"SEÑOR
Y DADOR DE VIDA"
Estamos maravillados de los
adelantos de la humanidad.
Desde
la casa, sentados en el sillón, podemos acercarnos a
cualquier parte del mundo, obtener todo tipo de
información, comunicarnos con cualquier persona, esté
donde esté.
Internet,
el correo electrónico, los teléfonos móviles... una
maravilla.
Sin
embargo, son máquinas que alguien ha diseñado, que no
pueden pasar los límites que les han dado sus creadores,
que necesitan una energía para funcionar. Se va la
luz, se acaban las baterías, se estropean los acumuladores
de energía solar... y no sirven para nada.
Es
siempre más importante la persona que la máquina, por muy
perfecta que sea, aunque alguien esté empeñado en hacer de
las personas máquinas.
Se
está intentando hacer robots que externamente se parezcan a
las personas, para que hagan sus trabajos; en algunas
películas de ciencia ficción, hasta les ponen
sentimientos.
Algunos
inventores y diseñadores de estas máquinas se creen dioses
de una nueva creación. "Ya no nos hace falta
Dios", dicen.
Las
cosas creadas por el hombre jamás tendrán vida propia y
menos aun "Vida", con mayúscula.
Tendríamos
que dar gracias a Dios que nos ha creado con unas grandes
capacidades para desarrollar la creación y ponerla al
servicio de los demás.
A
los cristianos, la fiesta de Pentecostés nos dice que no
somos máquinas, ni robots; nos dice que somos personas
creadas a imagen y semejanza de Dios y que llevamos su
Espíritu en nosotros y, por tanto, tenemos vida propia.
Sin
el Espíritu seríamos como una máquina sin energía que la
ponga en marcha.
"Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida"
La
Iglesia, Cuerpo de Cristo, tiene vida por el Espíritu; los
miembros de este cuerpo tenemos vida por el Espíritu que el
Señor nos envió.
Pero
el Señor no envía el Espíritu para satisfacciones
personales, para creernos más y mejores que los demás; el
Espíritu se da para compartirlo, para entregarlo a través
de la propia vida; para que todo el Cuerpo esté sano; el
Espíritu es para el bien común y para el crecimiento de la
Iglesia en su misión de ser testigo y de dar a Jesucristo
al mundo entero, para que todos puedan salvarse y poder
recibir también ese Espíritu.
Con
el Espíritu Santo se sella el pacto definitivo entre Dios y
los hombres, la Nueva Alianza, el nuevo Pueblo de Dios.
Pero
donde hay pecado no hay presencia del Espíritu; por eso,
junto al don del Espíritu, Jesús da el poder de perdonar
pecados, para que nadie se quede sin la vida nueva del
Espíritu.
Y
el Espíritu es comunión entre las personas; una unión que
traspasa todas las fronteras y que nos recuerda que lo que
nos une es más fuerte que lo que nos separa.
El
lenguaje del Espíritu, que es la palabra y la vida de
Jesús y las maravillas que Dios ha hecho en medio de
nosotros, lo puede entender todo el mundo, sólo hace falta
salir y anunciarlo con la propia vida; el lenguaje de las
obras no necesita traducciones.
Ven
Espíritu divino
manda tu luz desde el cielo.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro..