"ARRIBISTAS"
Tenemos metido hasta
los tuétanos eso de los primeros puestos, del "ser más
que...", del "estar por encima de..."
Cuántos padres emplean,
para convencer a sus hijos de que deben estudiar,
razonamientos en los que prima el tener un buen puesto,
el ser más que los demás, el mandar...
¿Qué es la política?
¿La preocupación de unas personas por el bien de la
"polis", de la ciudad y de los ciudadanos? Cada vez se
parece más a una lucha por el poder, por estar en los
primeros puestos, por dominar, por proporcionarse
beneficios. Es verdad que siempre hay honrosas
excepciones.
En todas las áreas de
la vida: el niño mayor quiere mandar sobre los hermanos
pequeños, el esposo quiere dominar a la esposa, y
también al revés.
En el mundo del
trabajo, algunos ejercen su autoridad como auténticos
tiranos sobre sus subordinados, aun en mandos
intermedios y de base.
Algunos, con tal de
subir, emplean toda clase de medios: la adulación a los
jefes, la sumisión, el chivateo sobre compañeros, el ir
"dando codazos" y pisando a los otros... todo sirve para
ir hacia arriba.
En la Iglesia se suele
hablar de aquellos a los que les gusta estar a la sombra
de la torre de la Catedral, para ser vistos, para que se
le reconozca, para ver si logran prebendas y canonjías.
Los apóstoles también
tuvieron aquella tentación: "Concédenos sentarnos en tu
gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda", le piden
a Jesús los hijos de Zebedeo. Y los otros diez "se
indignaron contra Santiago y Juan".
La lección de Jesús es
fácil de entender, no tanto de practicar.
Él, el Hijo del
hombre", el Mesías, el que estaba en el primer puesto
junto a Dios, y era Dios, se abajó, se anonadó, como
dice San Pablo.
Él, el primero, se hace
el último, comparte su vida con los últimos, bebe el
cáliz de la pasión y es bautizado en la muerte,
entregando la vida por todos.
Por eso entre los
cristianos, y debería serlo en todos los que ejercen el
poder, la autoridad es servir.
La autoridad es como la
del Siervo de Yhavhé: dar la vida.
Siempre el ejemplo de
autoridad es Jesús, que "no ha venido para que le
sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por
todos"