PRESENTACIÓN
Juan
Bautista anunciaba una buena noticia a la gente que se
acercaba a él: "está para llegar uno con más poder
que yo".
Y
para prepararse a recibir al que viene, al Mesías, predica
el bautismo y la conversión. Empleará en su llamada
palabras duras, que nos recuerdan el lenguaje apocalíptico;
"Raza de víboras, ¿pensáis que vais a escapar del
castigo que se acerca?" (v 7); "el hacha ya está
puesta a la raíz de los árboles" y el que no dé buen
fruto se cortará; no basta con ser hijos de Abraham, con
pertenecer al pueblo elegido.
Ante
esta predicación, surge la pregunta de los que le escuchan:
"¿Qué debemos hacer?".
Esta
pregunta estaba en la boca y el corazón e aquellos
catecúmenos que se preparaban al bautismo en las primeras
comunidades cristianas: ¿Qué tenemos que hacer?,
preguntaron a Pedro tras el discurso después de
Pentecostés; ¿qué tenemos que hacer?, le pregunta el
carcelero a Pablo cuando, tras el terremoto, quedaron
abiertas las puertas de la cárcel y no se escapó ningún
preso; ¿qué tengo que hacer?, pregunta el mismo Pablo al
Señor, tras la revelación cerca de Damasco.
Juan
Bautista tiene delante varios tipos de personas: gente en
general, publicanos y soldados judíos, ya sea al servicio
de Herodes ya sea al de Roma.
Y
el camino de conversión pasa por salir cada uno de sí
mismo, del propio egoísmo, para acercarse al otro, al
prójimo, buscando su bien, respetándole en todo.
A
la gente se lo concretará en el compartir, en buscar que
nadie pase necesidad, en acercarse al otro en su situación;
al publicano le hablará de la necesidad de ser justo, de no
aprovecharse de su situación y su poder, de no extorsionar;
al que tiene la fuerza de las armas, que no intimide, que no
robe utilizando su fuerza. Detrás de la conversión siempre
debe haber un nuevo comportamiento para con los demás.
Y
el signo de haber tomado este camino: un bautismo en agua,
que prepara para aquel bautismo en Espíritu Santo y fuego
que traerá el Mesías, del que él, Juan, es un fiel
servidor que no merece desatarle las sandalias.
Finalmente,
recuerda que el tiempo es inminente; la siega está a punto
de comenzar y pronto la horca se lanza al viento para que
separe el trigo de la paja.
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
3, 10-18
¿Qué
hacemos nosotros?
En aquel
tiempo, la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces,
qué hacemos?"
Él
contestó: "El que tenga dos túnicas,
que se las reparta con el que no tiene; y el
que tenga comida, haga lo mismo."
Vinieron
también a bautizarse unos publicanos y le
preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos
nosotros?"
Él les
contestó: "No exijáis más de lo
establecido."
Unos
militares le preguntaron: "¿Qué hacemos
nosotros?"
Él les
contestó: "No hagáis extorsión ni os
aprovechéis de nadie, sino contentaos con la
paga."
El pueblo
estaba en expectación, y todos se preguntaban
si no sería Juan el Mesías; él tomó la
palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo
con agua; pero viene el que puede más que yo,
y no merezco desatarle la correa de sus
sandalias. Él os bautizara con Espíritu
Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para
aventar su parva y reunir su trigo en el
granero y quemar la paja en una hoguera que no
se apaga."
Añadiendo
otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le
anunciaba el Evangelio.
Palabra
de Dios
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