PRESENTACIÓN
El Señor tenga
piedad y nos bendiga (v. 1). Que Dios nos
bendiga (v. 8). La lectura "cristiana" de estos
versículos, es decir, su alcance y comprensión a la luz
de la plenitud de la Revelación, los convierten en
hondos y luminosos.
La bendición de Dios se
consuma en su Hijo Jesucristo, por medio del cual nos ha
bendecido con toda clase de bienes espirituales 314
Aprovechemos este silencio
contemplativo de nuestra oración para agradecer a Dios
Padre estas bendiciones: en primer lugar, la bendición
consistente en contemplarnos -antes, incluso, de la
creación del mundo- como formando un solo cuerpo en la
Persona de Cristo. Un cuerpo que llegará "al estado de
varón perfecto, a la medida de la edad perfecta de
Cristo".315 ¡Qué sublime predestinación!; después, la
bendición consistente en realizar esta predestinación de
una manera admirable: haciéndonos hijos suyos. ¡Qué
excelsa dignidad!
Por medio de Cristo -de su
Pasión y de su Muerte- podemos contemplar de nuevo el
rostro del Padre, sereno y bondadoso.316 Viene, pues, a
propósito la conclusión de nuestra meditación con esta
antiquísima colecta sálmica: "Conociendo la tierra tus
caminos, Padre santo, y todos los pueblos tu salvación,
confesamos que Cristo es nuestro sendero y nuestra
patria; por Él caminamos derechamente y llegamos a la
más plena victoria; danos, pues, como regalo a aquél que
hiciste para nosotros salvación. Él que vive y reina por
los siglos de los siglos. Amén."317
Ilumine su rostro
sobre nosotros. Agustín desarrolla su
plegaria "cristiana" con estas palabras: "Ya que nos
grabaste tu imagen, ya que nos hiciste a tu imagen y
semejanza, tu moneda, ilumina tu imagen en nosotros, de
manera que no quede oscurecida. Envía un rayo de tu
sabiduría para que disipe nuestras tinieblas y brille tu
imagen en nosotros ... Aparezca tu Rostro, y si -por mi
culpa-, estuviese un tanto deformado, sea reformado por
ti, aquello que Tú has formado."318
La tierra ha dado su
fruto: Son varios los Padres que, en el
comentario a este versículo, nos ofrecen una
interpretación concorde. ¡La Tierra! La Virgen María, es
de nuestra tierra, de nuestra raza, de esta arcilla, de
este lodo, de la descendencia de Adán. La tierra ha dado
su fruto; el fruto perdido en el Paraíso y ahora
reencontrado. La tierra ha dado su fruto.
Primeramente ha dado la
flor: «Yo soy el narciso de Sarón y el lirio de los
valles» (Cant 2: 1). Y esta flor se ha convertido en
fruto: fruto porque lo comemos, fruto porque comemos su
misma Carne. Fruto virgen nacido de una Virgen, Señor
nacido del esclavo, Dios nacido del hombre, Hijo nacido
de una Mujer, Fruto nacido de la tierra."319 "Nuestro
Creador, encarnado en favor nuestro, se ha hecho,
también por nosotros, fruto de la tierra; pero es un
fruto sublime, porque este Hombre, nacido sobre la
tierra, reina en los cielos por encima de los
Ángeles."320
Arocena (mercaba)
SALMO 66
R/. Oh
Dios, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos
bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
R/. Oh
Dios, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las
naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.
R/. Oh
Dios, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
La
tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
R/. Oh
Dios, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
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