús (v.22)
Los vv 23-25 Finalmente el narrador nos ofrece un
resumen sobre la acogida entusiasta de Jesús por parte
de las gentes en Jerusalén (vv. 23-25).
Pero esta fe basada sólo en los signos no entusiasma a
Jesús.
Jesús nuevo Templo
El templo de Jerusalén era el lugar de la presencia de
Dios en medio de su pueblo.
Sin embargo, los profetas insistieron incesantemente en
que no bastaba acceder al templo y ofrecer sacrificios
para ser agradables a Dios (ver Is 1,10-17; Jer 7, 1-28;
Am 4, 4-5; 5, 21-27).
Dios pide la obediencia y una vida moralmente recta y
justa.
Si el culto exterior no expresa estas posturas vitales,
es vacío (ver 1 Sam 15, 22).
Jesús se injerta en esta tradición profética de
purificación del culto (ver Zac 14, 21 y Mal 3,1 para la
acción del futuro "Mesías" a este respecto).
Los discípulos lo admiran por esto y rápidamente piensan
que por este modo de comportarse tendrá que sufrir en la
persona como Jeremías (ver Jr 26, 1-15) y los otros
profetas .
Pero para el evangelio de Juan la acción de Jesús es más
que un gesto profético de celo por Dios. Es un signo que
prefigura y anuncia el gran signo de la muerte y
resurrección de Jesús.
Más que una purificación, lo que hace Jesús es anunciar
la abolición del templo y del culto allí celebrado,
porque ya el lugar de la presencia de Dios es el cuerpo
glorificado de Jesús (ver Jn 1,51; 4, 23).

Salmo 50
El culto que Dios quiere
Habla Yahvé, Dios de los dioses:
convoca a la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
viene nuestro Dios y no callará.
Lo precede un fuego voraz, lo rodea violenta tempestad;
convoca desde lo alto a los cielos y a la tierra para
juzgar a su pueblo.
«Reunid ante mí a mis adeptos,
que sellaron mi alianza con sacrificios».
(Los cielos proclaman su justicia,
pues Dios mismo viene como juez).
«Escucha, pueblo mío, voy a hablar, Israel,
testifico contra ti, yo, Dios, tu Dios.
No te acuso por tus sacrificios,
¡están siempre ante mí tus holocaustos!
No tomaré novillos de tu casa, ni machos cabríos de tus
apriscos,
pues son mías las fieras salvajes, las bestias en los
montes a millares;
conozco las aves de los cielos, mías son las alimañas
del campo.
Si hambre tuviera, no te lo diría, porque mío es el orbe
y cuanto encierra.
¿Acaso como carne de toros o bebo sangre de machos
cabríos?
Sacrifica a Dios dándole gracias, cumple todos tus votos
al Altísimo:
invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me
darás gloria.
Pero al malvado Dios le dice:
«¿A qué viene recitar mis preceptos y ponerte a hablar de mi alianza,
tú que detestas la doctrina y a tus espaldas echas mis
palabras?
Si ves a un ladrón vas con él,
compartes tu suerte con adúlteros;
abres tu boca con malicia, tu lengua trama engaños.
Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre.
Haces esto, ¿y he de callarme?
¿Piensas que soy como tú?
Yo te acuso y te lo echo en cara.
Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce y no haya quien os salve.
Me honra quien sacrifica dándome gracias,
al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

¡Oh Padre!, tú has
constituído a tu Hijo Jesús templo nuevo de la nueva y
definitiva alianza,
construido no por manos de hombre sino del Espíritu
Santo.
Haz que, acogiendo con fe su Palabra,
vivamos en Él y podamos así adorarte en espíritu y
verdad.
Abre nuestros ojos a las necesidades de nuestros
hermanos y hermanas
que son miembros del cuerpo de Cristo
para que sirviendo a ellos te demos el verdadero culto
que tú deseas.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
TOMADO DE:
Página Oficial Orden de Carmelitas
SITIO WEB: http://www.ocarm.org