PRESENTACIÓN
El
encuentro con Jesucristo en el camino de Damasco ha marcado
profundamente a San Pablo.
Cuántas
cosas que habían dado sentido a su vida en su pasado de
judío fariseo, ahora las estima basura. Por eso tiene
tantos problemas, ya sea con los judíos como con los
hermanos cristianos judaizantes que quisieran más
acercamiento a las normas de la ley mosaica.
Sin
embargo, Cristo lo ha hecho todo nuevo, lo antiguo ya no
existe. Para ganar a Cristo y vivir en él, lo importante es
la fe.
Y
la fe es acoger, optar por Jesucristo y unirse profundamente
a él; es decidirse a seguirle, compartiendo su vida,
incluida la muerte y la resurrección. Esta es la gran
esperanza que alimenta la fe: llegar un día a la meta
definitiva, a la resurrección.
Y
es Cristo Jesús el primero que ha corrido la carrera y el
primero que ha llegado a la meta y el que ha ganado el
premio para todos. Pero hay que correr para que, cuando
lleguemos a la meta, nos lo dé.
Un
premio que no es bronce, plata u oro; un premio que es Dios
mismo, la vida para siempre con él. Para esto nos ha
llamado, y para esto nos envió a su Hijo.
SEGUNDA
CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES
3, 8-14
Por
Cristo lo perdí todo, muriendo su misma
muerte
Hermanos: Todo lo
estimo pérdida comparado con la excelencia
del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí
todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar
a Cristo y existir en él, no con una justicia
mía, la de la Ley, sino con la que viene de
la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios
y se apoya en la fe.
Para conocerlo a él,
y la fuerza de su resurrección, y la comunión
con sus padecimientos, muriendo su misma
muerte, para llegar un día a la resurrección
de entre los muertos.
No es que ya haya
conseguido el premio, o que ya esté en la
meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo,
pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos, yo no
pienso haber conseguido el premio. Sólo busco
una cosa: olvidándome de lo que queda atrás
y lanzándome hacia lo que está por delante,
corro hacia la meta, para ganar el premio, al
que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra
de Dios
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