PRESENTACIÓN
Pedro
ha tenido una visión en Joppe en la que se le ha invitado a
sacrificar y comer animales impuros. Al negarse, por tres
veces ha escuchado una voz: "Lo que Dios ha purificado,
no lo llames tú profano" (Hch 10, 15b).
Ha
entendido que el Espíritu le ha manifestado que las
barreras que los judíos mantenían tan severamente en la
relación con los paganos, con Jesús, ya no tienen sentido
y que éstos también pueden recibir el bautismo.
Así
pues, en casa de Cornelio lo manifestará abiertamente y
proclamará la universalidad de la salvación que realiza
Dios en Cristo. Todos los hombres son iguales ante la
salvación de Dios.
No
les era fácil asumir esto a aquellos cristianos procedentes
del judaísmo que habían sido formados en el exclusivismo
salvífico del pueblo de Dios.
Tras
esta introducción, Pedro sigue anunciando la Buena Noticia,
en la línea de los discursos misioneros que incorpora San
Lucas:
Él
es el enviado por Dios para traer la paz, tan anunciada en
el Antiguo Testamento.
Él
es el Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo.
Él
es el Benefactor y Salvador.
Pedro
se presenta como testigo de la vida, muerte y resurrección
de Jesús y se siente llamado a predicar la Buena Noticia.
Quien
la acoja, recibirá el Espíritu Santo.
HECHOS
DE LOS APÓSTOLES
10, 34-38
En
aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
—Está
claro que Dios no hace distinciones; acepta al
que lo teme y practica la justicia, sea de la
nación que sea. Envió su palabra a los
israelitas anunciando la paz que traería
Jesucristo, el Señor de todos.
Conocéis
lo que sucedió en el país de los judíos
cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la
cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús
de Nazareth, ungido por Dios con la fuerza del
Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y
curando a los oprimidos por el diablo; porque
Dios estaba con él.
Palabra
de Dios
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