PRESENTACIÓN
En
la primera lectura se nos ha dicho: "Recibiréis fuerza
para ser testigos"
Y
ser testigos es caminar en la vocación a la que hemos sido
llamados.
El
testimonio es más fuerte en la medida que en nuestra vida
vayamos plasmando la de Cristo.
"Ya
no soy yo el que vivo, es Cristo quien vive en mí",
había dicho San Pablo. A esta transformación hemos sido
llamados; a edificar el Cuerpo de Cristo.
Esta
edificación se fundamenta en la comunión con Cristo y
entre los hermanos, y los "materiales" de
construcción: "Sed siempre humildes y amables, sed
comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzaos en
mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la
paz".
Y
la comunión, base para misión. Cada miembro del cuerpo
tiene su misión específica, todas importantes para el buen
funcionamiento del Cuerpo: "Y él ha constituido
a unos apóstoles, a otros profetas, a otros
evangelizadores, a otros pastores y maestros...".
Y todo ello para que la Iglesia sea Cuerpo de Cristo,
profunda e íntimamente unida a su Señor, entregada, como él,
a la salvación del mundo y para que cada uno vayamos
creciendo a la medida de Cristo, el hombre perfecto
DE
LA CARTA DE SAN PABLO A LOS EFESIOS 4,
1-13
Hermanos:
Yo,
el prisionero por el Señor, os ruego que andéis
como pide la vocación a la que habéis sido
convocados. Sed siempre humildes y amables, sed
comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos en mantener la unidad del Espíritu
con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un
solo Espíritu, como una sola es la esperanza de
la vocación a la que habéis sido convocados.
Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre
de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra
todo, y lo invade todo.
A
cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según
la medida del don de Cristo...
Y
él ha constituido a unos, apóstoles, a otros,
profetas, a otros, evangelizadores, a otros,
pastores y maestros, para el perfeccionamiento
de los santos, en función de su ministerio, y
para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta
que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el
conocimiento del Hijo de Dios, al hombre
perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra
de Dios
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