
¡Señor, nuestro Dios y nuestro Padre! Te pedimos el
conocimiento del misterio del
bautismo de tu Hijo. Concédenos comprenderlo como lo
comprendió el evangelista Lucas:
como lo comprendieron los primeros cristianos.
Concédenos Padre, contemplar el
misterio de la identidad de Jesús como lo has
revelado en el momento de su bautismo en
las aguas del Jordán y que está presente en nuestro
bautismo.
¡Señor Jesús! Enséñanos en esta escucha de tu palabra
qué cosa signifique ser hijos, en Tí
y contigo. Tú eres el verdadero Cristo porque nos
enseña ser hijos de Dios como tú. Danos
una profunda conciencia de la acción del Espíritu que
nos invita a una escucha dócil y
atenta de tu palabra. ¡Espíritu Santo! Te pedimos que
calmes nuestras angustias, los
temores, los miedos para ser más libres, sencillos y
mansos en la escucha de la voz de Dios
que se manifiesta en la palabra de Cristo Jesús,
nuestro hermano y redentor. ¡Amén!
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Texto
“Ver con los
ojos del corazón, lo que dice el texto”
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
3, 15-16. 21-22
En
aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación
y todos se preguntaban si no sería Juan el
Mesías. El tomó la palabra y dijo a todos:
-Yo
os bautizo con agua; pero viene el que puede más
que yo, y no merezco desatarle la correa de
sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu
Santo y fuego.
En
un bautismo general, Jesús también se bautizó.
Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó
el Espíritu Santo sobre él en forma de
paloma, y vino una voz del cielo:
-Tú
eres mi Hijo, el amado, el predilecto.
Palabra
del Señor
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para conseguir depositar
la Palabra en nuestro corazón
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“Dejarnos penetrar por
la Palabra, cuestionar nuestra vida a la luz de la
Palabra”
a) En el pasaje que has
leído ¿qué efecto ha producido en ti la "voz de Dios"
que ha
declarado a Jesús "el" Hijo de Dios, el único, el
amado?
b) Esta verdad ¿es una
convicción compartida y consciente para ti?
c) ¿El bautismo de Jesús
te ha convencido de que Dios no está lejano, encerrado
en su
transcendencia e indiferente a la necesidad de
salvación de la humanidad?
d) ¿No te maravilla el
hecho de que Jesús desciende a las aguas del Jordán a
recibir
también Él el bautismo de penitencia, haciéndose
solidario con los pecadores, Él, que no
tiene pecado?
e) Jesús no es un
pecador, pero no rechaza solidarizarse con la humanidad
pecadora
¿Estás convencido de que la salvación se empieza con
la ley de la solidaridad?
f) Tú que has sido
bautizado en el nombre de Cristo, "en Espíritu Santo y
fuego", ¿sabes
que eres llamado a experimentar la solidariedad de
Dios con tu historia personal, de
modo que ella no sea solidaria ya con el pecado, que
separa y divide, sino con el amor que
une?
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LECTURA: ¿Qué dice el
texto?
1. Jesús se presentó a Juan para que lo bautizara (v.
13)
Jesús, el Mesías, el Enviado de Dios, el profeta
esperado, se sumerge en este momento de su bautismo, en
lo más hondo de nuestra condición humana: el pecado. Se
coloca el Inocente en la fila de los pecadores,
asemejándose a todos los humanos pecadores, asumiendo en
sí mismo el pecado del mundo. Sin duda, al cargar todos
los pecados del mundo, éste habría sido para Jesús uno
de los momentos más duros de su existencia terrena como
hombre y como Mesías. Sentirse "pecador", Él el "hijo
amado del Padre".
A quien no cometió pecado, Dios lo hizo por nosotros
reo de pecado, para que, gracias a él, nosotros nos
transformemos en salvación de Dios (2 Cor 5, 21).
El bautismo, para los judíos, era un rito
penitencial. El bautizado se reconocía pecador. Jesús
representa al nuevo pueblo de Dios, regenerado en las
aguas del bautismo, celebrado por la Iglesia.
