UNA
RESPUESTA
El
pueblo de Israel, en el desierto, mientras caminaba
hacia la tierra prometida, sintió la protección del
Señor, pero cuando se encontró con dificultades,
murmuraba contra Dios y contra Moisés.
También
nos suele pasar a nosotros algo parecido: cuando las
cosas nos van bien, ¡qué bueno es el Señor!, cuando
las cosas se nos ponen peor, estamos tentados de echarle
las culpas a Dios y rechazarlo.
Josué
invita al pueblo a reflexionar sobre las acciones de
Dios. En medio de alegrías penas, de éxitos y de
fracasos, de sufrimientos y luchas, se han dado cuenta
de que Dios ha estado ahí, a su lado. Ahora ellos deben
responder a Dios y lo harán: "¡lejos de abandonar
al Señor!", "serviremos al Señor:¡es
nuestro Dios!".
Ha
hablado Jesús de la gran generosidad de Dios: Él es el
gran don de Dios que se da como pan de vida eterna, como
cuerpo y sangre que se entrega y se derrama para la
salvación del mundo.
Las
palabras de Jesús han sido corroboradas por signos:
enfermos curados, pan que se multiplica, cercanía a los
pequeños, pobres y débiles.
Ahora,
Jesús, invita a dar una respuesta.
Los
judíos, sin embargo, murmuran y se escandalizan y los
discípulos dicen: "Este modo de hablar es duro,
¿quién puede hacerle caso?, y le abandonan..
Hay,
con todo, unos pocos que se fían de Jesús: los Doce.
Para ellos Jesús tiene palabras de vida eterna; ellos
creen que Jesús es el "Santo consagrado por
Dios".
Nuestra
fe se fundamenta en la fe de aquellos "Doce".
En
los momentos fáciles y difíciles, cuando nos vaya
mejor o nos vaya peor, cuando entendamos más o
entendamos menos, , debemos decir como aquellos
israelitas: "¡Lejos de abandonar al Señor!",
"Serviremos al Señor. ¡es nuestro Dios!".
Cuando
en la sociedad en la que vivimos nos tienten con tantas
cosas a dejar los caminos del Señor; cuando nos
presenten mundos fáciles y de fantasías; cuando nos
digan que sin Dios se está mejor, se es más libre,
puede uno hacer lo que le dé la gana; cuando nos
presenten como meta final el propio yo con sus
apetencias, debemos decir como los Doce: "Señor,
¿a dónde iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna".
Nuestra
fe en el Señor debe estar por encima de todo y nuestra
vida según Él, también.