Este salmo es un "cántico
de Sión". Sión es la colina de Jerusalén situada al sur
del Templo. Al pie de esta colina, brota una fuente, la
"fuente de Siloé". Esta colina de Sión, esta fuente de
agua viva, en la mente de los judíos, era una especie de
anuncio del "cielo". Pensemos en los santuarios
elevados, altos lugares que hacen levantar la cabeza.
Puntos culminantes de una ciudad, en que naturalmente,
se ha construido un santuario (pensemos en el Partenón
de Atenas).
Para Israel el "nombre" de
Jerusalén está cargado de simbolismo místico con
resonancias universales: Yerushalaim (de la raíz Shalom)
"Ciudad de la Paz". Esta ciudad, construida sobre la
roca, parecía físicamente indestructible, inexpugnable.
Pero la solidez, la
seguridad de esta ciudad excepcional, no derivaba
especialmente de circunstancias topográficas, humanas,
estratégicas... "Dios, mora en ella". Se atreven a
pensar que es la "¡Ciudad de Dios!". Dios-con-nosotros:
"Emmanuel". Afirman osadamente que el Dios escogido por
Jacob, su ancestro, es el Dios del universo.
Sí, el "Dios sabaoth", el
Dios de los ejércitos celestes, el Dios que hizo surgir
el cosmos con millares de soles, es también quien
escogió este pequeño pueblo, Jacob su bien amado... e
hizo brotar, sencillamente, la fuente de Siloé que corre
"alegremente", irrigando aquella ciudad, Jerusalén.
Otras ciudades son amadas de Dios, pero sólo hay una en
la cual ocurrieron acontecimientos únicos para la
humanidad entera: para la paz universal... Una
ciudad-fuente.
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SALMO 45
R/ El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Dios es nuestro
refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
R/ El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
El correr de las
acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila,
Dios la socorre al despuntar la aurora.
R/ El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
El Señor de los
Ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra.
R/ El
correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada. |