LOS
AMENAZADOS Y LOS QUE AMENAZAN
Una
tentación de siempre: eliminar, quitar de
en medio al que nos estorba, nos afea, nos
trae problemas.
Cada
día son más frecuentes las noticias de
personas que contratan sicarios para
eliminar a quienes consideran enemigos o
estorbos.
Cada
día son más los que, apoyados por leyes
injustas, que promueven nuestros
gobiernos, ante el embarazo no deseado,
optan por la solución de eliminar a la
persona más débil e indefensa del mundo.
Me estorba, cambia mis planes, me produce
un trauma, lo elimino y asunto cerrado,
Que
estorba ese anciano, ese enfermo terminal,
"vamos a tener con él piedad y
misericordia para que no sufra": le
adelantamos la hora de la muerte. Él
descansa y los demás también.
Un
grupo de jóvenes sale una noche de
fiesta, se pasan en el alcohol y la droga
y lo pagan esos marginados, vagabundos,
que duermen en el metro, en los portales,
en las cabinas de los cajeros automáticos
abrigados por unos cartones; van a recibir
unas palizas de muerte.
En
el mundo de la política pasa lo mismo:
¿me estorbas?, ¿puedes quietarme el
poder? Voy a ver cómo te quito de en
medio. No importan los medios: trampas,
difamación, espionaje... Al final todo
vale.
En
el fondo es lo mismo que la legislación
de Israel sobre los leprosos, que hemos
escuchado en la primera lectura: ¿Tienes
la lepra? Eres un problema; por lo tanto,
fuera del pueblo, a las cuevas, a vivir
como un andrajoso; no te acerques a nadie
y que nadie se te acerque.: un muerto en
vida.
El
Señor nos enseña no sólo el respeto a
las personas débiles y marginadas, sino
el amor hacia ellas.
El
leproso, saltándose la ley, se ha
acercado a Jesús, sabiendo que él le
puede sacar de su situación: "Si
quieres, puedes limpiarme".
Y
Jesús también se ha saltado la ley; ha
sentido lástima, le ha tocado y le ha
dicho: "Quiero: queda limpio".
El
Señor no es Señor de muerte sino de
vida. Por eso la entrega en la cruz: para
que tengamos vida y vida en abundancia.
No debe
faltarnos cada día una oración por la vida,
pues está amenazada desde muchos frentes:
aborto, eutanasia activa o suicidio
asistido, violencia de todo tipo, guerras,
terrorismo, hambre, discriminación por
razón de sexo, raza o credo, abandono,
soledad... ¡Cuánta situación de muerte!
Recemos
al Dios de la vida por los amenazados y
por los que amenazan.
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