
CUARENTA
DÍAS
DE RODILLAS
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La lectura de la
Palabra de Dios nos lleva a una más intensa oración
La reforma que hay
que cumplir en Cuaresma no se puede realizar sin la ayuda de Dios. Es El
el que purifica nuestro ser, el que nos renueva, el que convertirá
nuestro viejo Adán en el nuevo Cristo.
Y por eso nos ponemos en oración: pedid
y se os dará, buscad y encontraréis.
La Iglesia en
oración. Sobre todo en Cuaresma. Para que no nos creamos que con el
ayuno y los demás ejercicios ascéticos que podemos emprender en este
tiempo, somos nosotros los que merecemos la nueva vida. Es Dios. Y la
Iglesia, consciente, se pone en actitud de oración, pidiendo la
salvación pascual para la comunidad entera y para cada uno de sus
miembros.
Pablo VI, al
iniciarse la Cuaresma de 1964 en una audiencia general se preguntaba:
"¿Qué debe decir el Papa a los que se le acercan en esta época
de la Cuaresma? Debe decir esto, nos parece: hijos míos, rezad. Rezad
un poco más. Procurad rezar bien. Procurad uniros a la oración de la
Iglesia, la cual en este período de preparación pascual, multiplica
sus oraciones y les da un desarrollo de ritos y de fórmulas riquísimo
y hermosísimos".
Oración personal, pues, y oración
litúrgica, colectiva. En unión de toda la Iglesia y de la comunidad a
la que pertenecemos. |