
EL BANQUETE DEL
SEÑOR
Miguel Payá -
Página franciscanos
Capítulo V
EL
LUGAR DE LA FIESTA
Vosotros sois el templo de Dios
2. HISTORIA DEL TEMPLO
CRISTIANO
«La arquitectura, la escultura, la pintura,
la música, dejándose guiar por el misterio cristiano, han
encontrado en la Eucaristía, directa o indirectamente, un
motivo de gran inspiración. Así ha ocurrido, por ejemplo,
con la arquitectura, que de las primeras sedes eucarísticas
en las "domus" o casas de las familias cristianas,
ha dado paso, en cuanto el contexto histórico lo ha
permitido, a las solemnes basílicas de los primeros
siglos, a las imponentes catedrales de la Edad
Media, hasta las iglesias, pequeñas o grandes, que
han constelado poco a poco las tierras donde ha llegado el
cristianismo» (Juan Pablo II, Ecclesia de Eucaristía,
49).
b) La basílica
A partir de la segunda mitad del siglo III,
las casas privadas ya no bastaron para contener a la
multitud de los nuevos fieles y comenzaron a edificarse
«casas de oración», edificios sencillos dedicados en
exclusiva al culto cristiano. Pero muy pronto estos primeros
edificios resultaron también insuficientes y se dio el gran
salto. El historiador Eusebio nos informa de que, a finales
del siglo III, en vísperas de la gran persecución de
Diocleciano, miles de hombres y de mujeres acudían a las
casas de oración, y, por causa de esto «no contentos ya en
modo alguno con los antiguos edificios, levantaron desde los
cimientos iglesias de gran amplitud por todas las ciudades»
(Historia eclesiástica, VIII, 1, 5).
Para construir estas «iglesias de gran
amplitud», los cristianos eligieron el modelo arquitectónico
de la basílica, que en principio era la sala de
audiencias del rey de Persia o basileus, y había
sido adoptada por el mundo romano para las grandes reuniones
sociales. Se trataba de una gran sala rectangular con varias
naves, sostenida sobre hileras de columnas y rematada por un
ábside. Los cristianos, sin modificar la planta del
edificio, comienzan dotándolo de una mística, lo convierten
en un edificio simbólico: sus filas de columnas, sus paredes
sencillas y su armadura a la vista les evoca la tienda del
nómada en el desierto, la morada provisional de un pueblo
peregrino que camina hacia la patria donde está Cristo,
representado en la bóveda del ábside como Pantocrátor o
como el Cordero del Apocalipsis. Pero, además, dotan al
edificio de los elementos necesarios para su culto. En el
centro del ábside, debajo del Cristo glorioso, colocan la
cátedra del obispo, desde donde preside y enseña. A
ambos lados, formando un semicírculo, se sitúan los
escaños de los presbíteros. Cerca del ábside, entre el
clero y el pueblo, y un poco elevado respecto al piso del
presbiterio, está el único altar, de piedra, la
mesa del Señor y símbolo también de Cristo, la roca viva.
Muy pronto este altar albergará las reliquias de los
mártires, asociando así al sacrificio de Cristo el de sus
testigos. Al comienzo de la nave principal, se levanta una
tribuna de mármol, el ambón, verdadero trono de la
palabra de Dios. Junto a la basílica, en edificio exento o
adosado, se encuentra el baptisterio, con su
pequeña piscina. Y, a partir del siglo V, las basílicas
estarán también dotadas de campanarios, para
convocar a la asamblea y para cantar festivamente la gloria
de Dios.
Este fue el primer gran edificio del culto
cristiano, el que se multiplicó por Oriente y Occidente
durante toda la época de oro de la patrística, y el que ha
quedado para siempre como el modelo más adecuado a la
identidad y exigencias de la liturgia cristiana.