ORAR ES UN ENCUENTRO |
Es largo el camino que nos lleva al encuentro. También es intenso y exigente, pues todo encuentro exige y supone estar dispuesto a entrar con sencillez y confianza en el misterio del "Otro" y simultáneamente abrir la vida aceptando que el "Otro" entre en la plenitud de su ser en nuestro propio misterio. Al orar es el hombre, con su grandeza y limitaciones, quien con decisión y confianza se lanza al encuentro del Dios Padre y Misterio. Es también el hombre quien, consciente de su pequeñez y de su deseo, abre su vida para acoger en su propia vida la Presencia, la Palabra y el Amor de Dios Padre. A simple vista, la oración, el encuentro con Dios, puede ser algo complejo. De ahí la pregunta: ¿Es tan difícil encontrar a Dios? ¿Es difícil y complicado el encuentro contemplativo con Dios Padre? En realidad tales preguntas ponen de manifiesto lo poco que sabemos de Dios. Pues, como dicen los niños, : "Dios es tan grande que creo el universo". Pero también es cierto que "Dios es tan pequeño, tan pequeño, que cabe dentro de nosotros". Ciertamente, Dios es "grande" y es "pequeño". Es Padre y también es "Misterio", es "Luz " y es "Noche". Dios está en nosotros y también es Dios "escondido". De aquí que la oración sea un encuentro con ese Dios Padre-Madre, y también Luz y Misterio.
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