Unos
textos que podrían parecer anecdóticos, tienen, sin
embargo, una profundidad teológica.
La
escena de los pastores. Unos pastores, gente de no muy buena
reputación, pues no les era fácil guardar el sábado e ir
a la sinagoga, son los primeros en recibir la gran noticia
que cambiará la historia de la humanidad ("El
Espíritu del Señor está sobre mí y me ha enviado a
anunciar la Buena Noticia a los pobres").
Además,
éstos, los pastores, "los pobres", se convierten
en los primeros apóstoles, al ir comunicando la Buena
Noticia que han recibido.
Y
si los pastores "contaban lo que les habían dicho del
Niño", María, su madre, lo guardaba en su corazón,
calibrando la grandeza del destino de ese recién nacido,
que ha colocado en el pesebre.
Al
cabo de ocho días lo llevan al Templo para la
circuncisión. Sólo Lucas habla de este acontecimiento; tal
vez quiera remarcar la solidaridad de Jesús con su pueblo;
también este hecho nos habla de una joven pareja, José y
María, que conforman su vida con la ley de Moisés, signo,
para ellos, de la voluntad de Dios.
Y
le pondrán por nombre: Jesús, "Dios salva". Y es
que así se lo había indicado el ángel a María y, según
el evangelio de San Mateo, a José y también a los
pastores: "Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el
Señor".
¿Y
María? Acepta ser la madre del Hijo de Dios, permanece en
silencio, se pone al servicio del plan de Dios, consciente
de que no es ella, sino su Hijo, el centro del proyecto
divino.