
LECTURA: ¿Qué dice el
texto?
El texto de la liturgia de
este domingo forma parte de la larga sección típica de
Lucas (Lc 9,51 a 19,28), en la que se describe la lenta
subida de Jesús hacia Jerusalén, donde será preso, será
condenado y morirá. La mayor parte de esta sección está
dedicada a la instrucción de los discípulos.
Nuestro texto forma parte de
esta instrucción a los discípulos. Jesús les enseña cómo
debe ser la vida en comunidad (Lc 17,1).
b) Una división del texto
para ayudar en su lectura:
• Lucas 17,5: Los
apóstoles le piden a Jesús que les aumente su fe
• Lucas 17,6: Vivir con fe
grande como un grano de mostaza
• Lucas 17,7-9: Vivir la
vida al servicio gratuito de Dios y de los hermanos
• Lucas 17,10: Aplicación de
la comparación del siervo inútil.
b) Comentario del texto:
a) Contexto
histórico de nuestro texto:
El contexto histórico del
Evangelio de Lucas tiene siempre dos dimensiones: la
época de Jesús, los años treinta, en el cual suceden las
cosas descritas en el texto y la época de las
comunidades, a las que Lucas dirige su Evangelio, más de
cincuenta años después.
Al relatar las palabras y
gestos de Jesús, Lucas piensa no sólo en lo que sucedió
en los años treinta, sino también y sobre todo en la
vida de las comunidades de los años ochenta con sus
problemas y sus angustias, comunidades a las que quiere
ofrecer una luz y una posible solución (Lc 1, 1.4).
b) Clave de lectura:
el contexto literario:
El contexto literario (Lc
17,1-21) en el que está colocado nuestro texto (Lc 17,
1-10) nos ayuda a entender mejor las palabras del Señor.
En él Lucas reúne las palabras de Jesús con las que
enseña cómo debe ser una comunidad.
En primer lugar (Lc 17,1-2),
Jesús reclama la atención de los discípulos sobre los
pequeños, o sea los excluidos de la sociedad.
En segundo lugar (Lc 17,3-4)
, reclama la atención sobre los miembros débiles de la
comunidad. En relación con ellos, Jesús quiere que los
discípulos se sientan responsables y tengan una conducta
de comprensión y de reconciliación.
En tercer lugar (Lc
17, 5-6) (y aquí comienza nuestro texto) habla de la fe
en Dios que debe ser el motor de la vida en comunidad.
En cuarto lugar (Lc 17,
7-10) , Jesús dice que los discípulos deben servir a los
demás con la máxima abnegación y con desprendimiento,
considerándose siervos inútiles.
En quinto lugar (Lc 17,
11-19), Jesús enseña cómo deben recibir el servicio de
los demás. Deben mostrar gratitud y reconocimiento.
En sexto lugar (Lc 17,
20-21) Jesús enseña cómo mirar la realidad que nos
rodea. Pregona que no se debe correr tras la propaganda
engañosa de aquellos que enseñan que el Reino de Dios,
cuando llegue, podrá ser observado por todos. La llegada
del Reino de Dios no podrá ser observada por todos.
Jesús dice lo contrario: “La llegada del Reino de Dios
no podrá ser observada como se observa la del rey de la
tierra. Para Jesús el Reino de Dios ¡ha llegado ya! Y
está en medio de nosotros, independientemente de nuestro
esfuerzo o de nuestro mérito. ¡Es pura gracia! Y sólo la
fe lo percibe.
c)
Comentario del texto:
• Lucas 17,5: Los apóstoles
piden a Jesús que les aumente su fe Los discípulos se
dan cuenta de que no es fácil comportarse como Jesús
pide de ellos: la atención hacia los pequeños (Lc 17,
1-2) y la reconciliación con los hermanos y hermanas más
débiles de la comunidad (Lc 17, 3-4). ¡Y esto con mucha
fe! No solamente fe en Dios, sino también en las
posibilidades de recuperar al hermano o hermana. Por
esto, van a Jesús y le piden: “Aumenta nuestra fe”
• Lucas 17,5-6: Vivir con
una fe grande como un grano de mostaza Jesús responde:
“Si tuviérais una fe tanto como un grano de mostaza,
habríais dicho a este sicómoro: «¡Arráncate y plántate
en el mar!». Esta afirmación de Jesús suscita dos
preguntas: (1). ¿Será que Jesús quiere insinuar que los
apóstoles no tienen la fe tan grande como un grano de
mostaza? La comparación usada por Jesús es fuerte e
insinuante. Un grano de mostaza es muy pequeño, tanto
como la pequeñez de los discípulos. Pero por medio de la
fe, pueden llegar a ser fuertes, más fuerte que la
montaña o el mar. Si Jesús hablase hoy diría: “Si
tuviéseis la fe grande como un átomo, podríais hacer
explotar esta montaña” O sea, a pesar de las
dificultades que comporta, la reconciliación entre los
hermanos es posible, porque la fe consigue realizar lo
que parecía imposible. Sin el eje central de la fe, la
relación rota no se recompone y la comunidad que Jesús
desea no se realiza. Nuestra fe debe llevarnos al punto
de ser capaces de arrancar de dentro de nosotros la
montaña de prejuicios y lanzarlos al mar. (2) ¿Será que
Jesús con esta afirmación, se ha querido referir a la fe
en Dios o a la fe en las posibilidades de recuperación
de los hermanos y hermanas más débiles? Prevalentemente
las referencias son para ambos a la vez. Pues así como
el amor de Dios se concretiza en el amor al prójimo, así
también la fe en Dios se concretiza en la fe en los
hermanos, en la reconciliación, en el perdón ¡hasta
sesenta veces siete! (Mt 18,22) La fe es el control
remoto del poder de Dios, que obra y se revela en el
trato humano renovado, vivido en comunidad.
• Lucas 17, 7-9: Jesús dice
cómo debemos cumplir los deberes para con la comunidad
Para enseñar que en la vida de la comunidad todos deben
ser abnegados y desprendidos de sí mismos, Jesús se
sirve del ejemplo del esclavo. En aquel tiempo un
esclavo no podía merecer nada. El patrono, duro y
exigente, le pedía sólo el servicio. No era costumbre
dar las gracias. Delante de Dios somos como el esclavo
delante de su señor. Parece extraño que Jesús se sirva
de este ejemplo duro, extraído de la vida social injusta
de la época, para describir nuestra relación con la
comunidad. Esto sucede en otra ocasión, cuando compara
la vida del Reino a la de un ladrón. Lo que importa es
el término de la comparación: Dios viene como un ladrón,
sin avisar primero, cuando menos lo esperamos; como un
esclavo delante de su señor, tampoco podemos nosotros ni
debemos tener méritos ante los hermanos y hermanas de la
comunidad.
• Lucas 17,10: Aplicación de
la comparación del siervo inútil Jesús lleva este
ejemplo a la vida de la comunidad: como un esclavo
delante de su dueño, así debe ser nuestro comportamiento
en la comunidad; no debemos hacer las cosas para merecer
el apoyo, la aprobación, la promoción o el elogio, sino
simplemente para demostrar que pertenecemos a Dios. “De
igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os
mandaron, decid: «No somos más que unos siervos
inútiles: Hemos hecho lo que teníamos que hacer»”.
Delante de Dios no merecemos nada. Todo lo que hemos
recibido no lo merecemos. Vivimos gracias al amor
gratuito de Dios.
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