"UNA
BUENA NOTICIA"
Actualmente, con los
medios de comunicación que tenemos -periódicos y
revistas, radio, y la televisión sobre todo-, cualquiera
que realice una obra más o menos importante es conocido
en seguida, y lo entrevistan y le ofrecen la oportunidad
de explicar qué es lo que ha hecho, y por qué, y le dan
publicidad... tanto si se trata de un libro, de una
película, de una serie televisiva o de un edificio
monumental... Y, a veces, acabamos bastante hartos de
algunos de estos personajes porque salen en todas
partes.
- La poca relevancia de
los evangelistas
Hace siglos, las cosas
no eran precisamente así. Era muy difícil conseguir una
gran popularidad. Pocos autores o artistas eran
conocidos, y si lo eran, lo eran en un ámbito más bien
reducido. Y, en el caso de los autores literarios, si
además escribían sobre algo de poca importancia social,
imaginaros: no los conocía nadie. Esto es lo que pasaba
con los autores de los evangelios: que no los conocía
casi nadie, porque escribían sobre un hombre que había
muerto en un rincón del mundo y que lo único que tenía
era unos cuantos seguidores. Que ciertamente estaban
dispersos por todas partes, pero eran pocos y tenían
poca importancia social.
Por eso sabemos tan
pocas cosas de los cuatro evangelistas: ni dónde habían
nacido, ni dónde escribieron, ni nos explican en ningún
sitio cómo lo hicieron, de dónde sacaron la información.
Entonces no existían los diarios ni la televisión, y
quizás aunque hubieran existido, nadie se habría
interesado demasiado por lo que escribían, ¡los
cristianos tenían tan poca influencia en aquellos
primeros tiempos!
Pero... resulta que
hoy, casi veinte siglos después de que aquellos cuatro
seguidores de Jesús escribieran sus historias, en todo
el mundo millones de hombres y mujeres se han reunido
igual que nosotros estamos aquí reunidos, y han leído,
como nosotros lo hemos hecho, un fragmento de lo que nos
narraron aquellos evangelistas casi desconocidos.
Concretamente, un trozo del evangelio de Lucas, que es
el que seguiremos a lo largo de todo este año.
- Los motivos de Lucas
para escribir el evangelio
Y hoy, precisamente,
leemos el único fragmento de todos los evangelios en que
un evangelista explica cómo ha realizado su redacción, y
por qué la ha llevado a cabo. Como si le hicieran una
entrevista en el periódico o en la televisión. Nos decía
Lucas -lo recordáis- que ha partido de "las tradiciones
transmitidas por los que primero fueron testigos
oculares y luego predicadores de la palabra". Y explica
que ha intentado informarse bien y "he resuelto
escribirlos por orden, para que conozcáis la solidez de
las enseñanzas que habéis recibido".
Realmente merece la
pena recordar estas palabras de Lucas. Él no conoció a
Jesús. Pero después de hacerse cristiano, estuvo atento
a lo que explicaban los apóstoles y discípulos que lo
habían conocido, y decidió ofrecer a la comunidad este
servicio: una narración seguida de las cosas que él
consideraba más importantes y estimulantes de todo lo
que Jesús dijo e hizo, para reafirmar y consolidar la fe
de aquellos que los leyeran. Debía ser poca, la gente de
las comunidades para las que escribió su evangelio. Pero
gracias a él y a sus ganas de ofrecer este servicio, y
gracias a los otros evangelistas, millones de cristianos
de todos los tiempos, podemos disponer de este punto de
referencia decisivo para nuestra fe: el Evangelio, la
Buena Noticia de la salvación.
- Los evangelios,
presencia de Jesús y de su Buena Noticia
Gracias a Lucas, hoy
Jesús se ha hecho presente entre nosotros. Gracias a
Lucas, Jesús nos ha proclamado: "El Espíritu del Señor
está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado
para anunciar el Evangelio a los pobres", y esto ha
reafirmado una vez más nuestra fe y nuestra esperanza.
Gracias a Lucas y a los otros evangelistas, domingo tras
domingo la Palabra del Señor Jesús nos reúne y nos
empuja y nos transforma.
Ciertamente, los
evangelios no fueron ningún best-seller en su tiempo, ni
los evangelistas se hicieron ricos cobrando derechos de
autor. Los evangelios y los evangelistas fueron lo mismo
que es toda la fe cristiana: una semilla pequeña,
desconocida, irrelevante en medio del mundo... pero una
semilla que llevaba dentro el amor de Dios, la vida de
Dios, la fuerza de Dios que es capaz de transformar los
corazones. Por eso nosotros continuamos leyendo y
venerando estas palabras: porque en ellas hemos
encontrado el amor de Dios que nos da vida y nos
transforma.
Demos gracias. Y
hagamos que la palabra del Evangelio esté cada vez más
presente en nuestra vida, escuchándola con más atención
aquí en la iglesia y encontrando más momentos personales
para leerla en casa. Para que Jesús esté más cerca.
EQUIPO-MD