Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu.

Después de ayunar durante cuarenta días, al fin, sintió hambre

El tentador se acercó y le dijo: «Di que éstas piedras se conviertan en pan».

Y Jesús: «No sólo de pan vive el hombre.

El tentador: «Todo te daré si me adoras».

Y Jesús: «Apártate Satanás... Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto.

* Podéis hacer algunas peticiones libres al Señor:

- Te lo pedimos, Señor...

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan
de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.

María, Madre nuestra,
tú que recibiste a Jesucristo,
Luz y Vida para el mundo,
guía por el camino de la vida
a las madres que han concebido un hijo;
enséñanos a querer a los ancianos,
y a cuidar con amor a los enfermos.

Madre de la Vida y del Amor Hermoso, ruega por nosotros.

Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan; se los llevó a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos.

Los vestidos se volvieron blancos como la luz.

Se aparecieron Moisés y Elías, conversando con él.

Una voz desde la nube decía: «Este este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle».

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan
de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.

María, Madre nuestra,
tú que recibiste a Jesucristo,
Luz y Vida para el mundo,
guía por el camino de la vida
a la madres que han concebido un hijo;
enséñanos a querer a los ancianos,
y a cuidar con amor a los enfermos.

Madre de la Vida y del Amor Hermoso,
ruega por nosotros.

«¿Acaso hay alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan de da una piedra, o si le pide pescado, le da una culebra?

Si, pues vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que se las pidan!»

Una mujer de Samaria llega a sacar agua del manantial de Jacob.

Jesús le dice: «Dame de beber».

Ella responde: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?

Y Jesús: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú y él te daría agua viva... El que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed.

En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan
de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.

María, Madre nuestra,
tú que recibiste a Jesucristo,
Luz y Vida para el mundo,
guía por el camino de la vida
a la madres que han concebido un hijo;
enséñanos a querer a los ancianos,
y a cuidar con amor a los enfermos.

Madre de la Vida y del Amor Hermoso,
ruega por nosotros.

«Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis.

Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas.»

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.

Dice a los discípulos: «Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo».

Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé».

Él fue, se lavó y volvió con vista.

...

Oyó Jesús que lo habían expulsado de la Sinagoga, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?

Él contestó: ¿Y quién es para que crea en él?

Jesús le dijo: «Lo estás viendo, el que te está hablando, ése es».

Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él.

* Podéis hacer algunas peticiones libres al Señor:

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan
de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.

María, Madre nuestra,
tú que recibiste a Jesucristo,
Luz y Vida para el mundo,
guía por el camino de la vida
a la madres que han concebido un hijo;
enséñanos a querer a los ancianos,
y a cuidar con amor a los enfermos.

Madre de la Vida y del Amor Hermoso,
ruega por nosotros.

Un cierto Lázaro de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo.

Jesús dijo a los discípulos: «Lázaro nuestro amigo está dormido: voy a despertarlo.

Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado.

Marta dijo a Jesús. «Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

Dijo Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí no morirá para siempre».

* Podéis hacer algunas peticiones libres al Señor:

- Te lo pedimos, Señor...

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan
de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.

María, Madre nuestra,
tú que recibiste a Jesucristo,
Luz y Vida para el mundo,
guía por el camino de la vida
a la madres que han concebido un hijo;
enséñanos a querer a los ancianos,
y a cuidar con amor a los enfermos.

Madre de la Vida y del Amor Hermoso,
ruega por nosotros.