PALABRA DE DIOS 
 

 

PRIMERA LECTURA
2 Crónicas 36, 14-16. 19-23

Nos encontramos con la lectura religiosa de un acontecimiento trascendental en la historia del pueblo de Israel: la destrucción de Jerusalén y el Templo en tiempos del babilonio Nabucodonosor, la deportación a Babilonia y la liberación por Ciro el persa.
    Causa del desastre: la infidelidad a Dios; causa de la liberación la bondad y la fidelidad del Señor.


 

PRESENTACIÓN

El libro de las Crónicas nos hace una lectura religiosa de uno de los momentos más importantes en la historia de Israel: la destrucción de la ciudad de Jerusalén y el Templo y la deportación a Babilonia en tiempos de Nabucodonosor, así como la vuelta del destierro en tiempos de Ciro el persa

La infidelidad a Dios, la idolatría, se ha asentado en Israel; no hacen caso a los mensajeros que Dios les envía, especialmente al profeta Jeremías.

Ante esta situación, la invasión de Nabucodonosor en el 587, el asedio de la Ciudad Santa, la destrucción del Templo y la deportación a Babilonia de los jefes, los ricos, los artesanos, los que servían para la milicia... fue entendido como el castigo que Dios les enviaba por su ruptura del Pacto, de la Alianza, del cumplimiento de los mandamientos, tanto en lo que se refiere a Dios como a la relación con los demás.

El texto remarca que se han cumplido las profecías del denostado y perseguido profeta Jeremías.

Pero Dios sigue siendo el Dios de la Alianza, el Dios de los padres y el Dios fiel.

El rey Ciro el persa, aparece como un enviado de Dios para sacar al pueblo del destierro y devolverlo a su tierra.

Dios, por los profetas,  con sus denuncias, "amenazas" y "castigos" quiere impedir que su pueblo caiga en el precipicio; y cuando ha caído, busca por todos los medios que salga de él. Para Dios nada hay imposible.

* Hoy también sientes lástima de nosotros, que desviamos el camino.

También hoy nos mandas profetas, personas que nos traen tu palabra.

Y no siempre los identificamos y, si los identificamos, no siempre los escuchamos y seguimos las palabras que nos diriges a través de ellos.

LECTURA DEL SEGUNDO LIBRO DE LAS CRÓNICAS
36, 14...23

En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la Casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén.

El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.

Incendiaron la Casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del Profeta Jeremías:

«Hasta que el país haya pagado sus sábados,
descansará todos los días de la desolación,
hasta que se cumplan los setenta años.»

En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la Palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino:

«Así habla Ciro, rey de Persia:
El Señor, el Dios de los cielos,
me ha dado todos los reinos de la tierra.
El me ha encargado
que le edifique una Casa en Jerusalén, en Judá.
Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo,
sea su Dios con él y suba!

Palabra de Dios

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 136

PRESENTACIÓN

El salmo habla del pasado. Después del Destierro de Babilonia, se celebraba cada año un día de duelo y penitencia en el aniversario de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor.

En el templo reconstruido, se recordaba aquella época terrible.

"Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión"

Uno de los grandes placeres de los vencedores es el de humillar a los vencidos. La pena de las víctimas es espectáculo para regocijo de los vencidos.

"Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar;
nuestros opresores a divertirlos"

Y lo más grave, les piden cánticos de Sión, aquellos cantos que acompañaban la marcha de todo un pueblo a la casa del Señor.

"Cantadnos un cántico de Sión"

Sería una traición cantar esos cantos en tierra de paganos.

"¿Cómo cantar un cántico del señor en tierra extraña?"

Jerusalén, Sión, no es únicamente la madre patria, es la Ciudad Santa, la Ciudad de Dios. Dios mismo la había elegido como lugar de su morada.

"Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha.
Que se me pegue la lengua al paladar
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías"


* También te digo yo, Señor, que, pase lo que pase, no me aleje de ti.

Que en ti encuentre la fuerza para luchar, caminar y esperar.

Que te ponga siempre a ti en la cumbre de mis alegrías.

