
CONSTITUCIÓN
"SACROSANCTUM
CONCILIUM"
SOBRE LA SAGRADA
LITURGIA
CAPÍTULO I
PRINCIPIOS GENERALES PARA LA REFORMA Y FOMENTO DE LA SAGRADA
LITURGIA
III. REFORMA DE LA SAGRADA LITURGIA
Conservar la tradición y
apertura al legítimo progreso
23. Para conservar la
sana tradición y abrir, con todo, el camino a un progreso
legítimo, debe preceder siempre una concienzuda
investigación teológica, histórica y pastoral, acerca de
cada una de las partes que se han de revisar. Téngase en
cuenta, además, no sólo las leyes generales de la estructura
y mentalidad litúrgicas, sino también la experiencia
adquirida con la reforma litúrgica y con los indultos
concedidos en diversos lugares. Por último, no se
introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad
verdadera y cierta de la Iglesia, y sólo después de haber
tenido la precaución de que las nuevas formas se
desarrollen, por decirlo así, orgánicamente a partir de las
ya existentes. En cuanto sea posible evítense las
diferencias notables de ritos entre territorios contiguos.
Biblia y Liturgia
24. En la
celebración litúrgica la importancia de la Sagrada Escritura
es sumamente grande. Pues de ella se toman las lecturas que
luego se explican en la homilía, y los salmos que se cantan,
las preces, oraciones e himnos litúrgicos están penetrados
de su espíritu y de ella reciben su significado las acciones
y los signos. Por tanto, para procurar la reforma, el
progreso y la adaptación de la sagrada Liturgia, hay que
fomentar aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura
que atestigua la venerable tradición de los ritos, tanto
orientales como occidentales.
Revisión de los libros
litúrgicos
25. Revísense cuanto
antes los libros litúrgicos, valiéndose de peritos y
consultando a Obispos de diversas regiones del mundo.
B) Normas derivadas de la índole de la liturgia como
acción
jerárquica y comunitaria.
26. Las acciones
litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de
la Iglesia, que es "sacramento de unidad", es decir, pueblo
santo congregado y ordenado bajo la dirección de los
Obispos.
Por eso pertenecen a todo el cuerpo de la Iglesia, influyen
en él y lo manifiestan; pero cada uno de los miembros de
este cuerpo recibe un influjo diverso, según la diversidad
de órdenes, funciones y participación actual.