LECTIO DIVINA

 

 

 

 

Jesús cura a dos mujeres. Vencer el poder de la muerte y abrir el camino hacia Dios Marcos 5,21-13

 


 

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia,

Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz.

Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

 

Texto

21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar.
22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies,
23 y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.»
24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años,
26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor,
27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.
28 Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.»
29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
30 Al instante Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?»
31 Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: `¿Quién me ha tocado?'»
32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho.
33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad.
34 Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»

35 Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?»
36 Jesús, que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe.»
37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.
39 Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.»
40 Y se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.
41 Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.»
42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor.
43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

 

para conseguir depositar la Palabra en nuestro corazón

 

a) ¿Cuál es el punto de este texto que más te gusta o que te ha emocionado más? ¿Por qué?

b) ¿Cómo es el comportamiento de la mujer que ha tocado a Jesús? ¿Y qué es lo que le da la fuerza para tocar a Jesús?

c) ¿Por qué los discípulos no entendían lo que sucedía entre Jesús y la gente?

d) ¿Quién era Jairo? ¿Cómo se comporta Jesús con él, con su mujer y con su hija?

e) Una mujer es curada e integrada de nuevo a la convivencia de la comunidad. Una niña es levantada de su lecho de muerte. ¿Qué enseñan hoy estas dos acciones de Jesús para nuestra vida de familia y comunidad

 

a) Clave de lectura:

En este 13º Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia propone una meditación de dos milagros de Jesús a favor de dos mujeres.
El primero a favor de una mujer, considerada impura a causa de una hemorragia que padecía desde hacía doce años.
El otro a favor de una niña de 12 años. Recién muerta.

Según la mentalidad de la época, cualquier persona que tocase la sangre o un cadáver era considerada como impura.
¡Sangre y muerte eran factores de exclusión! Por esto, las dos mujeres estaban marginadas, excluidas de la participación de la comunidad.

También hoy hay categorías de personas que están excluidas o que se sienten excluidas de la participación de la comunidad cristiana. ¿Cuáles son hoy los factores que causan la exclusión, tanto en la Iglesia como en la sociedad? Marcos describe los dos milagros con imágenes muy vivas. El texto es largo.

Durante su lectura, considera que estás en medio de la gente acompañando a Jesús hacia la casa de Jairo. Y mientras caminas en silencio, trata de poner atención a los comportamientos tan variados de las personas que aparecen en la descripción de los dos milagros. Jairo, el padre de la niña, la gente, la mujer que sufre a causa de la hemorragia, los discípulos, la niña. Pregúntate cómo sería tu comportamiento

b) Una división del texto para ayudar a su lectura:

Marcos 5,21-24: El punto de partida: Jairo pierde la hija. Jesús va con él, la gente lo sigue
Marcos 5,25-26: La situación de la mujer que sufre de una hemorragia irregular
Marcos 5,27-28: El razonamiento de la mujer ante Jesús
Marcos 5,29: La mujer consigue su intento y queda curada
Marcos 5,30-32: La reacción de Jesús y los discípulos
Marcos 5,33-34: La conversación entre Jesús y la mujer curada por la fe
Marcos 5,35-36: La conversación entre Jesús y Jairo
Marcos 5,37-40: La llegada a la casa de Jairo y la reacción de la gente
Marcos 5,41-43: La resurrección de la niña

c) Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

 

Salmo 103

¡Dar gracias a Dios por todo lo que hace por nosotros!

Bendice, alma mía, a Yahvé,

el fondo de mi ser, a su santo nombre.

Bendice, alma mía, a Yahvé,

nunca olvides sus beneficios.

Él, que tus culpas perdona,

que cura todas tus dolencias,

rescata tu vida de la fosa,

te corona de amor y ternura,

satura de bienes tu existencia,

y tu juventud se renueva como la del águila.

Yahvé realiza obras de justicia

y otorga el derecho al oprimido,

manifestó a Moisés sus caminos,

a los hijos de Israel sus hazañas.

Yahvé es clemente y compasivo,

lento a la cólera y lleno de amor;

no se querella eternamente,

ni para siempre guarda rencor;

no nos trata según nuestros yerros,

ni nos paga según nuestras culpas.

Como se alzan sobre la tierra los cielos,

igual de grande es su amor con sus adeptos;

como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros crímenes.

Como un padre se encariña con sus hijos,

así de tierno es Yahvé con sus adeptos;

que él conoce de qué estamos hechos,

sabe bien que sólo somos polvo.

¡El hombre! Como la hierba es su vida,

como la flor del campo, así florece;

lo azota el viento y ya no existe,

ni el lugar en que estuvo lo reconoce.

Pero el amor de Yahvé es eterno

con todos que le son adeptos;

de hijos a hijos pasa su justicia,

para quienes saben guardar su alianza,

y se acuerdan de cumplir sus mandatos.

Yahvé asentó su trono en el cielo,

su soberanía gobierna todo el universo.

Bendecid a Yahvé, ángeles suyos,

héroes potentes que cumplís sus órdenes

en cuanto oís la voz de su palabra.

Bendecid a Yahvé, todas sus huestes,

servidores suyos que hacéis su voluntad.

Bendecid a Yahvé, todas sus obras,

en todos los lugares de su imperio.

¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

 

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver.
Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra.
Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén

 

TOMADO DE: Página Oficial Orden de Carmelitas

SITIO WEB: http://www.ocarm.org