Shadai, Dios de la montaña, que haces de nuestra frágil
vida la roca de tu morada,
conduce nuestra mente a golpear la roca del desierto,
para que brote el agua para nuestra sed.
La pobreza de nuestro sentir nos cubra como un manto en
la oscuridad de la noche y abra el corazón,
para acoger el eco del Silencio y así el alba,
envolviéndonos en la nueva luz matutina,
nos lleve con las cenizas consumadas por el fuego de los
pastores del Absoluto,
que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro,
al sabor de la santa memoria.

Y como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo
el que crea tenga en él la vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo
unigénito, para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar
al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree,
ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del
Hijo unigénito de Dios.
Y el juicio está en que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus
obras eran malas.
Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a
la luz, para que no sean censuradas sus obras.
Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede
de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»

Un momento de silencio orante para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

- Dios ha amado tanto al mundo…: cuántos juicios y
prejuicios sobre un Dios lejano e insensible.
¿No será quizás que le atribuimos a Él lo que son por el
contrario nuestras responsabilidades?
- La luz ha venido al mundo, pero los hombres han
preferido las tinieblas: quien se ilusiona pensando que
no es hombre y vive por Dios, no puede escoger la luz
porque la ilusión desaparecería.
¿Cuantas tinieblas rodean mis jornadas?
- Quien obra la verdad viene a la luz. No tiene temor de
mostrarse quien obra por aquello que es. No se le pide
al hombre ser infalible. Sencillamente que sea hombre.
¿Somos capaces de vivir nuestra debilidad como lugar de
encuentro y de apertura a Dios y a los otros, deseosos
como yo de trabajar fielmente en su espacio y en su
tiempo?

vv. 14-15. Y como Moisés elevó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre
para que todo el que crea tenga en Él la vida eterna.
Para los hijos de Israel, mordidos por serpientes
venenosas en el desierto, Moisés ofreció una posibilidad
de salvarse fijando la vista en una serpiente de bronce.
Si el hombre consigue levantar la cabeza y mirar en
alto, Dios prepara para él una alternativa. No obliga,
está allí, a disposición. El misterio de la libertad
humana es de los más digno de amor que Dios ha podido
inventar. Escogiendo una mirada, un encontrarse, una
nueva oportunidad… el Hijo del hombre en el desierto del
mundo será levantado sobre la cruz como signo de
salvación para todos aquéllos que sientan la necesidad
de continuar viviendo y no se abandonen a mordidas
venenosas de preferencias erróneas. Cristo está allí:
maldito para el que no tiene fe, bendito para el que
cree. Un fruto que escoger, colgado del leño de la vida.
También nosotros como los israelitas en el desierto
hemos sido “mordidos” por la serpiente en el Edén y
tenemos necesidad de mirar a la serpiente de bronce
levantada sobre el madero para no morir: “Quien cree en
Él tiene vida eterna”.
v.16. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo
unigénito, para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga vida eterna. El amor con que Dios nos ama
es un amor de predilección, un amor tangible, un amor
que habla… ¿Podía venir directamente el Padre? Sí, ¿pero
no es más grande el amor de un padre que da a su hijo?
Toda madre pudiendo escoger, prefiere morir ella antes
que ver morir a un hijo. ¡Dios nos ha amado hasta tal
punto de ver morir a su Hijo!
v. 17. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Un Dios capaz de juicio perfecto manda al Hijo, no para
juzgar, sino para ser lugar de salvación. Verdaderamente
es necesario suspender todo pensamiento y sentirse
anonadado frente a tanto amor. Sólo quien ama puede
“juzgar” , esto es, “salvar”. Él conoce la debilidad del
corazón humano y sabe que su imagen ennegrecida tiene la
posibilidad de volver a ser nítida, no hay necesidad de
rehacerla. La lógica de la vida no conoce la muerte:
Dios que es vida no puede destruir lo que Él mismo ha
querido crear, se destruiría en algún modo a sí mismo.
v.18. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no
cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre
del Hijo unigénito de Dios. La fe es la discriminante de
toda existencia. No creer en el nombre del unigénito:
ésta es ya una condena, porque se excluye del amor quien
no acoge al amor.
vv. 19-20. Y el juicio está en que la luz vino al mundo,
y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el
mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean
censuradas sus obras. El único juicio que abarca a toda
la humanidad es la llamada a vivir en la luz. Cuando el
sol sale, nadie puede substraerse a sus rayos…y así
también los hombres. Cuando Cristo nace, ninguno puede
substraerse a esta luz que todo lo inunda. Pero los
hombres se han construidos casas para poder escapar de
la luz del Amor que se expande por doquier, casas de
egoísmo, casas de oportunidad. Han perforado túneles y
escondrijos para continuar libremente haciendo sus
obras. ¿Puede una obra falta de luz dar la vida? La luz
de la existencia tiene una sola fuente: Dios. Quien se
aparta de la luz, muere.
v. 21. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que
quede de manifiesto que sus obras están hechas según
Dios. Todo lo que cae bajo los rayos del amor eterno, se
viste de luz, como sucede en la naturaleza. Parece que
todo sonríe cuando sale el sol. Y las cosas que durante
el día son familiares y bellas, de noche toman formas
que infunden temor por el solo hecho de no ser visibles.
El sol no cambia la forma, pero la exalta en su belleza,
Quien vive la verdad de sí mismo y acoge su fragilidad
como parámetros de su ser hombre, no tiene temor de la
luz, porque no tiene nada que esconder. Sabe que como
criatura trabaja con la lógica del límite, pero esto no
disminuye la grandeza de su obrar, porque su vida es un
todo con la verdad eterna.

