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INVITACIÓN A LA ALEGRÍA "
Las
lecturas de hoy nos han invitado insistentemente a la ALEGRÍA.
En el mundo de hoy, con tantos quebraderos de cabeza para la
sociedad y para cada persona, no deja de ser extraño
que se nos proclamen unas palabras tan optimistas y llenas
de esperanza.
Pero
es que estamos oyendo en verdad la Buena Noticia, el
Evangelio de Cristo Jesús, en la preparación de la
Navidad.
SOFONÍAS,
con un lenguaje poético, ha entonado un canto a la alegría,
que hoy escuchan miles y miles de comunidades
cristianas en todo el mundo: "regocíjate, Hija de
Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo
corazón, Jerusalén..." El motivo es claro:
"el Señor estará en medio de ti, y no temerás... el
Señor tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que
salva: El se goza y se complace en ti, te ama y se alegra
con júbilo, como en día de fiesta" Lo que el
profeta veía como promesa, nosotros lo celebramos con la
convicción de que Dios nos ha mostrado su cercanía y su
amor enviándonos ya, hace dos mil años, a su Hijo
como nuestro Señor y Salvador.
SAN
PABLO lo ha dicho con más fuerza todavía: "estad
siempre alegres en el Señor: os lo repito, estad
alegres... El Señor está cerca. Nada os preocupe... y la
paz de Dios custodiará vuestros corazones".
Os
he repetido esta frases que habíamos escuchado ya en las
lecturas, porque en verdad éste es un mensaje que
vale la pena proclamar en medio de una comunidad
cristiana y de una sociedad tan falta de esperanza. Hoy y
aquí, a nosotros, Dios nos ha dirigido una Palabra de
ánimo, diciéndonos que no tengamos miedo, que nuestro
corazón esté en paz, porque El nos está siempre
cerca.
La
celebración de la Navidad, a la que nos estamos preparando,
es todo un pregón de confianza y optimismo: nos
asegura que Dios perdona, que ama. No estamos solos en
nuestro camino, aunque muchas veces nos lo parezca.
La
situación de cada uno, o de la humanidad, puede ser
preocupante. Al igual que la del pueblo de Israel en
tiempos de Sofonías o la de la comunidad cristiana en los
de Pablo. Y sin embargo a ellos y a nosotros nos ha
sido proclamada una palabra de amor y de alegría.
Cristo Jesús, desde su nacimiento en Belén, está con
nosotros, en medio de nosotros, aunque no le veamos.
El día de la Ascensión se despidió de los suyos con una
promesa: yo estaré con vosotros todos los días hasta
el fin del mundo... Por eso lo que celebramos en estos
días nos llena de serenidad y de esperanza.
-JUNTO
A LA ALEGRÍA, EL ESFUERZO
Pero
a la vez hemos escuchado OTRA VOZ MAS SERIA.
El
profeta precursor de Jesús, Juan el Bautista, que también
"anunciaba la Buena Noticia" al pueblo, les
propuso, y nos propone hoy a nosotros, un programa de vida
exigente para preparar la venida del Mesías.
El
Bautista, a orillas del río Jordán, ha sido muy concreto
en su exigencia: "el que tenga dos túnicas, que
se las reparta con el que no tiene, y el que tenga comida,
haga lo mismo... no exijáis más de lo establecido...
no hagáis extorsión a nadie..." Muchos esperan la
Navidad por las vacaciones, por los regalos, por la fiesta;
ojalá sea en verdad tiempo de felicidad para todos.
Pero los cristianos vemos esos días con unos ojos
especiales: celebramos la venida del Hijo de Dios a
nuestra historia, y eso da una profundidad nueva a la
fiesta. Y a la vez, esta mirada cristiana nos hace pensar:
si queremos celebrar bien la Navidad, hemos de acoger
a Cristo Jesús en nuestras vidas, en nuestro proyecto
existencial. Algo tiene que cambiar en nuestro estilo de
vida.
¿No
nos convendría pensar cómo cumplir estos días el programa
del Bautista? ¿cómo compartiremos nuestros bienes
con el más necesitado, cómo seremos más amantes de la
justicia y de la verdad? Hoy se nos invita a la alegría,
pero también al trabajo y a la seriedad en nuestro
camino, como cristianos que quieren vivir conforme al
evangelio de Cristo Jesús.
-EUCARISTÍA
Y VIDA
Que
se note este tono de esperanza alegre EN NUESTRA EUCARISTÍA,
elevando a Dios, con más convicción que nunca,
nuestra acción de gracias y nuestro canto de
alabanza.
Que
se note también EN NUESTRA VIDA este mayor optimismo, esta
alegría y esta paz interior que nos da al sabernos
salvados por Dios. Que se note sobre todo en nuestra
actitud de mayor comprensión y cercanía para con los demás,
como nos ha dicho el Bautista.
Entonces,
seguramente, la Navidad del año 85 será para todos una
gracia y una felicidad verdadera.
J.
ALDAZABAL (+)