PRESENTACIÓN
DIOS
SE CUIDA DE MI
«El
te librará de la red del cazador, de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás,
su brazo es escudo y armadura».
Mi
vida entera está bajo tu protección, Señor, y quiero
acordarme de ello cada hora y cada minuto, según vivo
mi vida en la plenitud de mi actividad y el descanso de
tu cuidado.
«No
temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de
día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la
epidemia que devasta a mediodía».
De
día y de noche, en la luz y en la oscuridad, tú estás
a mi lado, Señor. Necesito esa confianza para
enfrentarme a los peligros que me acechan por todas
partes. Este mundo no es sitio seguro ni para el alma ni
para el cuerpo, y no puedo aventurarme solo en terreno
enemigo. Quiero escuchar una y otra vez las palabras que
me aseguran tu protección cuando empiezo un nuevo día
al levantarme y cuando entrego mi cuerpo al sueño por
la noche, para sentirme así seguro en el trabajo y en
el descanso bajo el cariño de tu providencia.
«No
se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta
tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para
que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus
palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra».
Hermosas
palabras llenas de consuelo. Hermoso pensamiento de ángeles
que vigilan mis pasos para que no tropiece en ninguna
piedra. Hermosa imagen de tu providencia que se hace
alas y revolotea sobre mi cabeza con mensaje de protección
y amor. Gracias por tus ángeles, Señor. Gracias por el
cuidado que tienes de mí. Gracias por tu amor.
Y
ahora quiero escuchar de tus propios labios las palabras
más bellas que he oído en mi vida, que me traen el
mensaje de tu providencia diaria como signo eficaz de la
plenitud de la salvación que en ellas se encierra.
Dilas despacio, Señor, que las escucho con el corazón
abierto.
«Se
puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré, porque
conoce mi nombre; me invocará y lo escucharé. Con él
estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación».
Gracias,
Señor.
CARLOS
G. VALLÉS
(SALMO 90)
R/. QUÉDATE CONMIGO, SEÑOR, EN LA TRIBULACIÓN.
Tú que habitas al
amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti."
R/. QUÉDATE CONMIGO, SEÑOR, EN LA TRIBULACIÓN.
No se te acercará la
desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
R/. QUÉDATE CONMIGO, SEÑOR, EN LA TRIBULACIÓN.
Te llevarán en sus
palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
R/.
QUÉDATE CONMIGO, SEÑOR, EN LA TRIBULACIÓN.
"Se puso junto a
mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré."
R/. QUÉDATE CONMIGO, SEÑOR, EN LA TRIBULACIÓN.
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