 SALMO 136

R/. QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR SI NO ME ACUERDO DE TI

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
R/. QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR SI NO ME ACUERDO DE TI

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar,
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
R/. QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR SI NO ME ACUERDO DE TI

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha.
R/. QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR SI NO ME ACUERDO DE TI

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
R/. QUE SE ME PEGUE LA LENGUA AL PALADAR SI NO ME ACUERDO DE TI

 

SEGUNDA LECTURA
Efesios 2, 4-10

San Pablo proclama el misterio del amor de Dios: Estábamos muertos por el pecado y nos ha hecho vivir con Cristo.
      Y esto, sin mérito por parte nuestra: "pura gracia".
      Nos ha dado la vida nueva, nos ha creado en Cristo "para que nos dediquemos a las buenas obras".

 

PRESENTACIÓN

El Plan de Salvación de Dios, preparado desde la eternidad, tiene su momento culminante en Cristo, cuando todas las cosas sean recapituladas en Él.

En el texto de hoy, se va desarrollando la reflexión a cerca de este misterio de amor.

Un misterio de amor por el que, de forma gratuita, nos hace pasar de la muerte en la que estamos por el pecado, a la vida nueva.

Se nos deben quedar bien grabadas las expresiones que emplea San Pablo: "Dios es rico en misericordia", "con gran amor nos ha amado", "su bondad para con nosotros", "la riqueza infinita de su gracia"...

¿Quiénes somos nosotros para merecer ser resucitados con Cristo y estar sentados en el cielo con Él? No somos nada; por lo tanto no hay merecimiento personal que nos lo haga exigir. Todo es regalo.

Pero el regalo se puede aceptar o rechazar; la fe es el acto de acoger el regalo de la salvación.

Y quien acoge la salvación, se hace uno con Cristo, el Hombre Nuevo, y se despoja del hombre viejo y de pecado; por lo que la propia vida, con sus obras, se convierte en signo, en expresión de la fe.

La fe no son unas ideas, unos sentimientos, sino una vida en Cristo, dedicada a las buenas obras.

* Ante ti no somos nada y no merecemos nada.

Pero, por tu gran amor, gratuitamente, nos has salvado y has querido que compartamos tu misma vida de resucitado.

Te hemos acogido, nos hemos fiado de ti y tú nos has liberado del pecado y de la muerte eterna aparejada a él.

 

DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 2, 4-10

Hermanos:

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó:  estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.

Así muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él determinó practicásemos.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Juan 3, 16

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna.

 

EVANGELIO
Juan 3, 14-21

Durante el Éxodo, en el desierto, las serpientes hicieron estragos en los israelitas que habían murmurado contra Dios y Moisés.
      Los que miraban a la serpiente de bronce se curaban.
     Jesús hace un paralelismo con aquel hecho: cuando sea elevado en la cruz, los que miren, los que crean, se salvarán.
      Porque Dios mandó a su Hijo al mundo para salvarlo

 

PRESENTACIÓN

La serpiente era en la antigüedad un signo de la vida; aunque en el antiguo Testamento también asumía el significado del Tentador.

En el desierto, ante el pecado del pueblo contra Dios y la murmuración contra Moisés, aparecen las serpientes, que hacen estragos.

Quien mire a la serpiente de bronce que está en el estandarte, recobrará la vida, no por la serpiente, sino por Dios.

Jesús emplea este pasaje bíblico para hablarnos de la salvación de Dios, por medio de su muerte en la cruz. Él será elevado, como la serpiente.

Quien mire la cruz, quien crea, reconocerá el amor de Dios y se salvará, porque Dios ha enviado a su Hijo al mundo para que todos tengan vida eterna.

Juan insiste mucho en el tema de la fe, cinco veces dice la,  frase "el que cree", ya que la salvación se ofrece, no se impone; y al ofrecimiento se puede responder con un "sí" o un "no".

Como dice el texto proclamado hoy, y también aparece en el prólogo del evangelio, "la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas".

Para los primeros cristianos la cruz era vista, no como instrumento de suplicio, sino como la prueba del amor de Dios que, por nuestra salvación, no se reserva ni lo que más quiere, su propio Hijo. La cruz es el signo del perdón de Cristo.

Acepta subir a la cruz para mostrarnos hasta dónde llega el amor de Dios por la humanidad.

* Cuando desde la fe miramos tu rostro en la cruz, tú nos das vida eterna.

Oh, Padre, nos amaste hasta entregarnos al Hijo.

Que acoja tu cruz y mis obras estén hechas según tú quieres.

 

SAN JUAN  3, 14-21

En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:

-Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vicia eterna.

Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra de Dios