El
texto completo de Habacuc, 1,2 - 2,4, es uno de los más
importantes del antiguo Testamento, en lo que se refiere
a la fe de Israel.
Las
coordenadas históricas se encuentran entre la
decadencia de Asiria y el auge de Babilonia, aunque el
texto no se refiera a un acontecimiento concreto, y la
reflexión, el diálogo del profeta con Dios, pueda
aplicarse a todos los acontecimientos similares.
El
profeta se hace ante Dios las eternas preguntas: ¿Por
qué no escuchas, Señor? ¿por qué permites
desgracias, violencias, luchas, contiendas y
catástrofes? ¿por qué la injusticia domina la tierra?
Caen
unos poderes y surgen otros y al final son los mismos
los que sufren, los pobres y los oprimidos.
La
violencia, el terrorismo, las guerras y reyertas son el
pan nuestro de cada día. ¿Por qué Dios sigue
callando?
Dios
da una primera respuesta: "Yo movilizaré a un
pueblo cruel y resuelto que recorrerá la anchura de la
tierra" (v 6a). Se espera que Babilonia acabe con
la violencia de Asiria. Pero no ha sido así, ha hecho
de su fuerza su dios (v 11)
De
nuevo Habacuc se dirige a Dios: "Tus ojos son
demasiado puros para estar mirando el mal..., ¿por qué
contemplas en silencio a los traidores?
Quizás
la respuesta del Señor no gusta o no es entendida. El
mal no tiene la última palabra; el violento, el
opresor, no triunfarán. Si el inocente, el justo, aun
en medio de los grandes fracasos del presente, sigue
fiándose, viviendo su fe, llegará a la felicidad;
"si tarda, espera, porque ha de llegar sin
retrasarse" (2, 3a)