LA MUERTE DE JESÚS
1. EL CÓMO DE LA MUERTE DE JESÚS
Murió violentamente,
ejecutado al empezar la madurez de la vida, casi joven.
En la cruz, algo así como nuestro garrote vil, suplicio
cruel e infamante. Reservado a esclavos, malhechores y
cabecillas rebeldes.
Jesús, que dedicó todas
sus energías a predicar el perdón a los enemigos y el
amor fraterno, terminó así. Fue a la muerte mansamente,
como la oveja al matadero. La muerte, vista de cerca,
casi siempre tiene una cara hosca e impresionante. Y
mucho más si es violenta. Lo que pasa es que el hombre
tiende a olvidar pronto las cosas desagradable. Siguen
las muertes violentas. Abogados y policías ametrallados
en España. Misioneros asesinados en Rodesia, políticos y
militares pasados por las armas en Etiopía. Puedes
seguir la cuenta. Jesús murió violentamente, como tantos
otros en la historia.
2. EL PORQUÉ DE LA MUERTE DE JESÚS
La iniciativa fue de las
autoridades religiosas, que legalmente lo condenan por
falso profeta al declararse hijo de Dios y por blasfemo
por sus expresiones contra el templo. Jesús se ha
opuesto a la ley, la ley de Dios, lo más sagrado, y
tiene que morir. Lo matan en nombre de Dios.
Los cristianos, siguiendo
a Pablo y a las Escrituras, decimos que Jesús murió por
nuestros pecados. ¿Qué quiere decir esto? ¿Quiere decir
sólo que fue el pecado o la maldad humana quien dio
muerte a Jesús? No, hay algo más, vemos en la muerte de
Jesús como un designio de Dios.
3. EL SENTIDO DE LA MUERTE DE JESÚS
Hay que entender la muerte
violenta de Jesús como el término y cumbre de su mensaje
y de su misión. Ya sabemos que la misión de Jesús es
instaurar el nuevo orden del reino de Dios basado en el
amor. Este ha sido el mensaje de Jesús, su Evangelio, y
por ser consecuente con él ha llegado hasta la muerte.
Jesús es el hombre para los otros tanto en su vida como
en su muerte. El ser-para-los otros constituye la
esencia más profunda de su mensaje, de su vida y de su
muerte, y muy especialmente de su muerte, ya que no hay
prueba mayor de amor que dar la vida por aquéllos a
quienes se ama (Jn. 13, 1). De esta forma la muerte de
Jesús, aparentemente un fracaso, es la cumbre de su
misión y, vista a la luz de la resurrección, que es como
debe verse, es el triunfo del reino de Dios basado en la
pobreza y el amor, y personificado en Jesús.
DABAR