También nos recuerda cómo el pueblo de Israel,
liberado de la esclavitud de Egipto, traspasa el Mar
Rojo. Jesús es el nuevo Moisés que abre el camino
verdadero de la liberación pasando las aguas del río
Jordán. Y convierte así el agua en sacramento de
salvación para los hijos de Dios, el nuevo y definitivo
pueblo de Dios, la Iglesia.
2. Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco (v.
17)
La respuesta del Padre sobre su Hijo no se hace
esperar. Mateo nos describe con brevedad y con
profundidad el sentido de esta teofanía.
- Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua (v. 16).
Jesús supera las aguas de la muerte para convertirlas en
agua de vida para todos los que creen en Él. Así
inaugura el bautismo cristiano, que nos hace salir de la
esclavitud del pecado para entrar en la libertad de la
vida del Espíritu.
- Se abrieron los cielos (v. 16). El Padre mismo
desciende sobre su Hijo y sobre los redimidos. El cielo
se abre en Jesús, Dios y hombre, para toda la humanidad.
Jesús es el mediador y el puente entre Dios y los
hombres, para aplicar la salvación.
- Y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una
paloma y descendía sobre él (v. 16). Es la unción de
consagrado que, como hombre, recibe Jesús para la misión
de Mesías que va a comenzar con su predicación. Ya está
toda la Trinidad en la tierra, realizando la comunión
entre la humanidad y Dios.
- Una voz que venía del cielo decía: `Éste es mi Hijo
amado, en quien me complazco´ (v. 17). Es la Palabra que
manifiesta la vida íntima de la Trinidad. Porque Jesús
asume la condición pecadora de los hombres y se presenta
como "pecador", por eso, el Padre le da el abrazo
cariñoso, para que el Hijo humanizado emprenda la misión
encomendada a favor de la humanidad, identificado con el
plan de salvación y confiado totalmente en el Padre.
Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad (Heb 10, 7).
Cada hombre que recibe el bautismo llega a ser hijo
amado de Dios, ungido con la fuerza del Espíritu,
consagrado como sacerdote, profeta y rey. Discípulo de
Jesús y miembro de la Iglesia, del nuevo pueblo de Dios.
El bautizado sale de la esclavitud del pecado y es
consagrado por la unción del Espíritu para ser apóstol,
enviado por la Iglesia para predicar el Evangelio, la
Buena Noticia de la salvación.
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“Le hablo al Señor,
escucho el yo de Jesús y mi yo para llegar a una
intimidad de amor”
Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver el rostro de Dios?
Son mis lágrimas mi pan de día y de noche,
cuando me dicen todo el día:
«¿Dónde está tu Dios?».
El recuerdo me llena de nostalgia:
cuando entraba en la Tienda admirable
y llegaba hasta la Casa de Dios,
entre gritos de acción de gracias
¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡ Salvación de mi rostro, Dios mío!
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CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo
interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
“Entrar en la luz que ha
dejado la Palabra en mi mente y mirarle a Jesús con paz
y amor, con silencio y suavidad”
Señor Dios, mientras tu Hijo era bautizado por Juan
Bautista en el Jordán, ha orado. Tu
voz divina ha escuchado su oración rasgando los
cielos. También el Espíritu Santo se ha
mostrado presente en forma de paloma. ¡Escucha
nuestra oración! Te pedimos que nos
sostengas con tu gracia para que podamos comportarnos
verdaderamente como hijos de
la luz. Danos la fuerza de abandonar las ataduras del
hombre viejo, para ser renovados
continuamente en el Espíritu, revestidos e invadidos
de pensamientos y sentimientos de
Cristo.
A Tí, Señor Jesús, que has querido recibir de Juan
Bautista el bautismo de penitencia,
queremos dirigir nuestra mirada desde nuestro corazón
para aprender a rezar como tú
rezaste al Padre en el momento del bautismo, con el
abandono filial y total adhesión a su
voluntad. ¡Amén!
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TOMADO DE:
epifania.es |
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