Salmo 35
El pecado es un oráculo para el impío
que le habla en el fondo de su corazón;
no tiene temor de Dios
ni aun estando en su presencia.
Se halaga tanto a sí mismo
que no descubre y detesta su culpa;
sólo dice maldades y engaños,
renunció a ser sensato, a hacer el bien.
-Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
tu fidelidad alcanza las nubes;
tu justicia, como las altas montañas,
tus sentencias, profundas como el océano.
Tú proteges a hombres y animales,
¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
Por eso los seres humanos
se cobijan a la sombra de tus alas;
se sacian con las provisiones de tu casa,
en el torrente de tus delicias los abrevas;
pues en ti está la fuente de la vida,
y en tu luz vemos la luz.
No dejes de amar a los que te conocen,
de ser fiel con los hombres sinceros.
¡Que el pie del orgulloso no me pise,
ni me avente la mano del impío!
Ved cómo caen los malhechores,
abatidos, no pueden levantarse.

Cuando el santo temor me abandona, Señor, siento en mi
corazón el pecado que habla.
Son los momentos de la ilusión, momentos en los que voy
a buscar mis culpas y todo esto inútilmente, porque no
he comprendido, que sólo cumpliendo el bien, las falaces
e inicuas palabras del mal se extinguen.
Es una atracción la obstinación en el mal, como si me
diese más brillo, honor, más valor.
Cuando caigo en la cuenta que es inmenso lo que Tú me
das para vivir, entonces percibo los abismos de tu
fidelidad y veo como tu salvación no conoce confín; todo
lo inunda y porta consigo; a mí criatura hecha a tu
imagen y todo lo que para mí has creado y a quien yo he
dado nombre.
En verdad tu gracia es preciosa. En tu casa manda la
abundancia de la protección y discurre como el agua la
delicia. Si me pongo tus ojos entonces todo es luz,
Señor, Y nada es ya difícil porque mi corazón,
purificado de la tentación de ser Dios en tu lugar, me
dice que lo seré conmigo.
Rivalidad, competición hostilidad… desaparecen de frente
a tu propuesta de participar en tu vida divina. Dios
contigo . Tu amor como linfa que camina por las entrañas
de mi humanidad hasta que encuentre mis orígenes: en tu
Nombre.
TOMADO DE:
Página Oficial Orden de Carmelitas
SITIO WEB: http://www.ocarm.org