REFLEXIONES  
 

 

REFLEXIÓN - 1


"ES EL SEÑOR"

A veces nos preguntan: ¿Dónde está el Señor? y respondemos: en la Eucaristía (por eso vamos a misa y comulgamos), en la Palabra de Dios (por eso la leemos y la meditamos), en la iglesia (y vamos a la iglesia a rezar, a estar con Él).

Si me quedo aquí, ser cristiano se resume en "ir a misa", "leer el Evangelio" e "ir a la iglesia".

Es verdad que el Señor está ahí.

En los domingos anteriores escuchábamos cómo Jesús se hacía presente "el primer día de la semana", el domingo, en un contexto de Eucaristía y en un lugar cerrado, a escondidas "por miedo a los judíos".

La aparición del resucitado que escuchamos este domingo no se realiza en domingo, no es el día de la reunión comunitaria; es un día de trabajo, están en el lago y en la pesca, no están en la casa, están en el tajo.

Y también allí, al aire libre, en el momento del trabajo, a la orilla del lago, Jesús se hace presente.

Y se les hace presente en alguien a quien, en principio, no conocen; en alguien que está junto a ellos; en alguien que tiene los comportamientos de Jesús.

Y el discípulo al que Jesús tanto quería, lo reconoce: "Es el Señor". Y, después, todos: "Nadie se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor".

Y como en el primer encuentro, la primera pesca milagrosa, Él es el que elige a los suyos y el lugar que deben ocupar. En la primera pesca milagrosa, Jesús dice a Pedro: "Serás pescador de hombres"; y en esta segunda le dice, reafirmándole en su puesto, aunque le ha fallado en algo tan grave como negarle tres veces: "Apacienta mis ovejas".

Y es que, a pesar de su debilidad, Pedro ama profundamente a Jesús.

Entre las muchas maneras de hacerse presente el resucitado en medio de los suyos, están las personas.

Y si los pobres, los desvalidos, los que sufren..., son un lugar privilegiado ("porque tuve hambre..."), todo aquel que intenta hacer suyas las palabras de Jesús, que intenta reflejar en su vida la vida de Jesús, que se esfuerza por ir identificándose con él, son presencia de Jesús resucitado en el mundo.

Y quien está identificado con Jesús, está identificado con su misión: ser pastor.

"Tengo otras ovejas que no son de este redil" (desgraciadamente cada vez más. "Las tengo que reunir". En esta tarea estamos todos empeñados, pero será nuestra vida cristiana de auténtico seguimiento de Jesucristo, la que atraiga a los lejanos.

Yo puedo encontrarme con el Señor a través de los demás. Los demás también pueden encontrarse con el Señor a través de mí.

 

 


 

REFLEXIÓN - 2

"EL QUE VIVE"

El primer filón de las lecturas de hoy sigue siendo Cristo Resucitado. Es El el que da sentido a nuestra celebración de la Pascua: el que se aparece a los siete discípulos, les da su eficacia para la pesca y les invita a comer con él. El es el "motivo de nuestra alegría" pascual (oración sobre las ofrendas).

En la visión del Apocalipsis aparece como el Cordero inmolado, pero a la vez como Señor Glorioso: la forma más expresiva de su Misterio pascual. Por eso la multitud de los salvados le alaban y le sirven: "se postraron ante el que vive".

- La consecuencia más concreta de la Resurrección de Cristo es su comunidad. Y éste podría ser, hoy, el tema primordial de la homilía.

Es admirable el testimonio que dan Pedro y los Apóstoles en medio de una sociedad hostil: nada menos que ante el Sanedrín: "Dios resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis".

Y no podían hacerles callar. La dinámica de este testimonio se ve clara si se comparan la segunda y la tercera lectura. Los mismos que han experimentado la presencia de Cristo, han comido con él y han podido exclamar: "es el Señor" (evangelio), son los que encuentran fuerza para hablar de él a los cuatro vientos (segunda lectura). 

Para este testimonio de la comunidad creyente es decisiva la ayuda del Espíritu. A notar que el Espíritu como "don pascual" no aparece sólo en Pentecostés: el domingo pasado escuchábamos a Jesús que decía: "recibid el Espíritu Santo..."; hoy, Pedro habla del "Espíritu que Dios da a los que le obedecen".

El Cardenal Jubany se preguntaba, en una glosa dominical, si algunos no estarán interesados en que la Iglesia se quede recluida en "la sacristía" y no hable "en la calle"... Una comunidad cristiana tiene que dar testimonio de que ha optado por seguir los criterios de Cristo sobre la vida familiar, profesional, sobre la persona humana y sus derechos, sobre el valor de la vida, sobre el matrimonio, el amor, el aborto, el divorcio. También aquí habrá que decir lo de Pedro: "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".

La comunidad cristiana es un signo profético viviente, en medio del mundo. Un espacio de libertad y de entusiasmo pascual, que la empuja a ser levadura y sal en medio de una sociedad que no tiende precisamente a vivir conforme a los criterios del evangelio.

Este tiempo de Pascua es un momento ideal para pensar lo que significa el domingo para los cristianos:

-somos una comunidad de creyentes que se reúne cada domingo en torno a Cristo Resucitado: él se nos hace presente en la Palabra, en la Eucaristía, en la misma comunidad; él multiplica nuestras fuerzas con su eficacia; nos invita a comer;

-somos una comunidad que se siente animada por la perspectiva final, la que el Apocalipsis nos ha presentado: una gran asamblea de salvados que participan para siempre en el triunfo de Cristo;

-y que mientras tanto va caminando, en medio de dificultades y fatigas, animada por el Espíritu, comprometida en dar un testimonio claro de Cristo, luchando contra el mal, con ánimo misionero.

Nuestra reunión eucarística del domingo es algo más que un precepto. Es nuestro encuentro con el Señor y con nosotros mismos, la celebración de su victoria y de nuestra participación en su vida. Este encuentro es el que nos mueve y llena de confianza: vale la pena vivir en cristiano, siguiendo a Uno que no está muerto, sino que vive. La Eucaristía es su "aparición pascual" para nosotros. Si logramos en verdad reconocerle ("es el Señor"), si seguimos su invitación ("vamos, comed"), podemos luego echar las redes. No será en vano.

J. ALDAZABAL (+)

 

 

REFLEXIÓN - 3