SEGUIR
SUS PASOS
Jesús
era un buen judío que cumplía con la Ley de Dios. Como
nosotros vamos a misa los domingos, él iba el sábado a
la sinagoga y participaba activamente en la lectura y la
explicación de los textos sagrados, haciéndolo, como
decía el evangelio del domingo pasado, con autoridad.
La autoridad de quien es la Palabra de Dios hecha carne.
Por
eso se permite corregir desviaciones y ante aquellos que
afirman que no se puede curar en sábado, él cura a un
poseído por un espíritu inmundo y a la suegra de
Pedro, ya que, como dice, "el sábado se ha hecho
para el hombre y no el hombre para el sábado",
diciéndonos con ello que la persona, imagen de Dios,
sobretodo la que sufre, es más importante que un mero
cumplimiento del precepto.
Jesús,
el Maestro y el Señor, nos da en el texto que
proclamamos hoy unas claves para ser buenos cristianos,
buenos seguidores de Cristo.
Jesús,
judío, vivió dentro del pueblo de Abraham y de la Ley
de Moisés y, desde ella, la purificó y la llevó a
plenitud.
El
cristiano vive dentro del nuevo Pueblo de Dios, del
pueblo de la nueva Alianza, la Iglesia y, desde ella,
vive su fe, adaptándose a los tiempos y culturas, para
que llegue a todos la única y eterna Palabra del
Señor.
Jesús
vino a anunciar que el Reino de Dios estaba en medio de
nosotros, que el amor de Dios, siempre presente,
irrumpía de una manera plena en el mundo, para
liberarnos de la esclavitud del pecado y abrirnos las
puertas del Reino de los Cielos. Y lo que anunció, lo
llevó a cabo con la entrega de su vida en la cruz, como
sacrificio total y definitivo.
El
cristiano debe proclamar a todo el mundo que Dios es
Amor, Misericordia y Perdón; que Dios no quiere el mal;
que los males del mundo son producto de la débil
condición humana y del egoísmo y pecado que hace que
nos dañemos unos a otros. Aunque, también, asumido el
dolor desde la fe, hacemos de él una ofrenda a Dios,
que nos purifica y nos une más a Él y, junto al de
Cristo, salva al mundo.
Jesús
no se contenta con predicar, "que para eso ha
venido", como dice el evangelio de hoy. Las
palabras van acompañadas de signos, de milagros, de
gestos que demuestran que el Amor de Dios está presente
y actuante.
El
cristiano no puede quedarse sólo en palabras al
anunciar la Buena Noticia, el Evangelio del Amor de
Dios. Su vida será la mejor palabra. Y, como para
Jesús, los pobres, los débiles, los que sufren en el
cuerpo o en el espíritu, son los primeros y no faltará
la denuncia de todo aquello que aleja al hombre y al
mundo de Dios y su Reino: el odio, la violencia, el
egoísmo, la ambición, la idolatría de creernos
dioses...
Jesús,
que era el Mesías, el Señor, el Hijo de Dios hecho
hombre, rezaba, se aislaba para ir al encuentro del
Padre. Qué importante es la oración personal para
Jesús y qué importante debe ser para los suyos, ya que
es el motor de toda la vida.
Anunciar
el evangelio con palabras y obras, vivir la fe en la
comunidad-Iglesia y la oración personal. Estas son las
claves de nuestra vida cristiana.