INTRODUCCIÓN 
 

 

 

 

 

 

EL BANQUETE DEL SEÑOR
Miguel Payá - Página franciscanos

Capítulo VII
EL DIÁLOGO
Dios nos ha hablado por medio del Hijo

2. LOS RITOS INICIALES

b) Saludo al altar y a la comunidad

Cuando el presidente y los ministros llegan al altar, lo primero que hacen es saludar a los dos protagonistas del encuentro que se va a producir: Cristo y su comunidad de discípulos. Y, con esto, el sacerdote y los ministros manifiestan que su función es precisamente la de ser servidores de este encuentro.

Primero saludan al altar, símbolo y figura de Cristo, y de Cristo ofreciéndose por nosotros, con una inclinación profunda. El sacerdote y el diácono, además, lo veneran besándolo. También se contempla la posibilidad de incensarlo. Los cristianos, al principio, evitaron el uso del incienso por sus reminiscencias paganas. Pero poco a poco se fue introduciendo en el culto cristiano por influencia de la liturgia de Jerusalén.

Muy preñado de sentido es el saludo a la comunidad, ya que se le va a recordar todo lo que es. El sacerdote comienza diciendo. «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»: no nos reunimos en nombre propio, sino en el del Dios uno y trino. Y, además, mientras dice estas palabras, hace la señal de la cruz, que es una profesión de fe abreviada, una especie de símbolo de nuestro Bautismo. El pueblo aclama: «Amén», es decir, sí, queremos celebrar la Eucaristía como comunidad cristiana. Más aún, el sacerdote y la comunidad se intercambian a continuación un saludo en el que se recuerdan el último secreto de su identidad, la presencia del Señor en sus vidas. «El Señor esté con vosotros». «Y con tu espíritu».

Este saludo puede prolongarse con una breve monición del sacerdote o de otro ministro para introducir a la asamblea en la Misa del día.