
EL BANQUETE DEL
SEÑOR
Miguel Payá -
Página franciscanos
Capítulo VI
LA CELEBRACIÓN
Haced esto en memoria mía
1. DESARROLLO GENERAL DE
LA CELEBRACIÓN
b) Estructura de la
celebración
Desde el principio, pues, tenemos
atestiguadas las dos partes fundamentales de la celebración
eucarística, la conversación y la comida. Y estas dos partes
están encuadradas entre dos momentos lógicos, la reunión y
la despedida. Pero, ¿cómo se desarrollan estas dos partes
principales?
Los mismos textos de los Evangelios nos dan
algunas pistas. En cuanto a la conversación, en la escena de
Emaús se nos dice que Jesús «empezando por Moisés y
siguiendo por los profetas, les explicó lo que decían de él
las Escrituras» (Lc 20,27). Es decir, Jesús explica su obra
a la luz de los textos del Antiguo Testamento. Y, en cuanto
a la comida, todos los textos institucionales coinciden,
casi machaconamente, en referirnos cuatro acciones de Jesús:
«tomó el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio». Tenemos
así configurado el núcleo fundamental de la celebración de
la Eucaristía, que se repetirá invariablemente a través de
los siglos.
Para comprobarlo, podemos aducir el
testimonio más antiguo que tenemos después de los escritos
del Nuevo Testamento. Hacia la mitad del siglo II, el
filósofo cristiano san Justino envía al emperador Antonino
Pío su Apología en defensa de los cristianos. En
esta obra describe así la celebración eucarística (Apología 1,
65 y 67):
«El día que se llama del sol tiene lugar la
reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la
ciudad o en el campo.
»Se leen las memorias de los apóstoles y los
escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible.
Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la
palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas
cosas. Seguidamente nos levantamos todos a una y elevamos
nuestras preces. Cuando termina esta oración nos besamos
unos a otros.
»Luego se lleva al que preside... pan y una
copa de agua y vino mezclados.
»El presidente los toma y eleva alabanza y
gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del
Espíritu Santo y da gracias largamente porque hayamos sido
juzgados dignos de estos dones. Cuando terminan las
oraciones y las acciones de gracias todo el pueblo presente
pronuncia una aclamación diciendo: Amén.
»Cuando el que preside ha hecho la acción de
gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros
se llaman diáconos distribuyen a todos los que están
presentes pan, vino y agua "eucaristizados" y los llevan a
los ausentes».