Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a
leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has
leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz
de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a
descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos
dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que
parecía ser el final de toda esperanza, apareció para
ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la
Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en
las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también
nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos
experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar
a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como
fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado
al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

21 Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado entró en la
sinagoga y se puso a enseñar. 22 Y quedaban asombrados
de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como los escribas.
23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído
por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 «¿Qué
tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido
a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»
25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal
de él.» 26 Y agitándole violentamente el espíritu
inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos
quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos
a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta
con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le
obedecen.»
28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en
toda la región de Galilea.

Interiorizar el texto evangélico

a) ¿Cuál es el punto que más te ha gustado?
b) ¿Qué es lo que ha causado más la admiración de la
gente en tiempo de Jesús?
c) ¿Qué es lo que obligaba a la gente a percibir la
diferencia entre Jesús y los doctores de la época?
d) El espíritu del mal no tiene ningún poder delante de
Jesús. ¿Qué impacto produce esto sobre la gente?
e) ¿La actuación de nuestra comunidad produce admiración
entre la gente? ¿Cuál?

El texto del Evangelio de este cuarto domingo del Tiempo
Ordinario habla de la admiración de la gente viendo cómo
Jesús transmite su enseñanza (Mc 1,21-22), después
presenta el primer milagro que se refiere a la expulsión
de un demonio (Mc 1,23-26) y finalmente habla de nuevo
de la admiración de la gente, ante la enseñanza de Jesús
y de su poder de arrojar espíritus inmundos (Mc
1,27-28).
En los años 70, época en la que escribe Marcos, las
Comunidades de la Italia tenían necesidad de orientación
para saber cómo anunciar la Buena Noticia de Dios al
pueblo que vivía oprimido por el miedo de los demonios,
por la imposición religiosa de normas religiosas de
parte del Imperio romano. Al describir las actividades
de Jesús, Marco indicaba cómo las comunidades debían
anunciar la Buena Nueva. Los evangelistas daban la
catequesis contando con los hechos y acontecimientos de
la vida de Jesús.
El texto que ahora meditaremos indica el impacto que la
Buena Nueva de Jesús sobre el pueblo de su tiempo.
Durante su lectura, tratemos de poner atención a lo que
sigue: ¿Cuál es la actividad de Jesús que causaba más
admiración en la gente?
a) Contexto de entonces y de hoy:
En este domingo meditamos la descripción que el
Evangelio de Marcos hace del primer milagro de Jesús. No
todos los evangelistas cuentan los hechos de la vida de
Jesús de la misma manera. Delante de las necesidades de
las comunidades para las que se escribía, cada uno de
ellos acentuaba algunos puntos y aspectos de la vida,
actividades y enseñanzas de Jesús que más pudiesen
ayudar a sus lectores. Los lectores de Mateo vivían en
el norte de la Palestina y en Siria; los de Lucas, en
Grecia; los de Juan, en Asia Menor; los de Marcos,
probablemente en Italia. Un ejemplo concreto de esta
diversidad es el modo en el que cada cual presenta el
primer milagro de Jesús. En el Evangelio de Juan, el
primer milagro sucede en unas Bodas en Caná de Galilea,
donde Jesús transformó el agua en vino (Jn 2,1-11). Para
Lucas el primer milagro es la tranquilidad con la que
Jesús se libra de la amenaza de muerte por parte del
pueblo de Nazaret (Lc 4,29-39). Para Mateo, es la
curación de un gran número de enfermos y endemoniados (Mt
4,23), o, más específicamente, la curación de un leproso
(Mt 8, 1-4). Para Marcos, el primer milagro es la
expulsión de un demonio (Mc 1,23-26)
Así, cada Evangelista, en su manera de narrar las cosas
revelan cuáles son, según él, los puntos más importantes
en las actividades y en las enseñanzas de Jesús. Cada
uno tiene una preocupación diferente que trata de
transmitir a sus lectores y a las comunidades: hoy
vivimos en un lugar y en una época bien diversas de los
tiempos de Jesús y de los evangelistas. ¿Cuál es para
nosotros la mayor preocupación en relación a lo vivido
del Evangelio? Vale la pena que cada uno se pregunte:
¿Cuál es para mí la mayor preocupación?

Oración con el Salmo 46 (45)
¡Dios, revelado en Jesús, es nuestra
fuerza!
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
socorro en la angustia, siempre a punto.
Por eso no tememos si se altera la tierra,
si los montes vacilan en el fondo del mar,
aunque sus aguas bramen y se agiten,
y su ímpetu sacuda las montañas.
¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad
de Dios,
santifican la morada del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no vacila,
Dios la socorre al despuntar el alba.
Braman las naciones, tiemblan los reinos,
lanza él su voz, la tierra se deshace.
¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
nuestro baluarte el Dios de Jacob!
Venid a ver los prodigios de Yahvé,
que llena la tierra de estupor.
Detiene las guerras por todo el orbe;
quiebra el arco, rompe la lanza,
prende fuego a los escudos.
«Basta ya, sabed que soy Dios,
excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
nuestro baluarte el Dios de Jacob!

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha
hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos
comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha
hecho ver.
Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo
escuchar, sino también poner en práctica la Palabra.
Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del
Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
TOMADO DE:
Página Oficial Orden de Carmelitas
SITIO WEB: http://www.ocarm.org