TESTIGOS DE LA FE Y DE LA PALABRA DE DIOS
Iniciamos con el
signo de la ceniza uno de los tiempos fuertes del
año cristiano: la Cuaresma.
La fiesta central
de los cristianos es la Pascua del Señor, su pasión
- muerte y resurrección. Tan importante que nos
preparamos para celebrarla con los cuarentas días de
la Cuaresma y, después, daremos gracias a lo largo
del Tiempo Pascual hasta Pentecostés. Casi cien días
de celebración de la Pascua, entre la preparación,
la celebración y la acción de gracias.
Por lo tanto,
iniciamos el camino hacia la celebración de la
Pascua del Señor.
La Cuaresma es
tiempo de conversión y penitencia. La Cuaresma nos
invita a morir al pecado, a lo negativo que hay en
nosotros, a enderezar los caminos que se nos han
torcido y a revivir a Cristo en nosotros. Nos
preparamos a celebrar la muerte y resurrección del
Señor, muriendo al pecado y revitalizando nuestra
vida cristiana.
La Cuaresma surgió
como un tiempo intenso de los catecúmenos que iban a
recibir el bautismo en la noche de Pascua: era la
preparación inmediata. También nosotros, en la
Vigilia Pascual, renovaremos las promesas del
bautismo. Por eso la Cuaresma es tiempo de revisar
nuestra fe, nuestra fidelidad a Jesucristo, nuestra
vida cristiana; si de verdad hemos dicho "sí" al
Señor, con todas las consecuencias o, simplemente,
nos hemos quedado en cristianos de mero
cumplimiento, o ni siquiera eso.
La Cuaresma se
inspira en aquellos cuarenta días del diluvio, en el
que una humanidad pecadora desapareció y comenzó una
nueva con el justo Noé y su familia.; en aquellos
cuarenta años que los israelitas caminaron por el
desierto para pasar de ser un grupo de esclavos a un
pueblo libre en la tierra prometida; también el
profeta Elías, amenazado de muerte por la reina
Jezabel, huye al desierto, caminando cuarenta días
hasta llegar al Horeb, el monte del Señor; y, sobre
todo, nuestra cuaresma se inspira en los cuarenta
días y noches que Jesús estuvo en el desierto, antes
de iniciar su vida pública, la proclamación de la
Buena Noticia del Reinado de Dios.
Tres ayudas nos
presenta la liturgia del miércoles de ceniza para
vivir la Cuaresma: la Oración, el Ayuno y la
Limosna.
La oración,
personal y comunitaria: en "tu cuarto", como dice el
Evangelio, y en la comunidad, especialmente con la
celebración de la Eucaristía y el sacramento de la
Penitencia, pero también con otras ofertas que nos
hacen: exposición del Santísimo, rezo de Vísperas,
Sagrario punto de encuentro, retiro cuaresmal,
preparación de las celebraciones litúrgicas...
El ayuno,
purificación del cuerpo y del espíritu. Por eso no
se trata sólo de comer menos, más sencillo y más
austero; también podemos ayunar de tantas cosas que
nos esclavizan, a las que estamos demasiado atados.
La limosna,
entendida como compartir; y no sólo los bienes
materiales, sino también nuestro tiempo, nuestras
cualidades... En épocas de crisis es importante
compartir los bienes materiales con los necesitados,
porque compartimos lo poco que tenemos y esto tiene
más valor.
Y en nuestra
parroquia, esta cuaresma va estar orientada desde el
lema:"Testigos de la fe y de la Palabra de Dios",
para ayudarnos a tomar conciencia de la importancia
de nuestro testimonio cristiano en los ambientes en
los que nos movemos, a veces un tanto
descristianizados.
Así, pues:
"Testigos de la fe": cristianos orgullosos de serlo,
sobre todo con sus comportamientos en casa, entre
los vecinos, familiares y amigos, compañeros de
trabajo, asociaciones o partidos en los que estamos.
"Testigos de la
Palabra de Dios". Vamos a intentar que en cada casa,
la Palabra de Dios, la Biblia, ocupe un lugar
destacado, al menos como el que le damos a la
televisión, . Pero no como objeto decorativo, que no
estaría mal que estuviese bien adornada, sino como
signo de que queremos vivir según esa palabra, para
leerla y reflexionarla en familia, para que, junto a
otros signos (crucifijo, cuadros, imágenes)
manifestemos a quienes vienen a nuestra casa que
somos cristianos. Es una manera de Evangelizar.
Comencemos con
alegría este tiempo fuerte de Cuaresma recibiendo la
ceniza y, sobre todo, viviendo lo que significa.
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