PRESENTACIÓN
Estamos
siempre tentados de destacarnos de los demás, por
supuesto, por arriba. Tener la exclusiva. Y si se pone a
mano, la exclusiva del espíritu de Dios.
Moisés
había recibido el espíritu de Dios para la ardua
misión que se le había confiado.
Cuando
llega el momento, y ante la necesidad, ese espíritu se
comparte con los setenta ancianos.
No
pasa nada, cuantos más tengan el espíritu de Dios,
mejor.
Pero
no parece bien a todos, sobre todo cuando ven
profetizando a dos que no han estado en la ceremonia de
investidura.
La
cercanía de Josué a Moisés le hace pensar que si
participan muchos del espíritu de Dios, Moisés
perderá su autoridad. Tal vez cree que si el espíritu
de Dios se reparte, cada uno tiene menos, sobretodo
Moisés.
¡Ojalá
todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el
espíritu del Señor!
Cuando
el espíritu del Señor se da, se da todo a todos.
Cuántas
veces queremos filtrar o negar carismas del espíritu de
Dios porque parece que se pierde la exclusiva.

Que tu espíritu,
Señor, esté sobre mí, y sobre todos, para hacer siempre
el bien.
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LIBRO
DE LOS NÚMEROS 11,
25-29
¿Estás
celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera
profeta!
En aquellos días,
el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y,
apartando algo del espíritu que poseía, se lo
pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre
ellos el espíritu, se pusieron a profetizar
enseguida. Habían quedado en el campamento dos
del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban
en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero
el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a
profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a
contárselo a Moisés: "Eldad y Medad están
profetizando en el campamento." Josué, hijo
de Nun, ayudante de Moisés desde joven,
intervino: "Señor mío, Moisés, prohíbeselo."
Moisés le respondió: "¿Estás celoso de mí?"?¡Ojalá
todo el pueblo del Señor fuera profeta y
recibiera el espíritu del Señor!".
Palabra
de Dios
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