
Pide la luz del Espíritu. Deja a un lado tus
preocupaciones. Serénate.
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Texto
“Ver con los
ojos del corazón, lo que dice el texto”
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 8,
1-11
El
que esté sin pecado, que le tire la primera
piedra
En aquel tiempo,
Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al
amanecer se presentó de nuevo en el templo, y
todo el pueblo acudía a él, y, sentándose,
les enseñaba.
Los escribas y los
fariseos le traen una mujer sorprendida en
adulterio, y, colocándola en medio, le
dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en flagrante adulterio. La ley de
Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú,
¿qué dices?"
Le preguntaban esto
para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose,
escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo:
"El que esté sin pecado, que le tire la
primera piedra."
E inclinándose
otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo,
se fueron escabullendo uno a uno, empezando
por los más viejos.
Y quedó sólo Jesús,
con la mujer, en medio, que seguía allí
delante. Jesús se incorporó y le preguntó:
"Mujer, ¿dónde están tus acusadores?;
¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó:
"Ninguno, Señor."
Jesús dijo:
"Tampoco yo te condeno. Anda, y en
adelante no peques más."
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para conseguir depositar
la Palabra en nuestro corazón
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“Dejarnos penetrar por
la Palabra, cuestionar nuestra vida a la luz de la
Palabra”
1. ¿Qué me dice a mí la
actitud de estos letrados y fariseos? ¿También yo a
veces me convierto en
“juez” de mis hermanos, y los acuso ante los demás?
¿Estoy más atento en el obrar de los demás,
que en mi propio estilo de vida?
2. ¿Intento manipular las
escrituras a mi conveniencia para poner en evidencia a
mis hermanos?
¿Comprendo que la palabra siempre debe interpelarme a mí
en primer lugar?
3. ¿Alguna vez me sentí
herido por actitudes como estas en la Iglesia? ¿Me han
expuesto como a
esta mujer? ¿Y yo, alguna vez fui como estos fariseos y
letrados?
4. ¿Suelo caer en la
tentación de pensar que soy una persona libre de pecado?
5. ¿Ante las faltas y
errores de mis hermanos, que me pide el Señor que sea?
¿Cuál es el camino
correcto para con ellos?
6. ¿Entiendo que el Señor
siempre perdona nuestros errores, siempre que
manifestemos nuestro
arrepentimiento, como lo hizo con esta mujer? ¿Recurro
con frecuencia al sacramento de la
reconciliación? ¿Me quedo solamente con el perdón de
Dios, y me olvido de la palabra de Jesús
que me dice “no vuelvas a pecar”?
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Contexto
Este texto evangélico sintoniza más con el estilo de
Lucas. Como en la parábola del hijo pródigo, también en
este relato se manifiesta el perdón, la misericordia y
la amistad de Dios. Y se manifiesta en los gestos y en
las palabras de perdón de Jesús.
Muchos estudiosos de la Biblia dicen que es un texto que
originalmente no perteneció a este evangelio de Juan.
De todos modos, pertenece a una tradición evangélica y
su enseñanaza es clara.
El adulterio en Israel era considerado como un delito
público. Era castigado con la lapidación hasta la muerte
(Lv 20).
Es un relato que pone en contraste los diferentes modos
de enjuiciar la conducta de los demás y los diferentes
modos de condenar. (Para el hombre adúltero no existía
tal castigo). Los fariseos y escribas tenían una norma
rigurosa paracondenar a la mujer. Y, en cambio, para
ellos fácilmente se presentaban como “buenos e
inocentes”. Jesús desenmascara este modo de proceder.
Texto
Todo el texto se centra en la frase: ¿Dónde están?
¿Ninguno de ellos se ha atrevido a condenarte?...
Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a
pecar (vs. 10-11).
1.
La acogida de la pecadora
Jesús acoge a la
pecadora con delicadeza y respeto. Es el rostro de la
misericordia del Padre. Jesús se define así: No he
venido a llamar a los justos sino a los pecadores (Mt 9,
13).
A la pecadora le recomienda que no peque más, después de
perdonarla y devolverle su dignidad perdida.
2.
Los acusadores
Son estrictos para hacer cumplir la ley.
Tienden una trampa a Jesús: si perdona a la pecadora, le
acusarán de no cumplir la Ley. Y si aplica la ley, le
acusarían de “asesino” o inmisericorde.
Se fijan en el pecado ajeno y no hacen caso de su propio
pecado. Se creen los buenos.
Condenan sin compasión tanto a Jesús como a la mujer.
Son descubiertos en su hipocresía y maldad. Se retiran
de la presencia liberadora de Jesús con sus pecados. No
se arrepienten.
3.
Jesús
Se da cuenta de las malas intenciones de los acusadores.
Les devuelve la acusación: Aquel de ustedes que no tenga
pecado, que le tire la primera piedra (v. 7). Así quedan
desenmascarados.
Se queda solo frente a la mujer. No le reprende. No le
acusa. Le comprende. Le perdona totalmente. Es la
misericordia de Dios actuando en Jesús. Es el modo con
que Dios nos recibe, nos perdona, nos ama.
Recomienda a la mujer que cambie de vida: No vuelvas a
pecar (v. 11). Así la rehabilita como mujer y como hija
de Dios.
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“Le hablo al Señor,
escucho el yo de Jesús y mi yo para llegar a una
intimidad de amor”
Jesús, misericordia del Padre, que has
venido a encontrarte con nuestra miseria en los caminos
del mundo, en las plazas de nuestras ciudades.
Tú siempre te vuelves a nosotros con tus
brazos infinitos, abiertos para abrazar al que estaba
perdido, en el ímpetu de tu piedad.
No queremos ser escribas ni fariseos,
acusadores de nuestros hermanos, dispuestos a lanzar a
otros la piedra de nuestro pecado
Jesús, Señor del soberano silencio, en
medio del tumulto de nuestras pasiones, haznos capaces
de callar ante ti mientras nuestra alma, desnuda y
avergonzada, se confiesa sencillamante dejándose mirar
por tus ojos de pastor humilde.
¿Quién nos condenará si tú nos absuelves?
¿Quién nos despreciará si tú nos amas?
Tú eres el único que te quedas con
nosotros, oh Inocente, oh Puro, oh Santo, que no puedes
ver el mal.
Míranos purificados por tu perdón: no
queremos pecar más. Confírmanos en la fidelidad de tu
amor. Amén.
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CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo
interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
“Entrar en la luz que ha
dejado la Palabra en mi mente y mirarle a Jesús con paz
y amor, con silencio y suavidad”
Déjate llevar por la sana curiosidad.
Entra en la escena. Míralos a todos. Pero, sobre todo,
posa tus ojos en Jesús: ¡qué ternura con la pecadora!,
¡qué santa indignación con los acusadores!
También tú puedes sentirte así ante el
Todo-misericordioso. Unas veces como acusador de otras
personas y otras como receptor del perdón y de la
amistad de Jesús.
Pídele perdón por lo primero y dale gracias porque él
siempre te acoge y te comprende.
Siente que Jesús, rostro del Padre, te perdona siempre.
Y te aconseja: Anda, camina, no peques
más.
ACCION:
Resume en un buen propósito todo este diálogo que has
tenido con el Señor.
No juzguéis, y Dios no os juzgará; no condenéis, y Dios
no os condenará; perdonad, y Dios os perdonará (Lc 6,
37). ¡Haz resonar en tu interior esta recomendación de
Jesús!
Lleva a nuestra vida esta bella orientación de Jesús. Él
nos dará su fortaleza para ir cumpliéndola.
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TOMADO DE:
catholic.net y cristonautas |
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