PALABRA DE DIOS 
 

 

PRIMERA LECTURA
Josué 5, 9a. 10-12

 

PRESENTACIÓN

El pueblo de Dios celebra la Pascua en la tierra prometida.

            Se narra la celebración de la primera Pascua de Israel en la tierra de la libertad (v. 10). Han quedado atrás los años de la esclavitud egipcia. El pasado de opresión y de injusticia es sólo parte de una historia en la que Dios ha actuado con poder y misericordia en favor de su pueblo. Con razón aquel día en Guilgal, al celebrar la Pascua, el Señor dijo a Josué: “Hoy os he despojado del oprobio de Egipto” (v. 9). Ha quedado atrás también el desierto. Desde aquel día “cesó el maná” y los israelitas “comieron de la cosecha de la tierra de Canaán” (v. 12). De ahora en adelante también las manifestaciones del amor de Dios serán nuevas, como nueva es la historia de libertad del pueblo y nueva la tierra que de ahora en adelante los enriquecerá con sus frutos.

Silvio José Báez  (catolicaweb.com)

LECTURA DEL LIBRO DEL JOSUÉ 5, 9a. 10-12

El pueblo de Dios celebra la Pascua, después de entrar en la tierra prometida

En aquellos días, el Señor dijo a Josué: "Hoy os he despojado del oprobio de Egipto."

Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.

El día siguiente a la Pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas.

Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 33

PRESENTACIÓN

El Salmo 33 es un canto de acción de gracias. Son muchos los beneficios que el salmista ha recibido del Señor y se ve en la necesidad de agradecérselos. En tantos momentos, especialmente en las pruebas de la vida, ha visto la mano bondadosa de Dios, su fidelidad, su solicitud, que ahora quiere expresar en un canto estupendo toda su gratitud al Dios providente de Israel.

Las pruebas que Dios permite no superan nunca las fuerzas del justo, de modo que las fuerzas del mal no parecen romper el equilibrio de la fidelidad.

El salmista tiene experiencia de esta protección y solicitud de Dios y por eso le agradece su bondad y al mismo tiempo comunica a los demás su vivencia, exhortándolos a la fidelidad y a la confianza, invitándoles incluso a que ellos mismos tengan esa experiencia de la providencia y de la cercanía de Dios.

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La lección dada por el autor del salmo con su fina intuición del corazón y de la vida, la cierra ahora con un resumen de la misma.

La maldad conduce al malvado a la perdición. El mal sólo puede crear el mal, la violencia, la violencia, y no pueden tener otra recompensa que el mal. Otro sabio del Antiguo Testamento ha escrito: "El que cava una fosa caerá en ella, el que deshace una pared es mordido por el áspid" (Eccl 10,8).

Y para terminar, en un tono optimista, el autor engloba en el último versículo la actuación de Dios respecto al justo: Dios lo salva y lo redime liberándolo de todo peligro; quien se acoge a él no será jamás confundido: la fidelidad del Señor es eterna, su bondad sobre los justos no conoce el crepúsculo.

Salmo sencillo, reiterativo, pero de una lección grande, siempre actual y necesaria. Composición poética fruto de una experiencia religiosa riquísima. La confianza en Dios, la fe perseverante y la confianza en el Dios de la salvación que nunca falta, y se obtiene de él más aún de lo que se le pide.

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J.M. Vernet

R/. GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.

Bendigo al Señor en todo momento, 
su alabanza está siempre en mi boca; 
mi alma se gloría en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren.
R/. GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.

 Proclamad conmigo la grandeza del Señor, 
ensalcemos juntos su nombre. 
Yo consulté al Señor, y me respondió, 
me libró de todas mis ansias.
R/. GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.

 Contempladlo, y quedaréis radiantes, 
vuestro rostro no se avergonzará. 
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha 
y lo salva de sus angustias.
R/. GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.

 

SEGUNDA LECTURA
2 Corintios 5, 17-21

PRESENTACIÓN

Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo.

            El verbo “reconciliar” (katallássein) aparece seis veces en el Nuevo Testamento (Rom 5,10; 1 Cor 7,11; 2 Cor 5,18.19.29). Ordinariamente se usa para hablar de la reconciliación del hombre con Dios (a excepción de iCor 7,11). Etimológicamente está formado del prefijo katá (según, conforme a, etc.) y del verbo lassein (cambiar, transformar), lo cual indica que la reconciliación supone un cambio, una transformación radical, una novedad en las relaciones, un inicio nuevo. Reconciliarse es restaurar un vinculo de amor o de amistad que ha sido roto a causa de la infidelidad de una de las personas comprometidas en la relación. Pablo anuncia que la reconciliación con Dios, más que un esfuerzo humano, es una gracia que se ofrece a todos a través de Cristo.

Silvio José Báez  (catolicaweb.com)

SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS  5, 17-21

Dios, por medio de Cristo, nos reconcilió consigo

Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.

Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.

Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio.

En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Lucas 15, 18

Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti".

 

EVANGELIO
Lucas 15, 1-3. 11-32

PRESENTACIÓN

Este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida.

            Los fariseos y maestros de la ley se mantienen a distancia de los pecadores, por fidelidad a la Ley; Jesús anda con ellos, hace fiesta con ellos (Lc 15,1-3). Lo que sorprende es la forma en que Jesús actúa. En lugar de condenar como Jonás o Juan Bautista, o exigir sacrificios rituales como los sacerdotes, los acoge y les abre gratuitamente un horizonte nuevo de vida y de esperanza. Esto es lo que la parábola del Padre misericordioso quiere ilustrar.

            El relato se inicia contando que el hijo menor pide la parte de la herencia que le corresponde y se va de la casa (v. 12). Será responsable de lo que le ocurra, recibirá lo que él mismo se ha buscado. Cuando está en apuros, decide volver a la casa del padre (vv. 17-19). Cuando decide volver, lo hace simplemente para poder comer como los jornaleros de la casa de su padre. Sus palabras son ambiguas y no reflejan un verdadero arrepentimiento. La parábola no quiere describir el itinerario de una conversión, sino presentar la sorprendente reacción del padre cuando el hijo vuelve y la forma en que interpreta su regreso.

Silvio José Báez  (catolicaweb.com)

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 15, 1-3. 11-32

"Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido"

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."

Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.

Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."

Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.

Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. "

Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

Y empezaron el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo.

Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.

Éste le contesto: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."

Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."

El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""

Palabra del Señor