En la casa de mi Padre hay
muchas estancias. El evangelio de hoy tiene en cuenta una
imagen común entre los judíos de aquel tiempo y que
describía el cielo como un lugar de muchas estancias pero
le da un nuevo sentido al relacionar estas estancias con la
casa del Padre. Así, los discípulos todos de Jesús tienen
abierto el acceso a la casa del Padre gracias a la obra de
su Hijo (cf. 4,34; 5,19-40; 17,4). El lugar preparado no es
tanto un espacio como una existencia con Jesús en el Padre.
Después de la invitación a
creer en Dios y en Jesús a la vez, se nos presenta el doble
horizonte de nuestra fe: la situación actual de comunión
con Jesús y con el Padre (involucrados en el servicio de
Jesús: 13,8; 14,3; cf. lJn 1,3) y la situación futura con
Jesús (involucrados en su resurrección) en la casa de su
Padre. Ahora bien, a fin de tomar parte en la comunión
divina es necesario tomar el camino correcto. La imagen
bíblica del camino señala el norte de una existencia o de
una opción fundamentada en Dios: Seguid el camino que os
señala el Señor vuestro Dios: así seréis felices y tendréis
larga vida en el país que poseeréis (Dt 5,33).
La pregunta-malentendido de
Tomás sirve para recordar que si creemos que Jesús es la
Verdad y la Vida, seguro que hallaremos el camino que
conduce al Padre, a quien Jesús vuelve y con quien ya está.
La fe en Jesús nos permite gustar ya ahora y aquí, la
comunión con él y con el Padre, y nos prepara a la vez para
el momento en que esta comunión será plena y definitiva.
Quien quiere tomar el camino que conduce a la casa del
Padre ha de seguir a Jesús. El salmo 43,3 ha dicho que sólo
la luz y la verdad llevan al lugar donde Dios reside. Jesús
es la luz (6,12; 9,5) y la verdad (8,32; 18,37-38) que nos
guía.
En definitiva, Jesús es el
camino hoy y siempre, porque es la verdad y la vida ya que
los que creen en él como el Hombre (19,5) que revela al
Padre, reciben el don de la vida para siempre (3,16). Los
creyentes ya ahora recibimos este don, porque ya lo
gustamos por la fe, sobre todo en la Eucaristía, y lo
recibiremos, en plenitud y para siempre al final de los
tiempos, cuando ya estemos acostumbrados a base de tanto
pregustarlo. El evangelista, no obstante, deja bien claro
que la iniciativa es siempre de Jesús: Jesús da siempre el
primer y el último paso (13,8; 14,3).
JAUME
FONTBONA
JUAN 14, 1-6
EN aquel tiempo, dijo a Jesús a sus
discípulos:
No se turbe vuestro corazón, creed en
Dios y creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas
moradas; si no, os lo habría dicho,
porque me voy a prepararos un lugar.
Cuando vaya y os prepare un lugar,
volveré y os llevaré conmigo, para que
donde estoy yo estéis también vosotros.
Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde
vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús
le responde: «Yo soy el camino y la
verdad y la vida. Nadie va al Padre sino
por mí.»
Palabra
deL Señor
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