LECTIO DIVINA

 

 

 


La solemnidad de la Inmaculada, al caer dentro del Adviento, se ha convertido en motivo de esperanza para toda la Iglesia cuando se está preparando para recibir al que viene a bendecirnos “con toda clase de bienes espirituales y celestiales. La disponibilidad de María es el camino por el que la salvación de Dios se hace presente.


 

Dios Espíritu Santo,

así como Tú has inundado a María,

con tu presencia, fecundándola y engendrando

al Hijo de Dios en ella,

así también realiza la obra de Dios en nuestra vida,

para que también nosotros podamos responder

como lo hizo la Virgen:

“…sí, hágase…, hágase tu voluntad…”.

Señor, en estos días previos a la Navidad,

regálanos la docilidad y apertura que tuvo María,

para que, encontrando a Dios en nuestra vida,

vivamos tu proyecto de amor

para nosotros y nuestra familia.

Hoy y siempre, Dios Espíritu Santo,

danos la gracia de decirle al Padre:

“…sí, hágase…, hágase tu voluntad…”,

como lo dijo, María,

para que Tú puedas hacer en nosotros

tu obra y hacernos presencia tuya

para todos los que nos rodean.

Que así sea

Texto

Motivación:

María es uno de los personajes centrales del Adviento. Ella es la mujer disponible que supo escuchar y poner por obra la Palabra, la que supo conducir su vida según la voluntad de Dios. Dejando que Él actuara, consintió que el Hijo se encarnara en su seno para que la salvación llegase a la humanidad entera. Gracias a María, la esperanza se hizo realidad.

 

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:

- «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»

Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»

María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»

Y la dejó el ángel.


 

para conseguir depositar la Palabra en nuestro corazón

 

Algunas preguntas para recoger del texto los núcleos importantes y comenzar a asimilarlos.

· ¿Qué títulos o nombres menciona el Ángel a María que definen la identidad del niño que va a nacer?

· ¿Cuál será la misión de este niño?

· ¿Qué papel desempeña el Espíritu Santo en la concepción y nacimiento de Jesús?

· ¿Cuáles son las actitudes de María que más resaltan en este texto?

 

Motivación:

María nos enseña cuál es la mejor manera de prepararnos para la Navidad. Antes de que la Palabra se encarnara en su seno se había ya encarnado en su corazón. Por eso supo decir SÍ. Su respuesta puede ayudarnos a revisar nuestras actitudes en este tiempo en que el Señor viene.

 

· ¿A qué me compromete el Sí de María?

· ¿Hasta qué punto consiento, como ella, que la Palabra de Dios transforme mi vida?

· María aceptó el desafío. ¿Cuáles son los desafíos que Dios me propone hoy para ser discípulo?

· No tengas miedo, que nada es imposible para Dios. ¿Cómo puedo poner en práctica esto?


 

Motivación:

María es también maestra de oración. Con ella y como ella le pedimos al Padre que nos prepare para recibir a su hijo Jesús.

· Luego de un tiempo de oración

personal, compartimos nuestra oración.

Se puede recitar el Salmo 97

 

Motivación:

Contemplar a María, como mujer de fe, imitando su vida ejemplar:

 

Cuando nos sintamos llenos de gratitud por las gracias de Dios que hemos recibido a través de la Encarnación y por los ejemplos de la vida de Jesucristo, miremos a la Santísima Virgen como el canal por el que todo ese bien ha llegado hasta nosotros y hagamos con tal motivo actos de amor hacia Ella.

Al ejecutar nuestras acciones, pongamos los ojos en las de la Santísima Virgen y pensemos que el mayor honor que podemos tributarle es imitar sus virtudes; en particular su pureza,

 

TOMADO DE:  Vicentinos