"PERSONAS
DE ¨PRINCIPIOS¨"
No
son muchos, pero están ahí, en los países más
lejanos, entre las culturas más diversas, en medio de
la pobreza y la marginación.
Para
unos, son héroes; han sido capaces de olvidarse de sí
mismos y de los suyos para dedicar su vida a los más
desheredados. Han dado a su vida un sentido: hacer un
mundo mejor, más justo, más humano y más libre.
Unos,
movidos por su fe, otros, por su solidaridad, otros por
un gran sentido de justicia.
Son
personas de esperanza, saben que, aunque a veces parezca
lo contrario, nada de lo que hacen es inútil; saben que
van construyendo un mundo nuevo.
Frente
a ellos una gran mayoría, para los que la vida son
cuatro días que hay que aprovechar para disfrutar, para
acaparar, para subir, pisando y aprovechándose de los
demás, si es necesario.
Y
los que sobresalen son tenidos como los listos, los
triunfadores, los envidiados...
Antes
se hablaba de las personas de "principios";
hoy parece que han desaparecido los principios,
sustituidos por la mentira, la extorsión y el
"todo vale".
Me
decía el otro día una persona: "Es que si no
somos como todo el mundo, nos tienen por tontos, se
ríen de nosotros, nos dan de lado".
Nosotros,
cristianos, no podemos ser "como todo el
mundo". Nosotros tenemos "principios".
Y
el primero de nuestros principios es Jesucristo y todo
lo que ha hecho por nosotros. Nuestra vida sólo tiene
sentido en Él y desde Él.
Ha
muerto y resucitado por nuestra salvación y ha
inaugurado un tiempo nuevo: el Reino de Dios. Así que
nuestros principios son vivir ya ahora en las
categorías de ese Reino, que un día llegará a su
plenitud.
Si
el Reino es Vida, nosotros debemos defenderla desde el
principio hasta el final; si el Reino es Verdad, debemos
ir con ella por delante; si el Reino es Justicia, con
ella pesaremos las acciones; si el Reino es Paz, la
no-violencia activa será nuestra fuerza.
Sufriremos
persecución por parte de los negociantes de la muerte,
de los fabricantes de mentiras, de los manipuladores de
la ley, de los fuertes y poderosos, para los que nuestra
vida será una denuncia y una condena.
Pero
seamos fuertes; no perdamos ni la fe ni la esperanza.
El
Reino de Dios llegará a su plenitud en la vida eterna.
Cuando
todo acabe, aparecerá el Hijo del Hombre, el Señor,
sobre la nube, con poder. Nuestra vida no es inútil.
Es verdad que no sabemos cuándo, pero mantenemos la
esperanza. Él no puede engañarnos.