UN
TIEMPO FUERTE
En
la vida de las personas, de las familias, de los
colectivos, hay acontecimientos importantes que se
celebran cada año: un cumpleaños, un aniversario , el
día de la fundación del colectivo, el recuerdo de un
acontecimiento que marcó fuertemente a los que lo
celebran.
Y
cuando se acerca la fiesta, se comienzan los
preparativos, se reúne y se invita a las personas para
que, cuando llegue el día, todos estén preparados.
Nuestra
familia, la Iglesia, empezamos hoy a prepararnos para
nuestra gran fiesta, una fiesta que nos ha marcado
profundamente a todos: la Pascua del Señor. Celebramos
que hemos sido salvados por la muerte y resurrección
del Señor. Y, as-i, cada año cuando se acercan las
fechas en las que sucedió este acontecimiento,
empezamos a prepararlo, tanto como familia, como
Iglesia, cuanto cada uno personalmente.
Cuarenta
días antes de la fiesta comenzamos la prepración. Por
eso a este tiempo le llamamos Cuaresma.
¿Y
cómo preparamos la Pascua?
Por
la muerte y la resurrección del Señor, fuimos salvados
y unidos a él.
Pero
lo que nos pasa es que, con mucha frecuencia, por
nuestra debilidad, por nuestro pecado, por que nos
olvidamos... nos vamos separando de Cristo, el Señor;
nuestra vida se va alejando de la suya.
Por
eso la preparación de la Pascua es volver a Jesucristo,
restablecer la unión con él. A este paso lo llamamos
"conversión"
Volver
a Jesucristo, volver a hacer de él el centro de nuestra
vida, caminar según sus enseñanzas.
Comenzamos
este camino de preparación a la Pascua del Señor con
un signo muy antiguo: la ceniza. Con él reconocemos
nuestra poca cosa, nuestra debilidad, nuestra
separación; pero también con él, queremos expresar
que vamos a comenzar el camino de vuelta al Señor. Por
eso, la ceniza únicamente debe recibirla quien
sinceramente quiere iniciar ese camino de conversión.
La ceniza no se recibe por tradición, costumbre o
porque siempre se ha hecho así.
La
Palabra de Dios nos ha dado algunas pistas que nos
ayudarán a recorrer el camino.
El
profeta Joel anima nuestra confianza; nos dice que dios
es compasivo y misericordioso; San Pablo nos invita a
celebrar el sacramente del Perdón: En nombre de Cristo
os pedimos que os reconciliéis con Dios y no echéis en
saco roto la gracia de Dios. Y Jesús no habla de tres
acompañantes cuaresmales:
- La oración,
personal y comunitaria; en casa y en la Iglesia. en la
oración se incluye la lectura asidua de la Palabra de
Dios, participar en retiros, charlas, Ejercicios
Espirituales...
- La limosna, el
compartir los bienes con los necesitados; también el
tiempo, las cualidades; la solidaridad, la visita a los
enfermos o a los que están solos, acompañar a los que
sufren...
- el ayuno, que
ayuda a purificar el cuerpo y el espíritu; ayuno que es
abstenerse de aquello que puede hacer daño al cuerpo o
al espíritu; ayuno en los alimentos, pero también
ayuno de malas compañías, ayuno de comportamientos
pecaminosos, ayuno de programas de TV, libros o revistas
que no nos hacen bien... En resumen, purificar el cuerpo
y el espíritu, es decir, toda nuestra persona.
Y
todo ello de una manera sencilla, humilde y callada. Que
lo vea sólo el Padre del cielo.
Que
comencemos la preparación de nuestra fiesta con
alegría; la Cuaresma es un tiempo fuerte de
conversión, pero no es un tiempo triste. "Cuando
ayunes, perfúmate la cara", dice Jesús.
Que
lleguemos a la Pascua siendo mejores cristianos.